¡Quiero tener un encuentro con Dios!

En este día feliz, en este santo lugar,

Quiero tener un encuentro con Dios;

Si su amor es real y se puede gozar,

Quiero tener un encuentro con Dios.

Quiero tener un encuentro con Dios

En este santo lugar de oración,

Quiero oírle hablar y a sus pies adorar;

Quiero tener un encuentro con Dios.

Cuando dijiste: buscad con todo el alma mi faz,

Entonces mi corazón dijo así:

Yo tu faz buscaré y te pido con fe,

Señor, no escondas tu rostro de mí.

No recuerdo cuantos años hace, pero ocurrió en el Retiro de mujeres de Galicia, REMUGA. Era la noche en la que cada iglesia representada tenía una participación, cuando le tocó el turno a la preciosa iglesia de Villar, un emblemático lugar donde comenzaron en nuestra tierra gallega al principio de los años cincuenta, los primeros Estudios Bíblicos, apuntando ya al estilo campamentos, por donde han liderado, enseñando y pasado, siervos de Dios de la talla de Edmundo Woodford, Mariano SanLeón, Ernesto Trenchard... y un precioso elenco de personas inolvidables a los que yo conocí, ya en su ancianidad. Allí se gestaron otros siervos de Dios, jóvenes en aquella época; hay mucho escrito sobre esto, y aquello comenzó mientras pastoreaban aquella queridísima iglesia, Celestino Puente y Ruth Dodd. Los padres de mi querida, amada y recordada doña Ruth –¡lo siento!, pero aunque ya sé que no es la norma actual, me cuesta muchísimo quitarle el doña, igual que el don a los citados anteriormente–, fueron quienes llevaron el mensaje del Evangelio y abrieron obra en lo que era una aldea verde y preciosa de mi Galicia, donde luego se abriría y consolidaría una preciosa capilla, obra y campamentos de jóvenes y adolescentes que duran hasta el día de hoy, en donde hemos aprendido y disfrutado generaciones y generaciones de chicos y chicas, entre ellos, yo misma.

En aquella bendita noche de Retiro, cuando anunciaron a la iglesia de Villar, se me llenaron los ojos de lágrimas… Comenzaron a salir tres ancianas, bien ancianas y muuuy especiales: Ruth, Lina y Adelina. ¡Por supuesto! La primera en salir fue Ruth, mi querida y recordada Ruth, a quien le hice una entrevista en este mismo medio cuando cumplió 100 años: ‘Ruth Sánchez, un siglo con Jesús’, en este mismo mes del año 2014. Ruth era una auténtica institución por miles de motivos; a su lado estaba Lina, una mujer de Dios que fue la cocinera de aquellos campamentos durante muchos años, y en tercer lugar mi querida Adelina, la más joven de las tres. La voz cantante la llevaba Ruth, ¡faltaría más!, y realmente fue precioso.

Claes en Villar durante 1953.

[photo_footer]Clases en Villar durante 1953.[/photo_footer]

Hace unos días, pasé uno de esos en el que no paré en todo el día en todos los modos que os podáis imaginar, después de una conexión por Zoom tarde en la noche, algo que me resultó de mucha bendición, estaba realmente cansada; pero lo cierto es que también desvelada, de modo que me apetecía mucho entrar a ver una reunión que tenía pendiente para disfrutarla, nunca encontraba el momento; así que en la soledad de la noche me recliné sobre mi silla, me puse unos cascos para no despertar a nadie, y comencé a disfrutar de aquella reunión. No tengo palabras para expresar lo que pude sentir en aquella bendita noche, la alabanza, no sólo era preciosa y de mucha calidad; sino que iba perfectamente hilada sobre el tema de la presencia absolutamente imprescindible de Dios en cada momento de nuestras vidas. La hermana que dirigía todo aquello fue al Arca, el tiempo que estuvo en la casa de Obed-Edom, la obediencia y la bendición… Uza… David… Un joven cantó de un modo sublime una preciosa canción en este sentido, y más tarde llegó la predicación a cargo del Pastor principal de aquella iglesia. La verdad es que no tengo palabras para expresar todo lo que sentí, el tema seguía versando sobre la presencia del Señor en nuestras vidas, pero le dio un giro a tener un encuentro con Dios, fue a Jacob, Peniel, el cambio que ocurre en nuestras vidas cada vez que tenemos un encuentro real y especial con nuestro Dios... y en ese justo momento, vino a mi mente y a mi corazón la escena y el himno que os he dejado al principio.

No sé el motivo, tal vez estuviera aquella noche un tanto cansada y sensible, pero tengo que decir que sentí la presencia de mi Señor tan cerquita de mí, que me faltan palabras para poder explicarlo; cuando cerré los ojos, me quedé dormida muy rápido, pero podía sentir al Señor cercándome, abrazándome y acurrucándome… y mientras me estaba quedando dormida, se entremezclaba lo que acababa de ver y aquella noche de retiro con mis tres amadas ancianas cantando aquel viejo y precioso himno.

[photo_footer]Ruth Sánchez en su 100 cumpleaños.[/photo_footer]

Lo cierto es que tuve que madrugar al día siguiente, más de lo habitual; pero como cada mañana de mi vida antes de nada….. bueno…. un cafecito, busqué al Señor y leí mi devocional diario, y no daba crédito, aquello me seguía hablando de la presencia del Señor en nuestras vidas. En pocos minutos tenía que ir al grupo de mueres, era día de devocional y la querida hermana que lo trajo... vuelvo a quedarme sin palabras…. Trajo el mismo tema y de un modo espléndido, es alguien que me ayudó muchísimo por años en radio, y sé su modo de hacer un comentario; realmente no esperaba menos de ella. Nuevamente trajo el tema de la presencia, pero como iba dirigido a mujeres fue a la época en que tenemos niños pequeños y la moda pediátrica cuando sus hijos eran pequeños…. A mí no me resultaba extraña, mi abuela me habló un día de una mujer inglesa y un tema real, y el pediatra de mis propios hijos estuvo años en Alemania y trajo temas novedosos por aquel tiempo en España. A las mujeres latinas, y además gallegas, ese tipo de cosas nos cuestan mucho, la hermana hablaba de cuando un pequeñito llora y aquella moda recurrente de “déjalo llorar, ya callará”. A ella le era imposible y a mí también; todavía recuerdo a mi primera hija, era incapaz de dormir si la cuna estaba lejos o no podía sentir el contacto de su madre de algún modo, reconozco que jamás se lo negué, y ¡jamás me pesó!

Cuando hoy soy yo la que despide a mi madre cada noche, lo último que hago es echarle crema, colonia fresca de la que le gusta rociada sobre la cama y llenarla de besos y un… “te quiero mucho mamá”, muchas veces entre lágrimas. El tema de la presencia de Dios en mi vida sigue tocando con fuerza mi corazón.

[photo_footer]La capilla de Villar.[/photo_footer]

Recuerdo con mucho cariño, el Salmo que leía mi papá con insistencia en sus últimos tiempos, sobre el que mi esposo predicó en el entierro a petición mía, el Salmo 71…

“Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza,

Seguridad mía desde mi juventud.

En ti he sido sustentado desde el vientre;

De las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó;

De ti será siempre mi alabanza. 

Como prodigio he sido a muchos,

Y tú mi refugio fuerte.

Sea llena mi boca de tu alabanza,

De tu gloria todo el día.

No me deseches en el tiempo de la vejez;

Cuando mi fuerza se acabare, no me desampares”. 

Salmo 71: 5 – 9

Y en este amanecer de un nuevo día, todo este tema llena mi corazón de un modo más que especial. Pueda pasar por las alegrías más grandes, o por los valles de sombra más profundos, sé demasiado bien que el Señor de mi vida me susurra al oído continuamente….

“...Mi presencia irá contigo, y te daré descanso” (Éxodo 33: 14)

¡Gracias Dios bendito de mi existir, que me llamaste para ti un día ya lejano en el tiempo; porque sé demasiado bien que esa realidad ha sido y será siempre una verdad absoluta en mi vida, hasta que sea inmensa, preciosa y perpetua, cuando esté en Gloria!