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El estilo ¿evangélico? de gobernar de AMLO (IV)

Sí, AMLO es religioso, un tanto sui generis, ya que adopta creencias variadas que injerta en lo que él entiende por ser cristiano.

KAIRóS Y CRONOS AUTOR 84/Carlos_Martinez_Garcia 13 DE AGOSTO DE 2023 13:20 h
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en una rueda de prensa./ AMLO Oficial

Rodrigo Salas Uribe en su artículo “El estilo evangélico de gobernar” considera que el presidente de México es evangélico, y su estilo de gobernar lo confirma. Hace tres semanas inicié el análisis de la consideración, ejercicio que concluyo en esta cuarta entrega.



El protestantismo evangélico realmente existente tiene modalidades de gobierno bien definidas, el imaginado por Rodrigo Salas Uribe no, veamos:



“A diferencia del clero católico, muchas congregaciones protestantes y movimientos evangélicos carecen de mecanismos formales para la elección de sus líderes, por lo que el carisma, el don y la verdad compartida constituyen elementos esenciales en la renovación de sus estructuras de gobierno —que, por lo demás, pueden llegar a ser jerárquicas y unipersonales—”.



Pregunto, ¿tan “jerárquicas y unipersonales” como la del papa en turno?



Las iglesias protestantes/evangélicas practicas tres formas de gobierno:



1) episcopal, los obispos son elegidos por los presbíteros y representantes laicos para un periodo determinado por la normatividad vigente, por hasta dos periodos (continuos o discontinuos) de cuatro años como es el caso de la Iglesia metodista de México.



2) presbiteriano, la membresía de la iglesia local elige a los ancianos (no necesariamente de edad) gobernantes que conforman el consistorio. Un grupo variable de consistorios conforman un presbiterio, al menos tres presbiterios un sínodo y, finalmente, la asamblea general, en la que son elegidos cargos directivos nacionales. Este modelo es el que sigue la Iglesia nacional presbiteriana de México.



3) congregacional, tipo de gobierno en el que todos tienen derecho a expresar su voz y voto en la diversidad de asuntos que se presentan en la comunidad de fe. En esta modalidad cada iglesia local es suficiente en sí misma y no depende de autoridades externas a ella, los lazos establecidos con otras comunidades de la misma tendencia son fraternales y no de gobierno. Este tipo de gobernanza es la que siguen los bautistas, hermanos libres y cuáqueros, entre otros.



En la denominación pentecostal más grande de México, y Latinoamérica, Asambleas de Dios, “las iglesias locales son pastoreadas por un ministro y su forma de gobierno es eminentemente congregacional y representativo”.1



Con las modalidades de gobierno anteriores, vivas y actuantes, es cuestionable sostener que “muchas congregaciones protestantes y movimientos evangélicos carecen de mecanismos formales para la elección de sus líderes”.



Rodrigo Salas ve en la esperanza de un futuro mejor que proclama el presidente, “ideas milenaristas provenientes del cristianismo medieval y adoptadas por los anabaptistas tras la Reforma. A grandes rasgos, los milenaristas protestantes propugnaban la caída del papado y de los imperios seculares para dar paso a un reino terrenal glorioso, formado por los justos y que desterraría al mal de la faz de la tierra”.



Los anabautistas fueron llamados así por sus críticos, ya que los consideraban rebautizadores, por bautizar a quienes ya habían sido bautizado(a)s en la infancia.



El nuevo bautismo era administrado a las personas que bajo confesión de fe en Jesucristo como señor y salvador se unían voluntariamente a una comunidad de creyentes.



Defendieron la libertad de conciencia y no aceptaron el principio de iglesias oficiales territoriales, lo mismo católica que protestantes y rechazaron el uso de la violencia.



Esta fue La corriente anabautista más extendida geográficamente y mayoritaria en el siglo XVI. 2



El milenarismo que gobernó Münster en 1534-1535 y estableció la teocracia, en la que, a decir de los auto proclamados profetas Jan de Leyden y Jan Matthys, Dios gobernaba por medio de ellos, practicó el rebautismo obligatorio.3



Tras un prolongado sitio, con ayuda de dos desertores que les abrieron las puertas de la ciudad, mercenarios pagados por el obispo católico Franz von Waldeck perpetraron una masacre que duro varios días.4



Diez años antes, el líder más conocido de la insurrección campesina, el místico apocalíptico Thomas Müntzer, arengaba con pasajes del Antiguo Testamente y revelaciones que decía haber recibido de Dios a enfrentar las fuerzas militares de los príncipes.5



Equívocamente hay autores que señalan a Müntzer como anabautista cuando “este vínculo es inexistente o, al menos sutil, [él] nunca practicó ni exigió el bautismo de adultos”.6



Las que dice Salas Uribe son ideas milenaristas de AMLO sería más productivo buscarlas en otro lado, no en el anabautismo que trascendió el siglo XVI y subsiste como familia global de fe en el XXI.



En su fijación por encadenar tanto al cristianismo evangélico mexicano como el estilo de gobernar de AMLO al ILV, Rodrigo Salas Uribe vuelve sin ambages al tópico: “La historia del ILV nos ayuda a rastrear el origen de muchos rasgos que definen la estrategia de comunicación actual de la Presidencia de la República. Este afán evangelizador se configura como una de las prácticas políticas y comunicativas esenciales del presidente y toma distintas formas”. 



Él ubica cinco elementos, que llama transversales, en el estilo político y de comunicación de AMLO (“muy cercanos a la tradición evangélica”), los resumo:



1) Su interés por el trabajo territorial mediante extensas y constantes visitas a las regiones del país, así como su cotidiano interés por moralizar mediante “la prédica diaria, dirigida desde el púlpito en Palacio Nacional”.



2) Rediseño total de la política social del gobierno, eliminando intermediarios para privilegiar un vínculo directo con la ciudanía, “el rechazo a los intermediarios”, apunta el autor, “nos recuerda a la lucha contra la figura del sacerdote como intermediario espiritual”. En su lugar AMLO busca que “una vez eliminadas las fuentes de competencia, la autoridad simbólica y económica ejercida sobre los beneficiarios se concentra en una sola figura”, él.



3) Exigir petición de perdón a personajes, colectivos y gobiernos por los agravios cometidos al pueblo mexicano. Con el fin de mostrar congruencia en su exigencia, AMLO ha pedido perdón, por ejemplo, a “los Yaquis, de Sonora, los Mayas y la comunidad china en nuestro territorio” por los excesos en el pasado perpetrados contra ellos. Además del perdón, desde el 2006, López Obrador ha echado mano de la esperanza, “un vocablo constante” en su discurso.



4) “El discurso del presidente exige de sus partidarios un ejercicio interpretativo. Semejante al trabajo hermenéutico que demandaban las Escrituras o los textos de los profetas para poder ser comprendidos por la comunidad de creyentes”. El ejercicio interpretativo es necesario porque “el lenguaje del presidente suele ser opaco, codificado y contradictorio”.



5) “Una afinidad más con el proyecto protestante”, el ascetismo presidencial intramundano, en el cual, observaba Weber, “el hombre religioso muestra su gracia y su estado excepcional ‘no en la vida diaria tal como se da, sino en actividades rutinarias disciplinadas y racionalizadas’”.



Para respaldar el pentágono principista que halla en el estilo personal de gobernar de AMLO, y en cada punto establecer vínculos con lo evangélico, Rodrigo Salas Uribe recurre a Max Weber, quien estudió el corporativismo en las “formas de organización de las comunidades religiosas, dentro del cual el poder se funda en el monopolio de otorgar valores sagrados”.



El presidente ejerce una autoridad carismática, la que “como encarnación de la voluntad popular, no puede equivocarse. Y más aún, aquellos que pretenden evidenciar los errores del Ejecutivo atentan contra la revelación”.



A la tipología weberiana Salas Uribe agrega similitudes que considera presentes en movimientos religiosos y latentes en las ideas/acciones de AMLO, a saber: bautistas, cuáqueros, postulados milenaristas del cristianismo medieval, anabautistas, calvinismo, luteranismo, la modalidad de la sucesión apostólica, pentecostalismo y judíos mesiánicos.



En la traslación que por aquí o por allá el autor hace de principios que localizó en el cristianismo protestante/evangélico/pentecostal con el estilo de gobernar propio de AMLO, dejó fuera la corriente religiosa que, tal vez, más se acomodaría al propósito de casar al presidente con una expresión religiosa que ha crecido vertiginosamente por toda Latinoamérica: el neopentecostalismo.



No afirmo que tal casamiento exista entre el presidente y la corriente mencionada, sino que, si de encontrarle coincidencias al pretendido estilo religioso de gobernar de AMLO se trataba, los cinco puntos en los que Salas Uribe condensa lo que denomina estilo evangélico/pentecostal de gobernar presidencial se articulan mejor a las características del neopentecostalismo, ausente completamente de su análisis.



El neopentecostalismo tiene similitudes con algunas características confesionales del cristianismo protestante/evangélico (antes fueron mencionadas las cinco afirmaciones básicas del mismo), y también con el pentecostalismo (que en términos generales hace suyas las cinco afirmaciones protestantes/evangélicas), pero le agrega la acción en la vida de los creyentes mediante los dones del Espíritu Santo, acción que se manifiesta en “maravillas, señales y prodigios” (según la narración de Hechos de los Apóstoles, capítulo 2).



Para varias denominaciones pentecostales la acción inicial del Espíritu Santo en las personas es evidenciada por hablar en lenguas (la llamada glosolalia).7



Por su parte el neopentecostalismo tiene débiles vínculos con el protestantismo evangélico, comparte con el pentecostalismo que el Espíritu Santo actúa en los creyentes, pero se caracteriza más por tener como líderes (mujeres y hombres) a profetas y apóstoles, quienes afirman fueron designados por Dios a través de revelaciones particulares que les fueron dadas.



Es en el neopentecostalismo donde los liderazgos ejercen el poder verticalmente, se hacen llamados a la guerra espiritual, domina la teología de la prosperidad (consistente en medir la espiritualidad por la abundancia de bienes con que Dios bendice a sus hijos e hijas), hay frecuentes campañas de sanidad divina, y en sus mega iglesias se privilegia el entretenimiento haciendo atractivas tanto las presentaciones musicales como las intervenciones de quienes exponen el mensaje al auditorio. 8



Al interior de las filas protestantes/evangélicas se han producido tomas de distancia con el neopentecostalismo, tanto por sus doctrinas como por el clientelismo político en favor de causas a las que imparte su bendición. 9



El modelo político a seguir por el neopentecostalismo es constantiniano, en el que la fe sea fuente constituyente de las normas jurídicas y sociales.



Por lo tanto, para esta visión, es necesario ganar posiciones en las instancias del Estado para desde ellas lograr la cristianización de la sociedad.



Los neopentecostales, convencidos de llegado el tiempo de hacer valer su peso electoral, han formado en América Latina partidos políticos y/o negociado posiciones con partidos existentes, los que juzgan redituable abrir sus puertas por el pretendido caudal de votos que pueden sumarles.



En México el caso del Partido Encuentro Social (PES, de “inspiración evangélica”), que cambió su nombre a Encuentro Solidario, muestra fehacientemente que una cosa es prometer avalancha de votos a los partidos con los que ha formado alianzas, y muy otra la realidad de su desastre al sumar sufragios.



En 2018 fue más benéfica para el PES su alianza con el Movimiento de Regeneración Nacional y su candidato a la presidencia del país (AMLO), que redituable para éste por los votos aportados al candidato triunfador por el partido de “inspiración evangélica”. 10



Para identificar el estilo de gobernar de AMLO como evangélico/pentecostal Rodrigo Salas Uribe marginó, convenientemente para su objetivo, otras manifestaciones religiosas expresadas por AMLO.



Como ellas no calzaban con la caracterización presentada, entonces las hizo a un lado. Por ejemplo, que AMLO aceptó el rito de purificación que representantes de pueblos originarios le hicieron cuando asumió la presidencia, que se ha declarado juarista y guadalupano, que participó en la ceremonia para pedir permiso a la Madre Tierra por las afectaciones del Tren Maya, que en su cartera lleva una imagen de la Virgen de Guadalupe y el partido fundado por él tiene el nombre de MORENA (al parecer una evocación a la morenita del Tepeyac, dicen algunos analistas), que se registró como precandidato presidencial de MORENA en un día emblemático para el imaginario popular: el 12 de diciembre de 2017, que al principio de la pandemia de Covid-19 declaró lo protegía la estampa del Sagrado Corazón de Jesús que acostumbraba llevar con él (“El escudo protector es como el detente. El escudo protector es la honestidad, eso es lo que protege, el no permitir la corrupción. Detente, enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo”), que ha expresado frecuentes referencias elogiosas al papa Francisco (“Le tengo mucho respeto y admiración, lo considero un hombre muy humano que ha sabido poner a la iglesia católica en correspondencia con las realidades de injusticia que han prevalecido sobre todo en los últimos tiempos”), y que se arrodilla donde lo hace el pueblo (frase que atribuye al liberal ateo Ignacio Ramírez). 11



Sí, AMLO es religioso, un tanto sui generis, ya que adopta creencias variadas que injerta en lo que él entiende por ser cristiano, creencias que tiene por compatibles con su percepción de lo enseñado/normado para los creyentes por Jesucristo.



Pero concluir que su estilo de gobernar sea evangélico es consideración solamente sustentada en identificaciones en las cuales se pasa por alto analizar, como se anunció, una vertiente religiosa (la evangélica/pentecostal) en sus propios términos.




 



Notas



1. https://www.asambleasdedios.mx/html/nosotros.html



2 Williams, George H., op., cit., p. 6; Cohn, Norman, En pos del Milenio. Revolucionarios milenaristas y anarquistas místicos en la Edad Media, cuarta reimpresión, Alianza Editorial, 1993, p. 253; sobre modalidades, distintivos bíblicos/teológicos y sus repercusiones sociales, políticas y religiosas en el contexto de las iglesias territoriales oficiales dominantes consultar: Snyder, Arnold C., Anabaptist History and Theology. An Introduction, tercera impresión, Pandora Press, Kitchener, Ontario, 2002 y Following in the Footsteps of Christ, Orbis Books, Maryknoll, New York, 2004; Roth, John D. y James Stayer (editores), A Companion to Anabaptism and Spiritualism, 1521-1700, Brill, Leiden-Boston, 2007; Brewer, Brian C., T&T Handbook of Anabaptism, Bloomsbury Publishing Plc., London, 2022.



3. Cohn, Norman, op. cit., p. 262.



4. Klötzer, Ralf, “Münster and the ‘New Jerusalem’”, Brewer, Brian C., (editor), op. cit., p. 129; Driver, Juan, La fe en la periferia de la historia. Una historia del pueblo cristiano desde la perspectiva de los movimientos de restauración y reforma radical, SEMILLA-CLARA, Guatemala-Bogotá, 1997, p. 190; Cohn, Norman, op. cit., p. 279.



5. Goertz, Hans-Jürgen, “Karlstard, Müntzer and the Reformation of the Commoners”, Roth, John D. y James Stayer (editores), op. cit., p. 29; Duch, Lluís, “Introducción”, Thomas Müntzer, tratados y sermones, Editorial Trotta, Madrid, 2001, p. 62.



6.  Duch, Lluís, op., cit., p. 68.



7.  Para comprender históricamente el movimiento, perfil identitario y diversidad ver Hollenweger, Walter, El pentecostalismo. Historia y doctrinas, Editorial La Aurora, Buenos Aires, 1976; Dayton, Donald W., Raíces teológicas del pentecostalismo, Libros Desafío, Grand Rapids, Michigan, 2008; Villafañe, Eldin, Introducción al pentecostalismo. Manda fuego, Señor, Abingdon Press, Nashville, 2012; Anderson, Allan, An Introduction to Pentecostalism, Cambridge University Press, Cambridge, UK, 2004; Robeck, Cecil M. y Yong, Amos, The Cambridge Companion to Pentecostalism, Cambridge University Press, New York, 2014; Mansilla, Miguel Ángel y Mosqueira, Mariela (directores), Sociología del pentecostalismo en América Latina, UNAP-Ril Editores, Santiago de Chile, 2020.



8.  Oro, Ari Pedro, “Neopentecostalismo”, en Blancarte, Roberto (coordinador), Diccionario de religiones en América Latina, Fondo de Cultura Económica-El Colegio de México, México, 2018, pp. 413-420; Anderson, Allan, “Varieties, Taxonomies and Definitions”, en Andreson, Allan, Bergunder, Michael, et. al. (editores), Studying Global Pentecostalism. Theories and Methods, University of California Press, Berkeley, 2010, pp. 19-20; un trabajo que ilustra el origen y desarrollo del término para singulizar al movimiento es el de Tec-López, René A., “El neopentecostalismo y sus caracterizaciones en América Latina”, en Política y Cultura, núm. 54, julio-diciembre, 2020, pp. 105-132.



9. Segura, Harold (editor), ¿El poder del amor o el amor al poder? Luces y sombras del ejercicio del poder en las iglesias evangélicas, Ediciones Kairós, Colección FTL, núm. 35, Buenos Aires, 2011; Ocaña Flores, Martín, Los banqueros de Dios. Una aproximación evangélica a la teología de la prosperidad, segunda edición, Ediciones PUMA, 2014; Gálvez, Roberto, Autocrítica a la religiosidad popular evangélica. Prácticas dudosas en el ejercicio de nuestra fe, Editorial CLIE, Viladecavalls, Barcelona, 2018; Avendaño, José Luis, La sombra religiosa americana. Cómo el protestantismo de los EE. UU. Impacta el rostro de la Iglesia latinoamericana. Identidad y relevancia, Editorial CLIE, Viladecavalls, Barcelona, 2021.



10.  Masferrer Kan, Elio, Lo religioso dentro de lo político. Las elecciones de México 2018, Libros de la Araucaria, Buenos Aires, 2018, p. 37; Cervantes-Ortiz, Leopoldo, La mirada heterodoxa. Política y religión en México: tres décadas de seguimiento y análisis, CUPSA-CMIRP-Comunidad Teológica de México, México, 2022, p. 220; Garma Navarro, Carlos, “Religión y política en las elecciones del 2018. Evangélicos mexicanos y el Partido Encuentro Social”, Alteridades, 29 (57), 2019, pp. 42-43; Martínez García, Carlos, “Partido Encuentro Social: el filtro de las urnas”, Protestante Digital, 15 de julio de 2018 (); y “El PES, segunda temporada”, La Jornada, 9 de septiembre de 2020



11.  https://www.eleconomista.com.mx/politica/Integrantes-de-pueblos-indigenas-limpian-a-AMLO-y-le-entregan-el-Baston-de-Mando--20181201-0064.html; https://www.eluniversal.com.mx/elecciones-2018/no-hay-contradiccion-en-alianza-soy-guadalupano-y-juarista-dice-amlo/; https://www.proceso.com.mx/nacional/2018/12/16/amlo-pide-permiso-la-madre-tierra-ayuda-empresarios-para-el-tren-maya-video-217222.html; https://www.infobae.com/america/mexico/2019/04/18/amlo-presidente-de-izquierda-que-usa-la-estampa-de-la-virgen-de-guadalupe-como-proteccion/; https://lopezobrador.org.mx/2017/12/12/palabras-de-andres-manuel-lopez-obrador-en-su-registro-como-precandidato-a-la-presidencia-de-la-republica/; https://www.eleconomista.com.mx/politica/AMLO-y-sus-polemicas-declaraciones-sobre-el-coronavirus-20200321-0001.html; https://www.jornada.com.mx/notas/2022/12/29/politica/desde-hace-tiempo-he-invitado-al-papa-francisco-a-visitar-mexico-amlo/; Bayón Lara, Javier, “No presidente: el Nigromante no se arrodillaba donde el pueblo lo hace”, Letras Libres (https://letraslibres.com/historia/no-presidente-el-nigromante-no-se-arrodillaba-donde-el-pueblo-lo-hace/).



 

 


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