“Si se lee bien la historia, se va a ver cuánto ha contribuido la obra misionera evangélica a levantar, redimir y hasta ser un fermento entre las masas indígenas”.
Las cajas llenas con papeles guardan sorpresas. Sin buscarla encontré la transcripción de una conversación que tuvimos Esteban Cortés Solís, Carlos Mondragón y quien redacta estas líneas con Samuel Escobar. Fue en una de sus visitas a México, en los últimos días de diciembre de 1989. El próximo 28 de noviembre Samuel cumple 90 años, al respecto la Fraternidad Teológica Latinoamericana está organizando el homenaje a uno de sus fundadores, el cual tendrá lugar el sábado 23 de noviembre. El acucioso José de Segovia ha dado cuenta sobre la vida y ministerio del personaje en una bella serie radiofónica, la que al momento comprende 17 programas (aquí el enlace a la primera entrega). Comparto la tercera parte de la entrevista conjunta a Samuel Escobar:
Carlos Mondragón. Y los cristianos, más que nadie, tienen que entender que este no es un discurso marxista, sino que es parte de la enseñanza bíblica. Que hay que seguir señalando los males en sociedades que ahora se nos aparecen como el nuevo remedio para América Latina, la modernidad.
Samuel Escobar. La verdad es que en América Latina se dicen las primeras críticas articuladas de la modernidad. Fíjate que Ernesto Sábato hizo una crítica a la modernidad antes que Marcuse, por ejemplo, y el escritor mexicano Octavio Paz también ha trabajado en la crítica de la modernidad. Pero esos son los intelectuales a los cuales la izquierda ha despreciado y la vigencia de los intelectuales en América Latina se ve ahora; y yo diría que entonces, también se ve la vigencia de algunas de las posiciones de gente como Jacques Ellul1 en cuanto a su crítica a la sociedad contemporánea.
Quizá el triunfalismo norteamericano pueda ser aligerado, pueda ser de alguna manera corregido, al menos, en el aspecto teológico por la vigencia de estas críticas de la modernidad. Desde ese punto de vista, el pensador que me parece más interesante en este momento, es justamente un misiólogo, que es Lesslie Newbigin, su libro que ha causado impacto, Foolishness to the Greeks, dónde él, desde una perspectiva misionera, analiza este hecho.2 Él dice: cuando se habla de cultura y Evangelio siempre se habla de la necesidad de contextualizar y siempre se habla de cómo el Evangelio se ubica en una cultura extraña, e incluso hostil. Entonces, agrega, lo que vernos en la actualidad, cuando examinamos la situación de la Iglesia, es que la cultura más hostil al Evangelio es la cultura occidental. Es ahí donde la Iglesia se está muriendo. También plantea que hay que replantear toda la crítica cristiana de esta cultura. Y él la plantea muy bien analizando la Ilustración y el Siglo de las Luces; su efecto sobre el pensamiento cristiano, su efecto sobre la epistemología y la manera en que eso está en crisis ahora. Entonces, el tema a pensadores especialmente como Peter Berger3 con el trabajo de la sociología del conocimiento, a Michael Polanyi4 con toda la cuestión de epistemología de la ciencia, y muestra en este ámbito en el que ahora se discute de manera renovada este asunto, los cristianos tienen un aporte único que hacer. Pero ese aporte tiene que estar claramente divorciado de la sociedad occidental en la medida en que esta sociedad es presa de las utopías de la Ilustración, la utopía, vamos a decir, occidental. Ha tenido impacto el pensamiento de Newbigin, y para mí tiene especial valor porque es misionero. Newbigin fue misionero en la India, pensó la fe cristiana en términos misioneros allí, regresó a trabajar entre la masa obrera descristianizada de Inglaterra, y sus reflexiones se han nutrido de ese ciclo. De manera que ahí veo posibilidades, y creo que en América Latina tendremos que hacer nuestro trabajo equivalente. Porque querámoslo o no, nuestras sociedades reflejan lo que está pasando en Europa y en Estados Unidos.
Carlos Martínez García. Hay varias lecturas del futuro del mundo, desde las de Alvin Toffler en La tercera ola, hasta algunas más catastrofistas.5 Y de estas diferentes visiones, habría dos que me interesarían rescatar porque de alguna manera son las más globales. Una sería la lectura de Peter Berger, acerca de un capitalismo para todos, en su obra La revolución capitalista.6 Otra la de Adam Schaff de reconocer el fracaso de lo que se conoce como el “socialismo real”, pero, al mismo tiempo, la vigencia de los postulados socialistas mientras exista desigualdad y la proposición de una sociedad diferente.7 Entonces, Schaff piensa en un socialismo abierto, en un socialismo democrático. Estas dos no se oponen, en algún sentido pueden mezclarse, pero de estas dos visiones del futuro, ¿Cuáles serían tus observaciones y las implicaciones y retos para la misión cristiana?
Samuel Escobar. Bueno, Peter Berger se ha esforzado por pensar la problemática social con una preocupación ética, esto lo dice muy claramente en su libro Pirámides de sacrificio ha dejado que esta preocupación ética le impida la claridad en sus propuestas y, yo diría, que no todas sus propuestas uno las ve directamente conectadas con la herencia cristiana, pero se ha esforzado.8 Ha reconocido que hay toda una ética de la transformación social hacia la cual puede la fe cristiana hacer su aporte. Y me parece que esa reflexión, incluso, Berger mantiene algo de su luteranismo en el sentido de que no se encamina precisamente por líneas católicas como otros pensadores. Lo que creo es que ha habido un endurecimiento en la posición de Berger respecto al Tercer Mundo y a lo que llamaríamos izquierda. Es decir, a las posibilidades de formas de socialismo para traer un elemento de justicia social al progreso. Se ha ido volviendo más con servador y entonces creo que posiblemente eso conecte con lo que están diciendo otros acerca del fracaso de la utopía socialista. Posiblemente, algo de lo que percibía Berger ha venido a ser confirmado por la realidad de Europa oriental. Sin embargo, creo que un elemento de lucidez de Berger es la preocupación por el Tercer Mundo. Porque yo creo que la lección fuerte de su libro Pirámides de sacrificio es que no puede el desarrollo y la modernización del Primer Mundo, simplemente por un efecto de no recuerdo el término que él usa, derivación; mejorar la situación de las masas del Tercer Mundo. Yo pienso que en el pensamiento de Berger esa parte no está definida, pero, por lo menos, él se da cuenta que ahí hay una problemática, pero, en cierto modo, alejado del Tercer Mundo. Sus obras más recientes se concentran en la problemática de la sociedad norteamericana, de la sociedad occidental. Y me parece que la idea de que lo que se llama capitalismo democrático sea el futuro del mundo, cierra los ojos al hecho de que en la propia sociedad norteamericana hay profundas desigualdades y tensiones sociales y no se ha conseguido resolver la problemática de los sectores empobrecidos y marginales.
Alguien como Michael Novak, que es más conservador que Berger y que tira hacia un catolicismo a la antigua, aunque en forma crítica, en los últimos años está tratando de probar que todo lo que se dice sobre la desigualdad y la injusticia en los Estados Unidos no es cierto.9 Juega con las estadísticas, en ese sentido, se ha vuelto un propagandista de la política de Reagan y Bush. Peter Berger no ha llegado a ese punto, aunque tiene mucha más seriedad teológica; pero, me parece que en este momento una laguna de su pensamiento es el Tercer Mundo.
Lo mismo podemos decir de la propuesta de Adam Schaff, con la cual estoy más familiarizado. Lo interesante en Schaff es el haber hecho una crítica a la antropología marxista tomando los elementos de la fe cristiana y del existencialismo que arrojan luz sobre algunas dimensiones de la existencia humana que no las tomaba en cuenta el marxismo. La apertura a lo racional, a lo sagrado, me parece que es un punto importante en este pensador, o por lo menos, a darle importancia y considerarlo en su reflexión antropológica. Posiblemente desde su experiencia europea y conociendo lo que era Europa Central, lo que llamamos Europa Oriental antes de las transformaciones operadas por el marxismo, hay que escuchar esta voz marxista y autocrítica en la euforia de que Europa Oriental, ahora, trata de salirse del dominio soviético y forjarse un futuro más semejante al de Europa Occidental, de un cierto socialismo democrático.
Es bueno no olvidarse que algunos cambios se dieron en las estructuras de países como Polonia y otros países de Europa Oriental, gracias a la conexión con el marxismo; cambios sociales que gente de las minorías, por ejemplo, aprecian, es el caso de los protestantes en Polonia, o los bautistas en la Unión Soviética. Para ellos, el fin de la denominación dictatorial, tiránica de la Iglesia católica en Polonia y de la Iglesia ortodoxa en la Unión Soviética sólo fue posible gracias al orden soviético. Y hay otras cosas así, como la reforma agraria, por ejemplo, en un país como Hungría y las simpatías fascistas de la Iglesia católica muy conocidas en el caso de Polonia y el caso de Hungría. El hecho de que los nazis pudieran tener muchos campos de concentración en Polonia, precisamente porque la población parecía tener un antisemitismo básico. Todas esas cosas hay que considerarlas y la euforia actual, respecto al descalabro del comunismo y del marxismo, no nos debe hacer cerrar los ojos a esa realidad, que por lo menos debemos conocer.
Entonces, el planteamiento acerca del futuro, posiblemente se nutre de estas observaciones. En todo caso, a mí me parece que el futuro se presenta como una crisis Norte-Sur. El gran peligro es que la Unión Soviética y Europa Oriental pasen ahora a formar parte del norte y se solidaricen con el norte abiertamente y que se fortalezcan mutuamente para explotar mejor al sur, diríamos, de manera un tanto simplificadora, pero a mí me parece que es un peligro en el que podemos vernos en el próximo siglo, ante una situación así. Es interesante que actualmente los intereses japoneses en algunos países de América Latina ya están despertando inquietud, por ejemplo, en Chile, en el Sur de este país los pueblos que viven de la pesca y que viven de los bosques se quejan de la explotación indiscriminada de los capitales japoneses, de la presencia, imperial casi, con su tecnología y su eficiencia que está desplazando a poblaciones completas, quitándoles su medio de vida, la cuestión de la pesca.
Entonces, aún Japón, que se esfuerza por ser una potencia comercial sin pretensiones imperialistas, de tipo militar y político, creo yo, ya está haciendo sentir efectos en el Tercer Mundo, y América Latina es un caso así. Así que el norte va a encantar nuevas formas de aliarse y eso no es muy grato para el sur. Ahora, ¿qué pasará en el sur como reacción? Todavía está por verse. Si nuestros países no resuelven sus problemas de estructura, que son heredados del pasado feudal, aunque lo nieguen los teóricos de la dependencia, el socialismo todavía tiene su marca sobre la sociedad latinoamericana. Si no se resuelve esa problemática, la imitación de un modelo económico como el capitalismo democrático, siempre va a ir acompañada de defectos serios que representan que las bondades del capitalismo democrático no alcancen a las masas. Así que para mí es significativo algo que ya mencionamos antes, la emergencia de los pueblos indígenas en casos como el de la urbanización y su efecto en una ciudad como Lima, se puede notar, la persistencia de estas culturas indígenas y su efecto sobre una cultura iberoamericana, digamos. Quizás hay recursos de organización social, formas de solidaridad en estas culturas indígenas que van a tener también su efecto sobre toda la sociedad. A lo mejor, con cierto optimismo, podernos esperar porque ello contribuya, en parte, a una sociedad menos desigual, un poco más igualitaria.
Ha causado mucho impacto el libro de Hernando de Soto acerca del comercio informal en el Perú que se llama El otro sendero, y que manifiesta un vigor y una capacidad de organización y de empresa en los pobres.10 Especialmente los de procedencia indígena de las grandes ciudades, que actualmente el fenómeno puede verse como un problema, pero que a largo plazo puede ser la raíz de una solución. Y no hay que olvidarse que una característica de los movimientos en Europa Oriental contra el marxismo oficial constitucional, contra la dictadura del partido, no hay que olvidarse que esos movimientos lo que se ve que los caracteriza es un fermento popular, es una emergencia de masas. Ya hace como diez años que los historiadores señalan que en América Latina no fue el marxismo el que hizo la revolución cubana o sandinista, el marxismo lo que hizo fue cabalgar sobre estas revoluciones, que eran revoluciones populares. Los partidos marxistas tradicionales ya no han querido la revolución, se han acomodado en el cuadro político. De modo que, la emergencia de las masas indígenas, campesinas en América Latina es un dato importante para el próximo siglo.
Quizás algo nos dice el hecho de que actualmente la Iglesia, particularmente la Iglesia evangélica, crezca rápidamente entre esas masas. Porque si se lee bien la historia, se va a ver cuánto ha contribuido la obra misionera evangélica a levantar, redimir y hasta ser un fermento entre las masas indígenas. Así que, mirando hacia el futuro de transformación que va a ser penoso, difícil y de tensiones Norte-Sur, quizás hay esperanza, hay algo de significación en esta emergencia de las masas. Gustavo Gutiérrez, en el libro La fuerza histórica de los pobres, interpreta esto con claves marxistas.11 Quizás podemos aprender a interpretarlo con una clave misiológica cristiana que nos dé esperanza. Pero a mí me parece que ahí habría una señal y un ejemplo de un tipo de conflicto que ni Berger ni Schaff analizan adecuadamente porque están todavía en la problemática del Primer Mundo
Notas
1 Filósofo y anarquista cristiano francés, miembro de la Iglesia reformada. Algunas de sus obras han sido traducidas al español, entre ellas, La ciudad, Editorial La Aurora, Buenos Aires, 1972; Autopsia de la revolución, Unión Editorial, Madrid, 1973; La subversión del cristianismo, Editorial Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1990; Anarquía y cristianismo, Editorial Jus, México, 2005. En el Boletín Teológico, núm. 12, octubre diciembre 1983, fueron publicados escritos e Jacques Ellul: “¿Victoria para Hitler (23 de junio de 1945)”; “Tesis acerca de la ética cristiana en un mundo donde prolifera la desocupación”; “Reflexiones acerca de la ambivalencia del progreso técnico”; “El sentido de la libertad en San Pablo”. En el mismo número Tomás Hanks publicó el ensayo “Jacques Ellul: ¿El original teólogo de la liberación?”.
2 Leslie Newbigin, Foolishness to the Greeks. The Gospel and Western Culture, Wm. B. Eerdmans Publishing Co. Grand Rapids, 1986.
3 Sociólogo y epistemólogo luterano de origen austriaco. Coautor, con Thomas Luckmann, de La construcción social de la realidad, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 1986. Autor de Rumor de ángeles: la sociedad moderna y el descubrimiento de lo sobrenatural, Editorial Herder, Barcelona, 1975.
4 Filósofo húngaro, autor de Ciencia, fe y sociedad, Taurus Ediciones, Madrid, 1961; El estudio del hombre, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1966.
5 Alvin Toffler, La tercera ola, Plaza y Janés, Barcelona, 1980.
6 Peter Berger, La revolución capitalista. Cincuenta proposiciones sobre la propiedad, la igualdad y la libertad, Editorial Península, Barcelona, 1989.
7 Adam Schaff, ¿Qué futuro nos aguarda?, Editorial Crítica, Barcelona, 1987; Perspectivas del socialismo moderno. Reflexiones de un marxista polaco, Editorial Crítica, Barcelona, 1988.
8 Peter Berger, Pirámides de sacrificio: ética, política y cambio social, Editorial Sal Terrae, Santander, 1979.
10 Hernando de Soto, El otro sendero. La revolución informal, Editorial El Barranco, Lima, 1986.
11 Gustavo Gutiérrez, La fuerza histórica de los pobres, Ediciones Sígueme, 1982.
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