Si se compara el texto completo del ADN humano con el del simio, los parecidos son notablemente inferiores. De entrada, ni siquiera tenemos el mismo número de cromosomas.
Cuando la revista Nature[1] publicó en 2005 el primer borrador de la secuencia del genoma del chimpancé, los medios de comunicación dijeron, de manera sensacionalista, que los seres humanos y estos simpáticos simios éramos idénticos en un 99% de nuestro ADN. Y, aunque posteriormente esta cifra se fue rebajando ligeramente, lo cierto es que tal idea ha quedado impresa en la mentalidad del público en general, como si realmente se tratara de un hecho confirmado por la genética. Sin embargo, no es así.
¿Cómo es posible que seamos genéticamente tan similares a los chimpancés cuando solamente somos idénticos en un 50% a cada uno de nuestros propios padres biológicos, que son de nuestra misma especie? La respuesta está en una simple frase que las revistas divulgativas no supieron (o no quisieron) ver. La nota de prensa que difundieron en su momento los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos, en relación a la publicación del genoma del chimpancé, decía: “La secuencia de ADN que puede compararse directamente entre los dos genomas es casi idéntica en un 99%”.[2] Es decir, que las secuencias de ADN de humanos y chimpancés son idénticas en un 99%, ¡en aquellas regiones en que son idénticas en un 99%! ¿Y en las demás regiones?
Si se compara el texto completo del ADN humano con el del simio, los parecidos son notablemente inferiores. De entrada, ni siquiera tenemos el mismo número de cromosomas. Nosotros poseemos 23 pares en cada núcleo celular y ellos 24. Las diferencias son enormes cuando se analiza toda la longitud de nuestras secuencias de ADN. Hay fragmentos que no existen, otros han sido introducidos, copiados, rotos o cambiados de lugar. Pero para comparar genomas, ¿no habría que tener en cuenta toda la información de tales fragmentos diferentes? ¿Por qué se consideran poco relevantes las diferencias y, en cambio, se valoran tanto los parecidos? Lo que hicieron los genetistas fue centrarse exclusivamente en las secuencias que se parecían y podían alinearse, con el fin de buscar similitudes, y despreciaron las demás que no era posible alinear. Y, claro, encontraron hasta un 99% de similitudes. Sin embargo, al hacer esto, dejaron fuera del estudio unos 1.300 millones de bases nitrogenadas de ADN. Es decir, el 18% del genoma del chimpancé y el 25% del genoma humano.
Un dato significativo mencionado en el estudio en cuestión es que el 29% de las proteínas humanas también se dan en el chimpancé. O, dicho de otro modo, el 71% de las proteínas humanas no están presentes en los chimpancés. ¿Cómo es posible que si nuestro ADN es un 99% idéntico al de estos simios, las proteínas que origina dicho ADN sean por el contrario tan diferentes? ¿No será que no nos parecemos tanto como se dice? En resumen, afirmar que somos casi idénticos a los chimpancés desde el punto de vista genético es una gran simplificación que no corresponde a la realidad.
Notas
[1] Ver más aquí.
[2] Ver más aquí (itálicas añadidas).
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