Puedo dejar que el dolor de experiencias pasadas me marque para siempre y cierre mi corazón perpetuamente, o puedo actuar con toda la sabiduría que mi Señor y mis hermanos me den.
“Hoy no llores, RÍE. No dudes, HAZLO. No calles, GRÍTALO. No desistas, ¡VUÉLVELO A INTENTAR! La vida es muy corta para llorar, dudar, callar y darse por vencido”.
“Recuerda, eres más valiente de lo que crees, más fuerte de lo que pareces y más inteligente de lo que piensas”.
“Nunca seas arrogante con los humildes, pero tampoco humilde con los arrogantes”.
Tan sólo hace unos días me sucedió algo, algo que me ha ocurrido unas cuantas veces a lo largo de mi vida; aunque vestido de otros tonos, circunstancias y colores:
Era una de esas mañanas en las que tenía demasiado que hacer y demasiado poco tiempo, no podía detenerme ni un segundo más de lo necesario, corría el riesgo de que mi madre quedara sola por unos momentos. Tenía que bajar a por algo necesario e importante y no podía entretenerme con nada.
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Como de costumbre en los últimos tiempos, salí a la calle siempre apurando, sé que eso no es un buen consejo; pero hay momentos en la vida que las cosas van como nos lo podemos permitir.
Nunca puedo olvidar lo que hacía mi madre cuando yo era niña, cada vez que veía a alguien pidiendo en la calle, sentía compasión, y siempre tenía algo para compartir con quien creía necesitado. Yo adquirí esa preciosa costumbre, hasta que la vida me enseñó que hay quien pide porque realmente necesita y quien pide porque es más cómodo.
Recuerdo cuando era una jovencita que siempre, cuando regresaba de clases de inglés, uno de los días de la semana ya en la noche, había una mujer simulando que le faltaba una pierna, vestida como una pordiosera y era una actriz de primera categoría. Lo cierto es que siempre me compadecía y sacaba lo que podía para dárselo.
Una noche, por esas cosas que el Señor y la vida te pone delante, me la encontré en un portal quitando toda clase de vendas y demás…. Ni le faltaba ninguna pierna, ni supongo que mucho más; aquella fue la primera vez que me llevé una decepción grande en este sentido.
El día pasado estaba comprando, y se me acercó una mujer con aspecto y acento de alguien que no sabría concretar, alguien europeo. Era una mujer que llevaba entre las manos un saco bueno de patatas, y no de las peores y comenzó a contarme un cuento chino y a pedirme dinero para poder comprarlo. Estaba cerca una empleada de aquel lugar y le pregunté, no me podía decir… ¡Ni caso que es mentira! Pero la verdad es que me contestó de un modo en el que yo me tenía que haber dado cuenta de que todo aquello era un montaje, pero iba con tanta prisa, que abrí mi monedero y le di lo que me pedía. Cuando se fue, me dijo la empleada, te lo estaba diciendo pero ni te enteraste… La verdad es que cosas por el estilo me han sucedido unas cuantas veces en la vida, y no sólo pidiendo dinero; en alguna ocasión me he sentido directamente utilizada, y cuando me dí cuenta del engaño, poco menos que recibí la “mala ventura”. Lo más triste en este sentido para mí, es cuando esta picaresca de toda la vida, ha ocurrido y en ocasiones de modo bien grande, en lugares en los que jamás deberían ocurrir, pero a mí me ha ocurrido unas cuantas veces y conozco unos cuantos casos a nivel mucho mayor. Las personas son personas, y bien sea que necesiten o no, saben bien que un cristiano verdadero o una iglesia realmente del Señor, son un terreno abonado para conseguir lo que quieran y del modo que pretenden.
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Vivimos tiempos en los que las iglesias estamos recibiendo a hermanos de todos los lugares, la vieja emigración española, especialmente gallega, hoy da la vuelta y recibimos a mucha gente de otros lugares, lugares distintos, perfiles de personas muy diferentes, y nuestro corazón se compadece, y ayuda ¡claro que ayuda! De diferentes modos y cauces. Normalmente la gente que llega es buena, trae cartas de recomendación, necesita de nosotros y son nuestros hermanos… creo que todos conocemos y vivimos esto. Hay iglesias con estructuras fuertes, otras lo hacen como pueden; pero creo poder decir que siempre se ayuda. Aunque sigue existiendo la picaresca, y muchas cosas más, se trata de la vida, de personas que... ni sabemos y ocurre lo de la mujer del saco de patatas.
Estamos en época de Navidad y la verdad es que mi corazón, al que le han tomado el pelo unas cuantas veces, sigue sintiendo pena y compasión por todo aquel que me necesita, tanto personalmente como formando parte de la iglesia y su labor en este sentido.
Hoy estoy especialmente sensibilizada por todas estas cosas, y hay ocasiones en las que personalmente me tengo que poner delante del Señor para saber como actuar.
Puedo dejar que el dolor de experiencias pasadas me marque para siempre y cierre mi corazón perpetuamente, o puedo actuar con toda la sabiduría que mi Señor y mis hermanos me den. No es fácil. ¡En absoluto! Cuando se trata de algo a nivel iglesia, los filtros son más fuertes y creo que todos participamos con gusto en este tipo de ofrendas especializadas; cuando se trata de algo personal, las cosas cambian de un modo importante, intentas ayudar, llevar a la iglesia y a las ayudas que pueden recibir en cualquier sentido, pero nunca se sabe como van a terminar las cosas.
He conocido personas maravillosas que han venido a por ayuda y resultaron la bendición más absoluta, y también he conocido a otras que entraron como hermanos a los que había que ayudar, y se han llevado a un marido y el dinero. Recuerdo una ocasión en la que hospedamos en nuestra casa a dos hombres, uno era como discípulo del otro y supuestamente eran siervos de Dios, ni me acuerdo de sus nombres, ni de la razón por la que estuvieron en nuestra iglesia. Les ofrecí lo mejor que tenía de mí y de mí misma, para que se sintieran acogidos y a gusto. En un momento en el que mi marido se levantó de la mesa por algún motivo, creían que no les iba a entender, hablaban inglés entre ellos, y de repente veo al más mayor echarse sobre la silla, cuando miré para abajo vi que se había quitado los zapatos y le decía al más joven… “I don‘t like fish…. uffff! Y en un tono y maneras de lo más despectivo. Lo cierto es que casi me echo a llorar.
Supongo que todos tenemos mucho que contar en este sentido, y en estos precisos momentos me asaltan muchos pensamientos en cuanto a estas plazas difíciles de torear. Termino con algunas frases que espero que nos ayuden a todos:
- Relación de Onésimo y Filemón, el mandato de Pablo y la restauración. (Repasar la epístola de Pablo a Filemón)
- “Pero la sabiduría y el poder son de Dios, y suya también la decisión inteligente.” Job 12:13.
- “En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.” Hechos 20: 35.
- “Dios te escucha en silencio, te observa sin criticar, va siempre contigo, te dirige y bendice tu camino; porque para él, tú eres un tesoro muy especial.”
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