El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Si se compara el texto completo del ADN humano con el del simio, los parecidos son notablemente inferiores. De entrada, ni siquiera tenemos el mismo número de cromosomas.
Ningún versículo de la Biblia permite suponer que alguna especie de mono hubiera sido alguna vez autóctono de Israel.
El ser humano no mejora por la competición, el conocimiento, la experiencia o la huida de la realidad. Lo que necesita es salvación.
Estos monos se caracterizan por tener el rostro semejante a los perros y el pelo bastante largo, sobre todo en los machos adultos.
La zoología actual distingue entre “mono” y “simio” en función de si presentan o no esa curiosa extremidad posterior del cuerpo y de la columna vertebral que se conoce como “cola”.
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