Sifra y Puá, desafiando al Faraón

“Haz una cosa al día que te dé miedo”.

Eleanor Roosevelt

“Qué maravilloso es que nadie necesita esperar un momento antes de comenzar a mejorar el mundo”. 

Ana Frank

“He aprendido que la gente olvidará lo que has dicho, olvidará lo que hiciste, pero no olvidará nunca lo que les hiciste sentir”. 

Maya Angelou

“En lugar de dejar que tus dificultades y fracasos te desalienten, deja que te inspiren”. 

Michelle Obama

“El coraje es como un músculo. Lo fortalecemos usándolo”. 

Ruth Gordo

“Cuántas preocupaciones se pierden cuando alguien no decide ser algo, sino alguien”. 

Coco Chanel

“Son nuestras elecciones las que muestran quienes somos realmente, mucho más que nuestras habilidades”. 

J.K. Rowling

“No dejes de intentar hacer algo que realmente quieres hacer. Donde hay amor e inspiración, no creo que te puedas equivocar”. 

Ella Fitzgerald

Encontramos la preciosa historia de dos mujeres valientes que le hicieron frente al mismísimo Faraón, en el capítulo primero de Éxodo:

“Y habló el rey de Egipto a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifra, y otra Púá, y les dijo: Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo, matadlo; y si es hija, entonces viva. pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños. Y el rey de Egipto hizo llamar a las parteras y les dijo: ¿Por qué habéis hecho esto, que habéis preservado la vida a los niños?. Y las parteras respondieron a Faraón: Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias; pues son robustas, y dan a luz antes que la partera venga a ellas. Y Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera. Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias”.

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Entiendo que es bien conocida esta historia bíblica por parte de todos nosotros, y en un día de esos tan característicos de mi tierra gallega, lleno de frío y de niebla, sobre un océano que siento dentro de mí como más que helado, cuando la tentación de descansar, de que ya he dado lo mío en la vida, viene a mi corazón y a mi mente la historia de dos preciosas mujeres que no tenían por qué haber hecho lo que hicieron, enfrentarse directamente al Faraón; eso sí, con muchísima sabiduría. No fueron mal encaradas, de frente, o algo que habría estropeado, en primer lugar los planes de Dios, y en segundo los de ellas mismas.

Quiero detenerme por un momento en los nombres de estas dos mujeres tan especiales.

Sé bien que según la fuente, son escritos de diferente modo e incluso su significado puede variar un poquito. Después de haber contrastado muchas fuentes, me quedo con lo que me parece más  coherente y correcto, además de más común en todos los lugares consultados…

SIFRA significa hermosura, belleza, brillo, esplendor….

PUÁ, nos lleva a pensar en un significado, bien diferente; pero no por ello menos hermoso… mujer no tan bella, una mujer que llevaba sobre su rostro marcas patentes en cada arruga de su rostro; pero de quien se dice que era justa, leal y esplendorosa en todo lo que se proponía.

Hay algunas lecciones que podemos tomar de estas dos mujeres tan especiales. Durante siglos las mujeres han sido menospreciadas, humilladas, enseñadas a … como mucho aprender desde el silencio, y ha sido demasiado el sufrimiento común a muchísimas mujeres a lo largo de la historia por estos motivos. Claro que Jesús vino a liberarnos de las cadenas que se nos habían impuesto, y muchas mujeres durante el ministerio público de Jesús pudieron experimentar esa preciosa liberación; pero cuando simplemente miramos a nuestros días, por mucho que se diga o se publique, cualquiera de nosotras somos conscientes de que esa especie de maldición sobre nosotras mismas, sigue vigente de algún modo. Son muchas las que prefieren callar, no confrontar absolutamente nada… lo cierto es que aquello de “la pata quebrada” es muchísimo más sencillo que ser decididas para luchar por lo que consideramos justo delante de nuestro Dios, y si hay que hacerle frente y cara a lo que sea, siempre valdrá la pena; puesto que nuestro Dios traerá recompensa, por mucho que nos dejemos en el empeño.

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De nuevo, el plan malvado del Faraón fue frustrado, simplemente por dos mujeres valientes… Sifra y Puá. El versículo clave indica que las parteras “temieron a Dios’”y salvaron a los niños. El pensamiento apropiado de “su temor” a Dios no fue que le tuvieran miedo, sino reverencia y amor hasta el punto que no podrían violar sus conciencias al cumplir el mandato del Faraón; aunque las pusiera en gran peligro. Sabían y eran conscientes que los mandamientos de Dios debían ser obedecidos, no los del hombre, incluso de uno tan poderoso como el  mismísimo Faraón de Egipto. Y en un momento de mi vida que tal vez me pueda el frío o el cansancio en todos los sentidos, quizá sea más sabia y no me enfrente de modo fuerte y encarado; pero sí con la misma decisión que me ha caracterizado siempre. Cuando se trata de luchar por obedecer a Dios y, tal vez lleve implícito acometer una empresa dura, puede que la tentación de callar, o de dejar que las cosas sucedan sin que yo mueva un solo cabello suene fuerte dentro de mí o venida por parte de otros, pero no quiero ni puedo obedecer a los hombres antes que a Dios, y mientras él me pida tomar sus armas en mi mano y ser decidida confiando en él…. sé demasiado bien que siempre valdrá la pena decidirme a obedecer, a luchar por lo justo… y en mi obediencia, inexorablemente llegará su bendición.