Personas especiales en mi vida

“Se necesita un minuto para notar a una persona especial, una hora para apreciarla, un día para amarla, una palabra para herirla, pero luego toda una vida para olvidarla.” Charles Chaplin

“Las personas especiales huelen a sencillez y reflejan un brillo en el centro de su alma.” Anónimo

“Muchas personas podrían tocar tu corazón. Pero sólo las personas especiales dejarán huellas.” Anónimo

Lo cierto es que casi desconozco la razón porque hoy necesito escribir sobre personas especiales, más concretamente cuando miro muy  dentro de mi corazón, y pienso en todas aquellas personas que de un modo u otro han tocado mi alma y me han hecho tanto bien, que jamás podré agradecer a mi Dios por ellas.

En tiempos en los que conocemos a muchísima gente demasiado superficialmente, corren que vuelan los amigos en redes sociales, tenemos muchos… ¿amigos?… He de reconocer que siempre fui persona de tener amigos, amigos de verdad a los que quiero mucho y con los que he disfrutado a morir, reído en mitad de la noche, risas inolvidables de juventud, viajes... y tantas y tantas cosas. Hoy me paro, cuando ya he pasado a gusto la mitad de mi vida y pienso con calma…

Los primeros que marcan una vida siempre son los padres, siempre, y en mi caso ¡bueno, vale...! No voy a empezar a soltar la lagrimita nada más comenzar. Mi Dios me dio el enorme privilegio de concederme unos padres muy especiales, y el hecho de haber perdido a mi precioso padre tal vez cuando más lo necesitaba en mi vida, me hace valorar lo que Dios me ha regalado con él, lo añoro cada día de mi existencia…

Evidentemente tendría que nombrar en primer lugar a mi esposo y a mis hijos, pero aquí sería todo tan íntimo y especial y con tanta carga de cariño, que sé perfectísimamente que no sería objetiva ¡en absoluto! Son demasiado cercanos, es mi familia, esa de la que conocemos tanto... con nuestras virtudes y con nuestros defectos. Cada vez que pares un hijo y le estás dando de tu misma sangre, hay un cordón umbilical que sólo se rompe con la misma muerte... y seguimos todos juntos mientras pasa la vida. Extrañas a cada hijo cuando sale de casa, pero luego vuelven, vuelven con “pollitos” en  mi caso, sólo uno y pequeñito, de momento… y cuando viene y me dice: Pero vamos a ver abuela, ¿vengo un día a cenar y a dormir y me haces salchichas con patatas fritas? O…. ¿me compraste el huevo “Kinder”  de los de Navidad con sorpresa?… ¡Me lo comería a mordisquitos!…

Cuanto más va pasando el tiempo por mí, más valoro a ese ramillete de personas especiales en mi vida, algunas siguen ahí y procuro quererlas y valorarlas todo lo que puedo, otras ya se me han ido, otras… simplemente creí que formaban parte muy importante de mi vida, y con el tiempo me han demostrado lo equivocada que estaba; en esas, procuro ni pensar y dejárselas al Señor.

Curiosamente hay otro tipo de personas a las que conoces de toda la vida y con las cuales siempre has tenido una buena relación; pero que por alguna causa tomas un contacto más especial y regular con ellas, y crecen en el corazón de un modo inmenso.

Hay personas que estén o ya no estén en nuestras vidas, jamás las olvidas, sólo con acordarte de ellas sonríes, aunque las veas poco o tengas poco contacto, pero que siempre están presentes de algún modo…

Y luego están ese tipo de personas que conoces un día y, tal vez a través de otras que se han quedado por el camino, pero llegan a ser tan importantes para ti que sólo puedes dar las más profundas gracias a Dios por esa amistad con la que ni contabas.

Creo que si me retrotraigo a mucho, a mi más profunda infancia, no terminaría recordando a personas especiales que han marcado mi vida de un modo u otro y a las que jamás podré olvidar.

¿Quién es una persona especial?

Una persona especial es aquella que saca lo mejor de ti. Es la persona que te hace reír, que hace que te sientas cómodo y que te permite ser tú mismo de la forma más  forma natural.

Una persona especial es aquella que te comprende, que te escucha y que está ahí cuando realmente lo necesitas.

Una persona especial es aquella que aparece en el momento justo y en el lugar adecuado para ayudarte a cumplir con el propósito de Dios para tu vida y seguir creciendo.

Vivimos tiempos difíciles bajo una gran pandemia que lo descoloca todo y, cuando nos quitamos la mascarilla, nos sentamos a solas a pensar, o a pensar en alto como lo estoy haciendo yo en estos momentos, es como si nos diésemos cuenta de que hay conceptos que teníamos demasiado anclados en nuestra mente y corazón, y que tenemos que revisar.

Tristemente, del mismo modo que solemos hacer con la salud, el dinero o el amor… en palabras del viejo bolero, acostumbramos a no valorar a esas personas especiales hasta que las perdemos.

Somos tan poco agradecidos que, cuando tenemos todo lo que necesitamos, tendemos a pensar que eso es lo normal, que es lo que nos merecemos y que, en último término, es lo que nos corresponde por derecho; pero esto no es así.

En cualquier momento podemos perderlo todo, y en cualquier instante las cosas pueden cambiar para siempre; de hecho la vida es un juego un tanto imprevisible y mutable donde nada permanece para siempre; aunque para los que somos cristianos las cosas son un tanto diferentes, porque sabemos que el que lo controla todo es nuestro Dios.

Mañana podemos tener un accidente que nos acabe postrando en una cama, contagiarnos con este maldito virus que está haciendo tanto daño… en cualquier momento, un percance puede dejarnos completamente arruinados... y puede también que, cuando menos lo podamos pensar, nuestro ser más querido se vaya de nuestro lado. 

Resulta muy fácil acostumbrarse a las personas especiales, nos hacen sentir bien y sacan lo mejor de nosotros; por tanto tenerlas cerca nos mantiene en nuestra zona de confort, un confort que acabamos dando por sentado y percibiendo como un derecho que nos corresponde por decreto.

Finalmente, acabamos asumiendo que esas persona especiales siempre van a estar ahí pase lo que pase; pero demasiadas veces es aquí donde empiezan los problemas; ya que en ese momento dejamos de valorarlas y prestarles la atención que se merecen.

Las personas especiales llegan a tu vida en el momento y el lugar adecuado, a veces a cuenta gotas; y casi siempre cuando menos te lo esperas. De modo que, cuando una llega a nuestra vida, deberíamos saber identificarla, valorarla y cuidarla. 

Obviamente, si alguien deja de respetarte debes irte. Si una persona se vuelve tóxica, debes tomar distancia y no permitir que nadie te destruya; y si una amistad deja de ser sana y verdadera, debes dejarla ir.

¡Disfruta de cada momento con los tuyos, con tu madre o padre ancianos...  de cada logro que compartas con tus hijos…!

Saborea cada beso, cada abrazo que recibas de corazón, y cada momento de risas o lágrimas que vivas con las personas que te rodean…. aun en estos difíciles momentos...

Pero no alejes de ti a una persona especial por no haber sabido apreciarla, valorarla o mimarla como se merece; tal vez no encuentres otra igual… y no olvides nunca que las personas especiales de nuestras vidas, son auténticos tesoros.

Hay alguien en mi vida de quien no puedo dejar de hablarte; porque no sé si tú lo conoces… Es aquel que me ama, me comprende y me valora muy por encima de lo más grande que me parezca tener en la vida, me estoy refiriendo al Señor de mi existencia; aquel que me amó antes de la fundación del mundo, antes de que naciera, me vio estando en las entrañas de mi madre y me apartó para sí.

Puede fallarme todo en esta vida, puede pasarme de todo y hasta pueden dejarme las personas más importantes para mí, pero ese Dios bendito que me amó tanto que bajó a este mundo y despojándose de toda su Gloria se hizo hombre y dio su vida por mí en una Cruz…. Él es lo más especial que tengo y no podré dejar de contar con Él, de amarle por encima de todo y de todos…. de no importarme el haber dejado un día lejano en el tiempo absolutamente todo atrás y estimarlo como basura, en palabras del apóstol Pablo, por conocerle, seguirle y servirle hasta el final con todas las consecuencias que pueda generar, hasta llegar a su mismísima presencia.

Dedicado con todo cariño, a todas las personas especiales en mi vida; y muy por encima de todo y de todos, al Dios de mi existencia…