‘Las estaciones del año’, de S. Stuart Park

Se ha asomado una cigüeña a lo alto del campanario.

Girando en torno a la torre y al cascarón solitario,

Ya las golondrinas chillan. Pasaron del blanco invierno,

de nevascas y ventiscas los crudos soplos de infierno.

Es una tibia mañana.

El sol calienta un poquito la pobre tierra soriana.

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Pasados los verdes pinos,

casi azules, primavera

se ve brotar en los finos chopos de la carretera

y del río. El Duero corre, terso y mudo mansamente.

El campo parece, más que joven, adolescente.

Entre hierbas alguna flor ha nacido,

azul o blanca. ¡Belleza del campo apenas florido,

y mística primavera!

¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera,

espuma de la montaña

ante la azul lejanía,

sol del día, claro día!

¡Hermosa tierra de España!

Antonio Machado

Después de haber introducido la reseña del último libro de Stuart Park con una preciosa poesía de Antonio Machado, con la que el autor comienza uno de sus capítulos, y que creo que recoge de un modo excelente mucho de lo que lleva dentro este libro tan especial, paso a escribir lo mucho que ha tocado mi corazón y todo lo bueno que he encontrado en él.

Como bien sabéis, Stuart Park, inglés por los cuatro costados pero que un día se enamoró profundamente de España, nacido en el condado de Lancashire en 1946, es Licenciado en Filología Románica por la Universidad de Cambridge y doctor en Literatura Española por la Temple University de Philadelphia. Y esto es sólo el principio de muchos otros logros, premios y reconocimientos. Como diríamos en el sur de mi amada tierra española, ¡ahí es ná!

Después de disfrutar de la lectura de este libro en las deliciosas tardes del Levante español bajo la sombra de un olivo, entiendo que el autor cuando ya han pasado algunas estaciones de su vida, las quiere retomar y las entremezcla de un modo sublime con mucha poesía, con grandes autores españoles y de otros países, sin olvidar a algunos de su tierra natal, de modo especial al incomparable Shakespeare. Todo ello lo consigue mezclar de manera cuidadosa y con tino y trabajo esmerado; Stuart Park introduce una de sus grandes pasiones, los pájaros; cada uno de ellos lo sabe colocar en el lugar y la estación adecuada con sumo cuidado. En resumen, es una mezcla de su propia vida y recuerdos, estaciones de la vida superadas y un hilo como invisible, pero bien presente en todo el libro, su fe en Dios y un gran conocimiento de su Palabra; no olvidemos que Stuart es un reconocido expositor y escritor bíblico, algo que marca toda su vida y su obra.

En cuanto a la estructura de este libro, me parece muy escogida y tierna. Comienza con un espléndido prólogo de una amiga de esas que perduran a lo largo de los años, Aurora Camacho de Schmidt, en las propias palabras de Stuart en su introducción que precede al prólogo, Licenciada en Filosofía por la Universidad Iberoamericana de México y posteriormente Doctora en Literatura Latinoamericana por la Temple University de Philadelfhia, donde la conoció en 1972.

Volviendo al prólogo, recojo unas palabras de Aurora que me encantaron:

“Los textos sugieren que hay una analogía entre las estaciones del año y las estaciones de la vida humana y el tránsito a su final. En “el insoportable peso del ser”, alusión a la novela de Milan Kudera, recuerda Stuart su lucha contra la depresión, el libro de Job, el sufrimiento de Virginia Woolf, y finalmente el abandono de Cristo en la Cruz. Sin embargo, nos va a llevar de la mano hacia un final glorioso en las últimas páginas, con la resurrección de Jesús y la promesa de esperanza para nosotros.

El reconocido teólogo norteamericano Walter Brueggemann, autor de “La imaginación profética”, nos dice: Sólo tenemos la Palabra, pero la Palabra nos basta. Nos basta porque el poema estremece al imperio, sana, transforma, y rescata; entra como un ladrón en la noche y da nueva vida, fresca, que se encuentra en la Palabra y en ningún otro lugar”…… Creo que Stuart   Park, al ofrecernos estas reflexiones en un lenguaje familiar, en ensayos bien construidos, y en contextos a la vez tan sencillos y ricos, cumple ampliamente con la tarea poética-profética de abrir la Palabra para nosotros…”

Sinceramente, creo que podría quedarme aquí y os dejaría una síntesis del libro maravillosa a la que poco puedo añadir.

Como ya hemos dicho, luego el propio Stuart añade una introducción y después comienza a regalarnos una buena serie de preciosos capítulos en los que le sale el corazón por la boca, creo que como a todos con el paso de los años; recuerda con una dulzura y nostalgia infinita su infancia, adolescencia…. las vacaciones familiares en “Los Lagos” una preciosa región llamada “La pequeña Suiza”. Una sola semana de vacaciones al año que recuerda con pasión entrañable, y donde en otro lugar del libro nos cuenta que fue allí donde pasó su luna de miel con el amor de su vida, la encantadora Verna, una deliciosa neoyorquina que sigue siendo su compañera hasta el día de hoy.

[photo_footer]Iglesia a la que asistía Stuart cuando veraneaba con su familia.[/photo_footer]

Pasa por recuerdos de adolescencia y juventud, primeros inocentes amores, dando paso a sus primeros años en España, su labor aquí por distintos lugares y de diferentes modos, su trabajo para el Señor en todo su periplo hasta llegar a establecerse con su esposa en Valladolid en el año 1976.

Poquito a poco vamos viendo como el amor y profundo conocimiento de nuestra lengua, va dando paso a un enamoramiento de nuestra tierra, sus costumbres, su gastronomía, sus poetas y hasta sus pájaros, algo que conoce a la perfección.

Como dijimos al principio va entremezclando autores importantes y deliciosos, pájaros especiales y representativos de las distintas estaciones del año con unos dibujos increíblemente bellos de su nuera Anna Kuś, algunos que compartimos con todos vosotros.

Me emociona la capacidad de Stuart de combinar y unir aspectos y cosas tan distintas, pero siempre hiladas y sacando las mejores lecciones de todo.

Siempre digo que hay algo que me emociona de Stuart Park, la combinación de sus dos sabidurías:

Una es humana, creo que no puedo añadir más a lo que hemos comentado y todos conocemos, aumentada por el paso de las estaciones.

La otra es la divina, de la que escribe Santiago en las Escrituras:

“…. la sabiduría que proviene del cielo es, ante todo, pura y también ama la paz; siempre es amable y dispuesta a ceder ante los demás. Está llena de compasión y del fruto de buenas acciones. No muestra favoritismo y siempre es sincera. Y los que procuran la paz sembrarán semillas de paz y recogerán una cosecha de justicia.”

Y esta clase de sabiduría, tenemos que verla ir en aumento y con mucha más intensidad al pasar por las estaciones de la vida y caminando al lado del Señor.

El libro termina con una amplia galería de ilustraciones y os lo recomiendo con cariño. Es sencillo, pero a la vez complicado y su hilo conductor siempre nos lleva al Señor que nos amó antes de la fundación del mundo.

Si deseáis conseguir este libro, podéis hacerlo dirigiéndoos a: Ediciones Camino Viejo www.edicionescaminoviejo.com  ¡vale la pena!

Me emociona como termina el autor este libro, con un precioso y clásico himno que todos conocemos bien…

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Oh Dios eterno, tu misericordia,

Ni una sombra de duda tendrá;

Tu compasión y bondad nunca fallan,

Y por los siglos el mismo serás..

¡Oh tu fidelidad! ¡Oh tu fidelidad!

Cada momento la veo en mí.

Nada me falta pues todo provees,

¡Grande, Señor, es tu fidelidad!..

La noche oscura, el sol y la luna,

Las estaciones del año también,

Unen su canto cual fieles criaturas,

Porque eres bueno, por siempre eres fiel..

Soli Deo Gloria.

Siempre con afecto sincero y agradecimiento,

Beatriz