Quiero seguir creyendo en “Milagros de Nochebuena” en intimidad con los míos, y si alguien lo necesita, compartir nuestra mesa con el necesitado.
“La Navidad es la estación para encender el fuego de la hospitalidad en el salón, la llama genial de la caridad en el corazón”.
Washington Irving
“Cuando Jesucristo nace en el corazón del hombre, es cuando nace la Navidad en la vida de esa persona.”
En un pequeño pueblo, donde las noches de invierno parecían más largas y frías, vivía una familia que enfrentaba tiempos difíciles. La víspera de Navidad llegó, y aunque no tenían regalos ni lujos, su humilde hogar se llenó de amor y esperanza.El padre, recordando las palabras de un anciano sabio, decidió encender una vela en la ventana. “Es para aquellos que están perdidos o solos en esta noche”.
Poco después, un viajero tocó la puerta, atraído por la luz. Era un hombre que había perdido el rumbo y llevaba consigo una carta dirigida a una familia que no encontraba. Para sorpresa de todos, la carta contenía noticias de un trabajo que cambiaría sus vidas. Esa noche, aprendió que el verdadero regalo de la Navidad no se encuentra en las cosas materiales, sino en el amor y el deseo de compartirlo.
En una Nochebuena ocurrió algo bien conocido y constatado:
Era diciembre de 1914 y apenas transcurridos los primeros meses desde el inicio de la Primera Guerra Mundial, alemanes y aliados batallaban en los frentes de Bélgica y Francia. Desde sus trincheras anegadas, los soldados del imperio alemán y las tropas británicas intercambiaban disparos sobre una franja de tierra de nadie en la que camaradas heridos y muertos yacían esparcidos. Pero al llegar la Nochebuena, en varios puntos del Frente Occidental, los alemanes colocaron árboles iluminados en los parapetos de las trincheras y los aliados se les unieron en un alto el fuego espontáneo, fue conocida como “Tregua Navidad de la Primera Guerra Mundial”.
La tregua surgió entre la tropa pese a los edictos anticonfraternización, dice el historiador Stanley Weintraub, en cuyo libro Silent Night cuenta la historia. Tras vocear promesas como “Tú no disparar, nosotros no disparar”, algunos de los hasta entonces enemigos se deleitaron mutuamente cantando villancicos que sustituirían al silbido de las balas. Otros salieron de las trincheras para estrecharse la mano y compartir momentos juntos. Muchos acordaron que la tregua seguiría en vigor el día de Navidad, para poder verse de nuevo y enterrar a los muertos. Cada bando ayudó al contrario a cavar tumbas y celebrar ceremonias en memoria de los caídos, incluso en una de ellas un capellán escocés hizo una lectura bilingüe de un salmo. Los soldados intercambiaron comida y regalos que les habían enviado desde sus casas, y botones del uniforme para guardarlos de recuerdo, y jugaron a fútbol.
Nadie quería seguir con la guerra, asegura Weintraub; pero los superiores sí, y amenazaron con castigar a quien desobedeciese. Con el año nuevo ambos bandos reanudaron su actividad, dice el historiador; pero en sus cartas y diarios los soldados reflejaron el grato recuerdo de la tregua. ¡Qué maravilloso! Escribió un combatiente alemán, y ¡qué extraño al mismo tiempo!
Nos recuerda la Escritura:
“Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:11)
“La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” (Juan 1:5)
“Y de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia” (Juan 1:16)
Puede pareceros trivial el comienzo, o tal vez un poco pueril....
A mi también me faltan amados, y cada año noto más su falta; pero no están desaparecidos cubiertos de barro... ni sufriendo los horrores de una guerra... ni perseguidos por su fe...
La vida continua y no puedo estancarme, tengo que seguir adelante de la mano de mi Señor.
Quiero seguir creyendo en “Milagros de Nochebuena” en intimidad con los míos, y si alguien lo necesita, compartir nuestra mesa con el necesitado, el pobre, el extranjero, el anciano solitario o el que huye de los horrores de una guerra, ¿acaso no es lo que Dios nos invita a hacer?
Por circunstancias personales, este año voy retrasada en todo, y hoy será para mí un día repleto con los preparativos de muchas cosas en este sentido; sé que será complicado, pero también sé que seré feliz en medio de todo ello.
Esta Nochebuena, yo también pondré una vela en mi ventana, para aquellos que esté perdidos o solos.
¡Qué esta Navidad tu vida se llene de amor, fe y esperanza inquebrantable!
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