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Carta de conversión de Manuel Aguas: a 150 años (I)

La carta en la que Manuel Aguas daba cuenta de su conversión al protestantismo, causó una gran conmoción en la ciudad de México.

KAIRóS Y CRONOS AUTOR 84/Carlos_Martinez_Garcia 24 DE ABRIL DE 2021 23:00 h
Manuel Aguas, grabado de 1874.

Al igual que Lutero, en un mes de abril, Manuel Aguas defendió su rompimiento con la Iglesia católica. El ex monje agustino lo hizo en la Dieta Imperial de Worms, ante la que compareció 17 y 18 de abril de 1521. El ex sacerdote dominico tomó acción el 26 de abril de 1871.



Inicialmente sin saberlo, siguió la senda de Martín Lutero. Como el teólogo alemán, Manuel Aguas leyó la Biblia y sus descubrimientos le convencieron de romper con la Iglesia católica romana. En respuesta, la institución eclesiástica lo excomulgó. A su vez, Aguas desconoció la excomunión y encaminó sus pasos a la consolidación de una opción eclesial libre del dominio católico romano. Es decir, caminó la misma senda que Lutero en el siglo XVI.



La carta en la que Manuel Aguas daba cuenta de su conversión al protestantismo, causó una gran conmoción en la ciudad de México. El escrito de Aguas fue publicado en El Monitor Republicano, el 26 de abril de 1871. Se reprodujo en otros periódicos del país, en lugares tan lejanos como Yucatán,1 a donde lo manifestado por él tardó en llegar varias semanas por las escasas vías de comunicación entonces existentes. Después la misiva fue impresa en varias ediciones como folleto.



Francisco Aguas (soldado español) y Marcela N. procrearon dos hijos, uno del mismo nombre del padre y otro, Manuel, que nació en 1830, en Mapimí, Durango.2 Sobre su lugar y año de nacimiento, un amigo y discípulo, afirma en una conmemoración de la muerte de Aguas, que el lugar del natalicio es el pueblo de Jocotitlán, estado de México, en 1826.3 Consigno el dato, y a la vez subrayo que la versión sobre el nacimiento de Aguas en Mapimí, y en el año primeramente mencionado, proviene de 1900 y es de su hijo adoptivo, Primitivo Abel Rodríguez.4



La familia se traslada a la ciudad de México, donde Manuel hace sus estudios universitarios y musicales. A la edad de veinte años ingresa a la orden de los dominicos. En 1857, cuando el gobierno liberal ordenó “la exclaustración de los monjes de Santo Domingo, Aguas aprovechó el cese momentáneo de sus obligaciones pastorales para estudiar medicina homeopática.5 Como tesorero que era del centro educativo, entregó al gobierno civil 9 mil pesos “que era todo lo que obraba en su poder”.6 Por más de siete años había manejado los intereses del clero como procurador del Colegio de Porta Coeli.7 El Colegio fue fundado por los dominicos en 1603, y “edificaron también un templo, que se dedicó en 1711; la fachada barroca la modificó el arquitecto Luis Anzorena en 1891, para ponerla a la moda del estilo neoclásico. El arco de ingreso es de medio punto, flanqueado por pares de pilastras que sostienen un entablamento. Sobre éste, un frontón triangular roto en el centro, permite alojar la ventana del coro. Destaca un gran escudo con una cartela que reza “Terribilis est locus iste. Domus Dei est, et Porta Coeli”,8 cita de Génesis 28:17, la cual traduce así la Biblia Reina-Valera 1960: “¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo”.



Benito Juárez decretó la Ley de Nacionalización de los Bienes del Clero en junio de 1859. Al comenzar su aplicación en febrero de 1861, del conjunto quedó el templo y el resto de la propiedad fue dividida en lotes para ser vendidos a particulares. Lo que hoy permanece es el templo, ubicado en Venustiano Carranza número 107, a una calle de Correo Mayor, en el Centro Histórico de la capital mexicana. Desde 1952 el templo es lugar dedicado al culto del rito greco melquita (o melvita).9



En 1863, las autoridades de su orden dejan a Manual Aguas a cargo del curato de Cuautla, Morelos, donde permanece dos años. El templo se atiborraba de feligreses para escuchar sus intensos sermones.10 Vuelve a la ciudad de México en 1865, se desempeña como capellán del Colegio Santa Isabel, en donde el ya para entonces reconocido político y escritor Manuel Payno imparte la materia de historia.11 Se involucra más en actividades docentes y el 16 de enero de 1865 abre cursos en el Colegio Guadalupano, en donde también funge como director. En poco tiempo el plantel alcanza alta reputación.



A la par de sus tareas educativas, Aguas predica en el templo de San José de Gracia, donde la muchedumbre llena el lugar para oír las enseñanzas del dominico. En el año escolar de 1867 deja la dirección del Colegio Guadalupano. La ceremonia de cursos de ese año lectivo la encabeza el escritor José María Rodríguez y Cos.12 En 1869 asume la dirección del Colegio Guadalupano José Fermín Meléndez.13



Durante el sitio de las fuerzas republicanas que comanda Porfirio Díaz contra los últimos reductos militares fieles al emperador Maximiliano (quien ya había sido apresado en Querétaro, en junio de 1867), Manuel Aguas compra con sus propios recursos alimentos y los reparte a los pobres.14 En ese mismo 1867, Benito Juárez entra victorioso a la capital del país (15 de julio)15, de la que había salido cuatro años antes. En un manifiesto dado para la ocasión, Juárez comunica que: “Salió el gobierno para seguir sosteniendo la bandera de la patria por todo el tiempo que fuera necesario, hasta obtener el triunfo de la causa santa de la independencia y de las instituciones de la República”.16



Al inicio del segundo semestre de 1867, ante la insistencia de otros sacerdotes dominicos, muda su ministerio al curato de Azcapotzalco, en aquel entonces un poblado aledaño a la ciudad de México.17 Como párroco en el lugar, explica, “combatía al protestantismo con todas mis fuerzas, y aun hice que algunos protestantes se reconciliaran con la Iglesia Romana”.18



Manuel Aguas ofició como sacerdote católico romano en la capilla de San Francisco, perteneciente al convento que los dominicos tenían en Azcapotzalco. La orden de los dominicos se estableció en la población alrededor de 1528-1529. El convento dominico, describió Jorge Alberto Manrique en 1963, “está situado al oriente de la plaza principal del lugar, llamada actualmente Hidalgo, y que es el centro del viejo pueblo de Azcapotzalco […] Ocupa la casi totalidad de la gran manzana en que se encuentra, y podemos fácilmente suponer que el palacio municipal (ahora Delegación del Departamento del D. F.) y la biblioteca Bartolomé de las Casas —las otras dos construcciones de cierta importancia en la misma manzana— están construidas en terrenos que pertenecieron al propio convento”.19



El conjunto de los dominicos se construyó sobre “el lugar consagrado a los dioses de los tepanecas […] Muy probablemente la sede de la primitiva fundación del convento es la actual capilla de San Francisco; ella es, casi seguramente, la primera iglesia que los dominicos construyeron en Azcapotzalco”.20 La mencionada capilla data del siglo XVI, en el XVII fue construida la del Rosario. En dichos lugares desarrolló Manuel Aguas su ministerio parroquial en Azcapotzalco.



En una carta fechada en octubre de 1871, en la que Aguas da cuenta de su itinerario, que él llama “del romanismo a la verdadera religión”, escribe que entre sus tareas como párroco estaba enseñar sobre la “pestilencia [del protestantismo] que vendría a hacernos en México más desafortunados que nunca”.21 Se daba tiempo para combatir una presencia que no era imaginaria, ya que desde los primeros años de la década de los sesentas del siglo XIX en la ciudad de México se fueron enraizando núcleos de creyentes evangélicos.



En Azcapotzalco se presentó ante él un “individuo que dijo ser protestante, y después de una discusión que se prolongó hasta entrada la noche, el protestante se reconcilió con la Iglesia romana, dejó los folletos que llevaba y el cura se puso a leerlos”.22 Esta lectura le lleva paulatinamente a replantearse sus creencias religiosas.



Antes de proseguir con el proceso de cambio en Manuel Aguas, es de notar que su encuentro con protestantes en Azcapotzalco señala hacia el centro de la ciudad de México, en ese entonces una zona lejana, donde se localizaba el núcleo liderado por Sóstenes Juárez.23 Éste formó parte de la Sociedad Evangélica ubicada en la calle San José el Real número 21, vía que cambió su nombre en agosto de 1910 por el de Isabel la Católica.24 En 1864 el grupo comenzó a reunirse en la dirección mencionada, primero en la planta baja y después en el tercer piso.25



El activismo del núcleo de San José el Real en el reparto de literatura protestante tiene alcances geográficos importantes, va más allá de las calles céntricas en la capital y trasciende, entre otros lugares, a la villa de Azcapotzalco. Tras la lectura de los materiales y la Biblia, y durante algún tiempo, Manuel Aguas se replantea si continuar, o no, ejerciendo el sacerdocio católico romano. Decide hacer un alto en los primeros meses de 1868.26



De Azcapotzalco es promovido para ser el confesor oficial de los canónigos de la Catedral Metropolitana, en la capital del país. Entre sus deberes estaba predicar con cierta regularidad ante el capítulo catedralicio. Aguas entra crecientemente en una crisis de fe. Menciona que “no tenía paz en el alma, dudaba de mi salvación, y nunca creía que estaba haciendo suficientes obras para obtenerla”.27



Como otros sacerdotes católicos que en la historia han comenzado un proceso de acercamiento al protestantismo, Manuel Aguas sigue con su ministerio, pero deja de enseñar ciertos dogmas peculiares del catolicismo para hacer predicaciones más bíblicas. Esto sucede mientras le corresponde predicar en la Catedral de México. Es así que por dos años, mediados de 1868 a septiembre de 1870, atrae público interesado en sus predicaciones, a la vez que “durante este tiempo los canónigos estaban algo inquietos por los sermones de Aguas, pues se fijaban que nunca en ellos se refería a los santos e indulgencias”.28



El último sermón de Manuel Aguas en la Catedral Metropolitana tiene lugar el 4 de octubre de 1869, día de San Francisco de Asís,29 o a más tardar en la misma fecha del año siguiente. En la pieza oratoria “se limitó a tratar de la caridad. Cincuenta franciscanos que estaban presentes protestaron y lo denunciaron al Cabildo por no haber hecho el panegírico de regla”.30 Deja de oficiar misas y entra en un periodo de silencio.



Por el tiempo de sus dudas, llega a manos de Manuel Aguas un panfleto protestante titulado Verdadera libertad. Su primera reacción es combatir el tratado con lo que él llama “su arsenal romanista”. Pero la voz de su conciencia le lleva a pensar que tal vez él estaba en el error. Entonces decide ponerse a estudiar, dice, “todos los libros y panfletos protestantes que pudiese conseguir”. Subraya que con mucho cuidado se dedica a la tarea de leer la Historia de la Reforma del siglo XVI, de Merle D’Aubigné.



Tras un proceso que le llevó cerca de tres años, Manuel Aguas refiere a quien fuera su antiguo superior en la orden religiosa fundada por Domingo de Guzmán a principios del siglo XIII, Nicolás Arias, que todavía en 1868 estaba convencido de las enseñanzas católico romanas y que difundía las mismas como párroco en Azcapotzalco.



Es por medio de la lectura de algunos tratados protestantes que llegan a sus manos que se le despierta la inquietud por leer la Biblia. Se dio a la tarea de estudiar arduamente la Palabra hacia fines de 1869. Lo que encuentra en ese ejercicio le va llevando paulatinamente a criticar varios de los dogmas sostenidos por la Iglesia católica romana. Hasta que decide hacer un alto, dejar de practicar sus deberes sacerdotales y dedicarse a ejercer la medicina homeopática, disciplina que había estudiado años antes.



En algún momento de 1870, muy probablemente hacia finales de ese año, Manuel Aguas comienza a reunirse en la que llama en su misiva de octubre de 1871 la “Iglesia protestante provisional”. En ella ministraba el misionero Henry C. Riley, nacido en Chile en 1835, educado en Estados Unidos e Inglaterra y ordenado como ministro de la Iglesia episcopal en 1866. Antes de llegar a México, a principios de 1869,31 Riley pastoreó una iglesia de habla castellana en Nueva York.



Riley arribó a nuestro país en continuidad con los primeros contactos establecidos por algunos de los Padres Constitucionalistas con la Iglesia Episcopal de Estados Unidos.32 Antes que él, y como resultado de la solicitud de ayuda a la Comisión Protestante Episcopal para Misiones Extranjeras, llegó al país, en 1864, el reverendo E. G. Nicholson, y tuvo una estancia de seis meses. Nicholson ya había estado en México, en 1853, en Chihuahua, en donde había fundado la “Sociedad Católica Apostólica Mexicana dando a sus miembros biblias en español y libros de oración anglicanos (escritos en inglés en 1789 y traducidos al español en 1851)”.33



Y mientras Manuel Aguas por su cuenta leía la Biblia e iniciaba un decidido caminar hacia el protestantismo, Henry C. Riley compró al gobierno mexicano, a través de Matías Romero, ministro de Hacienda, los templos de San Francisco y de San José de Gracia.34 Paulatinamente ambos lugares, sobre todo el segundo, se transformarían en centros principales del cristianismo evangélico en la ciudad de México.



 



 



Notas




1 La Razón del Pueblo, Periódico oficial del Estado libre y soberano de Yucatán, 14/VI/1871, pp. 1-3; y 16 de junio de 1871, p. 2-3.





2 L. J. Saucedo, “Homenaje al padre Aguas”, La Buena Lid, XII/1961, pp. 7-8.





3 Jesús Medina, “El 38º aniversario de la muerte del reformador mexicano D. Manuel Aguas”, El Abogado Cristiano, 27/X/1916, p. 680.





4 Alberto Rosales Pérez, Historia de la Iglesia nacional presbiteriana El Divino Salvador de la ciudad de México, 1869-1922, s/e, México, 1998, p. 27.





5 Gabriela Díaz Patiño, Católicos, liberales y protestantes. El debate por las imágenes religiosas en la formación de una cultura nacional (1848-1908), El Colegio de México-Centro de Estudios Históricos, México, 2016, p. 173.





6 Alberto Rosales Pérez, op. cit., p. 27.





7 Manuel Aguas, Contestación que el presbítero Don Manuel Aguas da a la excomunión que en su contra ha fulminado el Sr. Obispo Don Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, Imprenta de V. G. Torres, México, 1871, p. 62.





8 Ángeles González Gamio, “Aires bizantinos”, La Jornada, 30/XII/207: http://www.jornada.unam.mx/2007/12/30/index.php?section=opinion&article=024a1cap





9 Rafael Cal y Mayor Leach, Iglesias del Centro Histórico de la Ciudad de México, Fundación del Centro Histórico de la Ciudad de México, A.C.-Fundación Carlos Slim, México, 2011, p. 141; para información sobre el rito greco melquita en México ver http://catolicosmexicanosderitobizantino.blogspot.mx/





10 El Diario del Hogar, 10/VII/1900, p. 2 y L. J. Saucedo, op. cit., p. 8.





11 La Sociedad, 2/I/1865, p. 3.





12 La Iberia, 26/XII/1867, p. 2.





13 El Constitucional, 16/I/1869, p. 4.





14 Alberto Rosales Pérez, op. cit., p. 27.





15 Raúl González Lezama, Reforma liberal, cronología (1854-1876), Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, México, 2012, p. 201.





16 Benito Juárez, “Manifiesto a los mexicanos”, en Silvestre Villegas Revueltas (Introducción y selección de textos), La Reforma y el Segundo Imperio (1853-1867), UNAM, México, 2008, p. 417.





17 L. J. Saucedo, op. cit., p. 8 y “Contestación que el presbítero Manuel Aguas da a la carta en que le pregunta sobre su religión el presbítero Nicolás Arias”, El Monitor Republicano, 26/IV/1871, p. 2. En adelante el documento será citado como Carta de conversión.





18 Ibíd.





19 Jorge Alberto Manrique, Los dominicos y Azcapotzalco (Estudio sobre el Convento de Predicadores en la antigua Villa), Cuadernos de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias-Universidad Veracruzana, Xalapa, 1963, p. 37.





20 Ibíd., p. 38.





21 Manuel Aguas, Letter from Manuel Aguas, T. Whittaker Publisher and Bookseller, No. 2, Bible House, New York, 1874, p. 3.





22 Alberto Rosales Pérez, op., cit., p. 27.





23 Acerca del personaje más información en Carlos Martínez García, “Sóstenes Juárez y los principios del protestantismo mexicano”, capítulo de mi libro Albores del protestantismo mexicano en el siglo XIX”, CUPSA-Centro de Estudios del Protestantismo Mexicano, México, 2015, pp. 51-84.





24 Verónica Zárate Toscano, “La patria en las paredes o los nombres de las calles en la conformación de la memoria de la ciudad de México en el siglo XIX”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, materiales de seminarios, 2005, p. 7.





25 La Buena Lid, X/1896, p. 4; Arcadio Morales, “Memorias”, El Faro, 15 de junio de 1947, en Alberto Rosales Pérez, op. cit., p. 23. El lugar mencionado se encontraba en el conjunto de lo que fue el convento y la casa de la Profesa, del que hoy queda el templo localizado en las actuales calles de Madero e Isabel la Católica en el Centro Histórico de la ciudad de México.





26 Carta de conversión, p. 2.





27 Letter from Manuel Aguas, p. 3. En adelante Letter.





28 El Diario del Hogar, 10/VII/1900, p. 2 y testimonio de Primitivo A. Rodríguez, en Alberto Rosales Pérez, op. cit., p. 28.





29 Gabriela Díaz Patiño, op. cit., p. 173.





30 El Diario del Hogar, 10/VII/1900, p. 2 y testimonio de Primitivo A. Rodríguez, en Alberto Rosales Pérez, op. cit., p. 28.





31 El periódico The Two Republics (23 de julio de 1870, p. 3), que se editaba en la ciudad de México, reproduce una nota de una publicación editada en Brownsville, Texas, llamada Ranchero, que a su vez la toma de “un periódico de Nueva York”. La información da cuenta de una conferencia en la cual participó Henry C. Riley como expositor sobre “el crecimiento del protestantismo en México”. El misionero declara que había llegado a México “dieciocho meses antes” del evento reportado por el diario neoyorquino. Lo anterior significa que Riley se establece en la capital mexicana entre diciembre de 1868 y enero de 1869.





32 Abraham Téllez menciona que “entre 1862 y 1863 los sacerdotes [Francisco] Domínguez, [Rafael] Díaz Martínez y [Juan Nepomuceno Enríquez] Orestes viajaron a Estados Unidos —a la ciudad de Nueva York—, para ponerse en contacto con las autoridades de la Iglesia Episcopal”, Proceso de introducción del protestantismo desde la Independencia hasta 1884, tesis de licenciatura, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras-Colegio de Historia, México, 1989, p. 163; por su parte Daniel Kirk Crane sostiene que “al final de 1864 el movimiento reformista manda a tres de sus miembros a Nueva York con las instrucciones de establecer contacto con un cuerpo protestante. En mayo de 1865 una vez en el país del norte, se empieza a negociar una alianza entre los Padres constitucionalistas y la Iglesia Episcopal”, La formación de una Iglesia mexicana, 1859-1872, tesis de maestría en Estudios Latinoamericanos, UNAM, 1999, p. 87. ¿Los tres realizaron dos viajes a Nueva York, uno antes de la llegada de Nicholson, y otro posterior para fortalecer las relaciones entre las partes?





33 Daniel Kirk Crane, op. cit., p. 87.





34 Riley pagó por San Francisco 35 mil pesos, consigna Daniel Kirk Crane, op. cit., p. 97. El precio pagado por San José de Gracia ascendió a $3, 272 pesos, informó La Voz de México, 22/VI/1871, p. 3. San Francisco está frente al famoso Sanborns de Los Azulejos, en la calle de Madero; y San José de Gracia es la Catedral Anglicana de México, se localiza en Mesones 139. Ambos lugares están situados en el Centro Histórico de la ciudad de México.



 

 


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