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La musiquita de fondo

Los evangélicos también tenemos tradiciones sagradas.

BRISA FRESCA AUTOR Will Graham 12 DE AGOSTO DE 2017 21:20 h

Las tradiciones eclesiásticas pueden llegar a ser ídolos, becerros de oro.



Cuando Jesús cuestionó las tradiciones de los fariseos, querían acabar con él.



Quince siglos más tarde, la Iglesia Católica Romana quería enterrar a nuestros padres espirituales, los reformadores, por hacer exactamente lo mismo.



Desafortunadamente, en muchas ocasiones las tradiciones religiosas se hacen más importantes que la enseñanza de la Palabra de Dios. Y aunque no lo creas, los mismos evangélicos hemos creado toda una serie de tradiciones eclesiásticas que nadie jamás se atreve a criticar.



Una de las tradiciones más destacadas en el campo evangélico es la musiquita de fondo.



¿A qué me refiero?



Es el domingo. Están todos en el culto y el predicador va acabando su mensaje. Y en cualquier momento hay una pequeña frase que todos saben que el ministro va a soltar sí o sí de manera religiosa, algo como: “Si los hermanos del equipo de alabanza pueden ir pasando”.



Invariablemente, el pastor en cuestión pasará la última parte de su sermón con una musiquita de fondo –siempre lenta, por cierto- para crear un ambiente “más espiritual”.



Luego, viene el llamado al altar que simplemente no puede faltar. Después, hay oración por los que van saliendo. Y es allí donde de verdad se desata la “presencia”.



“Si quieres experimentar la presencia, nos dicen, sal ahora”.



“Hay una unción fresca aquí para todos los que se acercan al altar”.



Y cosas así por el estilo.



Para muchos evangélicos, esta tradición eclesiástica está tan arraigada que nadie soñaría con cuestionarla. De hecho, si no salen los músicos a tocar algo, es como si la “presencia” o la “unción” o la “gloria” de Dios no estuvieran presentes en la reunión.



¿Por qué, entonces, tanto énfasis en la musiquita de fondo?



Un par de razones.



En primer lugar, una parte significativa de los predicadores contemporáneos han sido instruidos en iglesias donde se aceptaba esta forma de acabar el sermón. Por lo tanto, forma parte de su ADN eclesiástico y no pueden concebir otra manera de celebrar un culto al Señor.



Segundo, muchos habrán sido impactados por grandes predicadores que han salido en la tele y su fuerte énfasis en la musiquita de fondo. Si los “grandes” dependen tanto de la música y tienen tanto éxito, ¿quiénes somos nosotros para dudar de su eficacia?



Un par de críticas a este becerro de oro.



1.- Es una falta de fe en la Palabra.



No quiero decir que esté siempre mal acabar un culto con musiquita. Pero hemos llegado a un punto cuando la música se está haciendo más importante que la Palabra predicada.



He conocido a gente que no tenía ningún interés en el mensaje; simplemente estaban esperando a que el predicador hiciera “el llamado” para que recibiesen un “toque fresco” de Dios. Esta actitud es una clara negación de la Palabra de Dios, el elemento central del culto protestante.



Hablando como pastor, he llegado a la conclusión que muchos predicadores ya no creen en la suficiencia de la Palabra para convertir las almas ni santificarlas, por consiguiente, hace falta música para crear un ambiente místico con el fin de que el Espíritu haga su obra.



En realidad, esos predicadores lo hacen con el fin de hacer bien, con un verdadero celo evangelístico, pero cuando la Palabra de Dios se va convirtiendo en “un medio” y no “el fin” del culto cristiano, predomina la carnalidad.



Y ya sabemos que cuando Abraham procuró echarle una mano a Dios, salió Ismael (el hijo de la carne), no Isaac (el hijo de la promesa).



La Palabra por sí sola es suficiente. Si nos dedicáramos más a la exposición fiel del texto con lenguaje claro y directo, no haría tanta falta música. ¿Acaso pidió el apóstol Pedro que saliera algún pianista o guitarrista a tocar algo bonito en el día de Pentecostés? ¡Desde luego que no! Pedro creyó en la autoridad de la Palabra.



2.- Es una falta de fe en el Espíritu Santo.



Irónicamente, las personas que usan estos mecanismos suelen hacerlo en el nombre del Espíritu Santo. Pero se olvidan de que la gran herramienta que usa el Espíritu para regenerar y santificar es la Palabra.



Cuando la predicación de la Palabra es tan pobre y egocéntrica, no resulta sorprendente ver la falta de conversiones genuinas. El Espíritu no honrará el ministerio de alguien que no defiende la verdad de las Escrituras.



Si de verdad tuviéramos fe en el Espíritu de Dios, no haría falta tanta manipulación emocional a la hora de acabar nuestros mensajes. Fijaros en los siguientes dos ejemplos:



Charles Spurgeon no hizo un solo llamado al altar a lo largo de su ministerio. Sin embargo, 14.000 personas fueron añadidas a la iglesia a través de su ministerio de predicación. ¿Por qué? Porque Spurgeon predicó la Palabra. Y el inglés decía a la gente que si realmente estaban preocupados por el estado de sus almas, que podrían ir a hablar con él el día siguiente en su despacho.



Esto se llama integridad, hermanos. No quiso aprovechar de las emociones del momento para luego torcerle el abrazo a alguien con el fin de que tomara su decisión por Jesús. Spurgeon confió en la Palabra y el Espíritu.



Martyn Lloyd-Jones no hizo un solo llamado al altar a lo largo de su distinguido ministerio. Una tarde, después de predicar, se puso a la puerta de la capilla para despedir a los hermanos que iban saliendo de la reunión.



De repente, se topó con un incrédulo que parecía estar bajo una fuerte convicción de pecado. Lloyd-Jones le miró y se despidió de él. El hombre se fue. Pasaron algunos días cuando Lloyd-Jones volvió a encontrarse con aquel mismo varón por la calle. El hombre le dijo: “Si me hubieras invitado a convertirme al Señor el domingo, lo habría hecho”.



Lloyd-Jones le preguntó algo como “¿Sigues bajo la misma convicción que el domingo?”



El hombre le respondió que no.



Lloyd-Jones dijo: “Me alegro, pues, de no haberte dicho nada el domingo. Porque si de verdad fuese la obra del Espíritu Santo en ti, seguiría obrando en ti hasta hoy”.



¡Gloria a Dios! Lloyd-Jones, de la misma forma que Spurgeon, confió plenamente en la soberanía del Espíritu Santo y por lo tanto no tenía ganas de manipular a nadie según el emocionalismo del momento.



Conclusión



Quiero animar a todos mis lectores –y sobre todo a los predicadores- a volver a las sendas antiguas. Volvamos a depender del poder de la Palabra y del Espíritu, las fuentes del verdadero poder pentecostal, para convertir los corazones.



No hace falta depender del brazo de la carne para llevar a cabo la obra del Señor. La musiquita de fondo – si se usa con el fin de crear un ambiente emocionalista- es un becerro de oro, un Ismael, una negación de la suficiencia de la Palabra del Señor. ¡Velemos por el bienestar espiritual de nuestras iglesias! ¡Levantemos al pueblo del Señor en base a la Palabra, la Palabra, la Palabra!


 

 


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COMENTARIOS

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Protestantólogo
21/08/2017
19:31 h
12
 
No es norma de fe la praxis eclesial de los grandes predicadores de siglos pasados. Ellos y su tiempo. Hoy es 21/08/2007, y esta tarde millones de personas escucharán la palabra de Dios, y miles de ellos necesitan ser enfrentados, y urgentemente, al “Ven y sígueme” de Jesús. La iglesia necesita conocer la disposición de quienes en su interior han dado cabida a Cristo como Señor de sus vidas. Ese es el sentido del bautismo: celebrar públicamente el pacto. Hay concordancia y continuidad.
 
Respondiendo a Protestantólogo

Norberto Amoroso
15/08/2017
21:17 h
5
 
Quisiera añadir a lo que el hermano Andres comenta, que si la ortodoxia fuera la solución, entonces la Iglesia Luterana y la Anglicana no hubiera caído en apostaría casando homosexuales. Además, los estilos musicales y los métodos de adoracion varían de siglo a siglo, pero el mensaje es el mismo. Pr. Will, pierde credibilidad cuando cae en este tipo de observaciones, sobre aspectos demasiado ínfimos como estos, aprecio su celo por la Biblia. Pero por fa sea más objetivo y más justo en su juicio.
 
Respondiendo a Norberto Amoroso

Rubén Gómez
18/09/2017
13:43 h
13
 
Creo que es provechoso dar a las tradiciones el papel que se merecen, sin embargo, cuando tocan las que nosotros consideramos sagradas, otro gallo canta... la pastoral profesional, el uso moderno del púlpito, el liderazgo que monopoliza... algunos que no les importa escribir y cuestionar sobre la musiquita estarían dispuestos a censurar y evadir muchas otras tradiciones, lo cual demuestra que el becerro sigue ahí pero con otro traje
 
Respondiendo a Rubén Gómez

Protestantólogo
21/08/2017
19:19 h
11
 
Dios va a actuar con “musiquita de fondo” o sin ella. Prefiero con ella. Will: el nuestro es un mundo de sensaciones, el de Spurgeon quizás no tanto. El del Rey David indudablemente lo era. Cuando llegamos a los pies de la cruz, inconscientemente acudimos con intelecto, voluntad y emociones. Las emociones son importantes siempre y cuando no se hagan principio y fin del acto cúltico. Quite Ud. la sensación en un culto evangélico gitano. Los prefiero cantando. Música y letra transmiten fe.
 
Respondiendo a Protestantólogo

TeoGraduado
19/08/2017
10:09 h
10
 
Fíjate en esto estoy de acuerdo contigo. No soporto la musiquita de este tipo de iglesias al final de las predicaciones para manipular los sentimientos
 
Respondiendo a TeoGraduado

AMLTNY
18/08/2017
15:07 h
9
 
crear un ambiente, emotivo, y luego hacer el llamado, y la persona que acude al frente como un lorito repite la oración de recibir al Señor..PUEDE QUE HA VECES FUNCIONE, porque el que sale ya esta convencido por el Espíritu Santo , por semanas, meses, pero la mayoría sale, motivada por el momento, y su conversión no es real, luego abandona . acordaos de la parábola del sembrador. ALLÍ SE DICE COMO ES EL PROCESO DE CONVERSIÓN. LA FE VIENE POR EL OÍR LA PALABRA DE DIOS...como una semilla
 
Respondiendo a AMLTNY

EZEQUIEL JOB
17/08/2017
01:39 h
8
 
Will, actualmente vivimos restos de liturgia del templo del viejo pacto, con sacerdotes, levitas, la ley, profetas, etc. y todo gira alrededor del “púlpito”. El Señor Jesús y los apóstoles no enseñaron liturgia, ni instrucción para hacer culto, ni mandaron construir “iglesias”. En el nuevo pacto, el cristiano es templo donde Dios vive, ahí busca Dios se le adore en “espíritu y en verdad”, con limpia conciencia, honestidad, vida personal en OBEDIENCIA a los mandatos (doctrina) de Cristo (2Jn1:9).
 
Respondiendo a EZEQUIEL JOB

Manolo
16/08/2017
11:45 h
7
 
Will, lo que usted expone es correcto según la Biblia; puede uno taparse los oídos con gran esfuerzo en algunas predicaciones excepto en aquellas que admiten la enseñanza por la que se puede aceptar o rechazar a Dios. ¿Acaso estos indoctos igualan la Soberanía del Eterno con la "soberanía humana"?, ¿acaso cambian la Elección incondicional por una condicionada por el pecado humano?, o ¿cambian la Libertad que solo Cristo puede dar por el "libre albedrio" procedente de la muerte del pecado?, mora.
 
Respondiendo a Manolo

Earendil
16/08/2017
01:34 h
6
 
Por un lado me ha divertido su artículo y no le falta razón en su exposición. El emocionalismo domina ahora el mundo religioso evangélico, como la falta total del mismo dominó anteriormente Por otro lado de sus escritos emana siempre un gran "tufillo", si me permite la palabra, a su propio becerro de oro...el que para usted es la "palabra de dios" en minúscula (la Biblia). Porque sin respaldo del Espíritu la letra está bastante muertecita, y efecto permanente ninguno tiene sobre nada ni nadie.
 
Respondiendo a Earendil

Andrés
14/08/2017
19:04 h
4
 
Estar en contra de la musiquita de fondo tambien puede ser un becerro de oro, o de algun metal más precioso si lo hay. Cantar himnos de hace 500 años para no ser como los pentecostales tambien. Spurgeon mismo es para muchos un becerro de oro. Pero no importa, entre evangélicos todo es competencia y acusación.
 
Respondiendo a Andrés

jorgevaron
14/08/2017
01:16 h
3
 
La teología del entretenimiento hermano WG. Y los chistes, a veces tan de pésimo gusto, como el de aquel popular predicador hispanoamericano que se los dedica a su pobre suegra, han pasado a reemplazar la Palabra del Señor. Cuando se ha ido la palabra de Dios, hay que echar mano de lo que sea, lo que importa es salvar el espectáculo. Que tristeza.
 
Respondiendo a jorgevaron

Norberto Amoroso
13/08/2017
16:22 h
2
 
Vengo siguiendo sus artículos hasta hoy, y casi todo lo que encuentro es crítica. Tendría que hacer una investigación sobre lo que pasa en cada iglesia para juzgar, pero no lo hace. Cristo juzgo las iglesias en el libro de Apocalípsis, y en casi todas halló defecto. ¿Usted es Cristo?, ¿es ud. omnisciente?. Veo que sabe más sobre Calvino, Edwards y otros que sobre la Biblia. Y adoctrina a otros para lo mismo. A los discípulos de Jesús nos une la Palabra de Dios, ¿somos de Cristo? o ¿fanáticos?
 
Respondiendo a Norberto Amoroso

bnsalvador
13/08/2017
07:08 h
1
 
Efectivamente así es. Tiene que ser el Espíritu Santo el que dirige, no los hombres para gloria propia. Cuando ese tipo de llamados al frente ocurre en cada culto, lo más seguro es que sea lo segundo. El Señor sólo comparte su Gloria, (Llenura de su Espíritu y su Palabra), con los sometidos en obediencia a su Hijo, abundan en su Palabra, le alaban en armonía con los hermanos y son agradecidos a Él (Jn 5:44; Isa 42:8; 48:11; Eze 39:21; Heb 1:3; 2Co 3:18; 4:4; Efe 5:17-20 Col 3:15-17).
 



 
 
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