Cómo actuar frente una ofensa

“El perdón es la fragancia que la violeta derrama sobre el talón que la aplastó”.

Mark Twain

Ayer era uno de esos días en que me parecía tenerlo todo bien organizado, planificado… tenía mucho por hacer, y algo que tendría que tener ya terminado y entregado, algo importante para lo que nunca encuentro tiempo de cerrar de una vez, algo mío que estaba casi a punto de acabar; tanto es así que realmente lo daba por hecho. Pero que verdad es que aquel refrán sacado de la Escritura… ”El hombre propone y Dios dispone”, se hizo una realidad en ese día. Todo mi plan perfectamente organizado, tanto para el día como para los siguientes, se me vino abajo como un naipe.

No me acosté tarde y estaba realmente cansada, pero cuando me desperté en la madrugada, mi mente no paró de dar vueltas y más vueltas; fue entonces cuando comencé a recordar unas cuantas cosas vividas.

Hace ya unos cuantos años, todavía teníamos reciente la partida con el Señor de mi papá, apareció por nuestra iglesia un señor que lo tenía todo absolutamente estudiado, se acercó a mí y se presentó con un nombre que no me sonaba de nada, pero comenzó a mostrar una alegría inmensa por encontrarme, me dijo que había sido un querido amigo de mi padre, dijo que era psiquiatra y me pidió saludar a mi mamá…. Nos abrazó, comenzó a dar datos tan reales, tan absolutamente reales, que solo alguien que lo hubiera conocido y querido mucho podría haberlos proporcionado. 

Aquel hombre siguió frecuentando nuestra iglesia, y un buen día le sugerí a mi mamá el invitarlo a comer; sabía como comportarse, fue una comida de domingo muy agradable y de recuerdos inolvidables para nosotros. Un buen día, me llamó diciendo si mi mamá le podía dejar una cantidad de dinero, no entendí la excusa que me puso, era algo transitorio, y en la semana se lo iba a devolver. Y ni me explico como caímos en la trampa. ¡Por supuesto! Era un estafador de primera linea, lo llevaba todo al milímetro, al milímetro con pelos y señales. Hablándolo con unos queridos hermanos y un tercero, nos enteramos de algo realmente grave con respecto a este individuo, estaban ocurriendo cosas muy fuertes con una chica joven a la que todos conocíamos y queríamos, cosas también inexplicables de creer; porque le ocurría lo mismo que nos ocurrió a nosotras, era convincente a morir y cayó en su trampa.

Yo estaba realmente disgustada, y hablamos mucho entre aquellos hermanos y yo. Un día en el que mi disgusto pasó a otro estado que ni quiero decir, llamé al Colegio Médico de esta ciudad donde todavía guardaba contactos, y le pedí a un muy buen y querido amigo si podría buscar en los libros si realmente existía aquel nombre y como psiquiatra; después de días, muchos días de búsqueda, resultó que aquel individuo jamás estuvo colegiado, todo había sido un engaño. Mi disgusto iba cambiando de nombre por minutos, y añadido a algo mucho más grave como lo de la chica a la que apoyamos con toda nuestra fuerza aquellos hermanos y yo, ya eran palabras demasiado mayores y estábamos desmarcados. Con las oraciones y toda la ayuda que pudimos ofrecer, aquella joven pudo ver la luz y escapar de aquellas garras. Uno de los hermanos quería denunciar, lo cierto es que era totalmente denunciable; pero dado que todo se había resuelto, los demás decidimos dejarlo estar.

Hace un tiempo, le hice una entrevista a una joven que había sufrido abusos sexuales por años en su adolescencia, algo que la chica silenció por miedo, amenazas y demás, y todo aquello la llevó a una situación que casi le cuesta la vida. Cuando en el último intento de suicidio vio la muerte de cerca, sintió al Señor de un modo tan especial que confesó toda la situación a sus padres, quienes la apoyaron en todo momento, y el Señor, el amor de su familia y muchísima terapia hicieron que aquella preciosa vida fuera restaurada. Al principio no quería denunciar, pero un día lo hizo, aquello terminó con más chicas que habían callado por años y aquel sujeto acabó con sus huesos en la cárcel.

¿Quién no ha sufrido o conocido historias así? Supongo que todos, y aquí viene la disyuntiva entre la idea de la preciosa frase que os dejé al principio, esa idea dio lugar a historias muy bonitas, acerca del aroma que desprende una violeta cuando es pisada, algo real.

Y ¿cómo no? en la Escritura encontramos textos para todo y para toda ocasión:

“Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”. (Efesios 4: 32)

Pero, ¡cuidado! No saquemos esto fuera de su contexto. Existen otro tipo de situaciones que sí considero correctas, como la denuncia de la chica que cité anteriormente.

Cuando mi día de ayer seguía su curso y las cosas se iban trastocando cada vez más, me llegó la guinda final, alguien querido, se puso en contacto conmigo para preguntarme si no había visto algo en un lugar; realmente no entendía nada, pero fui a mirar inmediatamente. Lo que vi me dejó los ojos como platos, pero no el corazón encogido; tenía la conciencia demasiado tranquila. Alguien acusaba olímpicamente a algún medio y a algunas personas, entre las cuales estaba yo, vi que alguien bueno intentaba convencer a aquella persona de que no era el foro adecuado para decir aquellas…. no sé como definirlo, sería demasiado fuerte, y yo no soy así. Lo cierto es que no me inmuté demasiado, pero llamé a alguien de toda mi confianza; porque realmente no conocía demasiado a la persona en cuestión. Y delante del Señor decidí que las cosas hay que tomarlas de quien vienen, y tomé la decisión, por muy inverosímil que os pueda parecer, de actuar como la violeta. Sí hubo algo que me dolió y preocupó, entre las pocas personas que reaccionaron a aquello, había alguien que sé positivamente que sin ningún tipo de maldad, aprobó lo que acababa de leer; esto me preocupó, porque el poder de las palabras, puede hacer demasiado daño a algunas o a muchas personas.

¿Debí de denunciar al estafador del principio?, Posiblemente sí, tal vez era demasiado joven o demasiado poco consciente de que la situación podría repetirse con otras personas; la situación, a fin de cuentas... nosotros supimos la verdad y aquella preciosa joven salió con bien. 

Lo de la chica de los abusos, eso es demasiado fuerte para mí, y apoyé su decisión públicamente en aquella entrevista a través de Zoom.

¿Otro tipo de cosas como esto último?,Decidí y sigo decidiendo actuar como la preciosa violeta, a fin de cuentas es el Señor quien pone todas las cosas en su lugar. Pero una advertencia con cariño, tengamos cuidado con lo que opinamos y decimos, en muchas ocasiones sin saber, puede ser nuestra opinión; pero podemos hacer mucho daño a personas inocentes, y eso sigue viéndolo el Señor y será quien actúe en consecuencia.

No quisiera dejar un regusto amargo, no es mi estilo, os dejo algo bonito que dulcifique nuestras almas…