Un análisis de la doctrina católica tocante al obispo de Roma.
El Catecismo de la Iglesia Católica emplea tres imágenes bíblicas para defender la doctrina de la supremacía del Papa.
Hoy queremos analizar estos símbolos para ver si son fieles a la enseñanza de la Escritura. Están todos mencionados en el párrafo 880 de la última edición del Catecismo: “El Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de él, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella; lo instituyó pastor de todo el rebaño”.
Allí están las tres imágenes nombradas textualmente que nos ayudan a entender la perspectiva romana del papado, a saber, la piedra, las llaves y el pastor.
1.- La piedra
En cuanto a Pedro la piedra, el Catecismo apela al conocido pasaje de Mateo 16:18: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.
Además del Evangelio de Mateo, tanto Marcos como Lucas registran la confesión cristológica de Pedro (Marcos 8:29 y Lucas 9:20). No obstante, ni Marcos ni Lucas hacen mención de las palabras “tú eres Pedro”. ¿Por qué no? ¿Qué implica esta omisión? Que lo que importa en el contexto no es Pedro en sí sino la confesión que el discípulo hizo.
Ya sabemos que la confesión de Pedro originó en el cielo. Como bien destacó el Salvador: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16:17).
La iglesia, entonces, no ha de ser petrina sino cristológica. Lo que cuenta es la confesión de Pedro. La roca de la Iglesia es la confesión de que Jesucristo es el Mesías, el Hijo del Dios viviente.
Esta postura evangélica se ejemplifica bien en las palabras del predicador anglicano J.C. Ryle (1816-1900): “¿Qué quería decir el Señor Jesucristo cuando habló de este fundamento? ¿Se refería al apóstol Pedro, al que estaba hablando? Estoy seguro de que no. No veo razón alguna para que, si se hubiera referido a Pedro, no dijera: “Sobre ti” edificaré mi Iglesia. Si se hubiera referido a Pedro habría dicho: “Sobre ti edificaré mi Iglesia” tan claramente como dijo “a ti te daré las llaves del reino de los cielos”.
“¡No!, no se refería a la persona del apóstol Pedro sino a la confesión que este acababa de hacer. No era a Pedro, el hombre inestable y falible, sino la grandiosa verdad que había revelado el Padre a Pedro. Era la verdad concerniente a Jesucristo mismo lo que era la roca. Era el papel mediador de Cristo, su obra mesiánica. Era la bendita verdad de que Jesús era el Salvador prometido, el verdadero Fiador, el auténtico Intercesor entre Dios y el hombre. Esa era la roca y ese era el fundamento sobre el que habría de construirse la Iglesia de Cristo”.1
En última instancia, es Cristo el que edifica su Iglesia a través de los suyos (Pedro incluido). La piedra, por lo tanto, no es el Papa sino la confesión del señorío de Cristo.
2.- Las llaves
La segunda imagen citada por el Catecismo también sale en Mateo 16. Esta vez, sin embargo, alude al versículo 19: “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”. ¿Significa esto que el Papa es la cabeza de la Iglesia de Cristo?
El teólogo italiano Leonardo de Chirico explica que en este texto Cristo alude a Isaías 22:22 donde el rey Ezequías destaca que Sebna será sustituido por Eliaquim. “Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará y nadie abrirá”.
La idea es que Eliaquim está completamente subordinado a la potestad del rey. De ninguna manera implica un poder absoluto sobre la ciudad de Jerusalén. En otras palabras, con respecto al texto de Mateo, Pedro será un siervo del Señor a través del cual Cristo edificará su amada Iglesia.2
En cuanto a la referencia de “atar” y “desatar” hay un par de respuestas evangélicas. De Chirico, por ejemplo, cree que se trata de un judaísmo que tiene que ver con el discernimiento y la toma de decisiones.3
Otro teólogo contemporáneo Greg Allison, sin embargo, propone que la alusión a “atar” y “desatar” está relacionada con la proclamación del Evangelio mediante la cual los pecadores son librados de la condenación (que podemos comprobar en el libro de los Hechos).4 En un pasaje paralelo en Juan 20:23, todos los discípulos reciben la misma clase de bendición que Pedro.
En resumen, el pontífice romano no tiene en la Iglesia “la potestad plena, suprema y universal” que el Catecismo da a entender (882; 937). Las llaves son una señal de sumisión a Cristo, no de autoridad. Como nos demuestra el Nuevo Testamento, Pedro es un discípulo entre otros. Nadie se dirige a él como el gran vicario de Cristo en la tierra.
3.- El pastor
El tercer símbolo es el de pastor. Esta vez el Catecismo hace mención de Juan 21:15-17 donde Jesús llama a Pedro a apacentar a las ovejas del Señor.
Aquí el Catecismo lleva toda la razón. Pedro era un precioso pastor del pueblo de Dios. Como bien nos enseña 1 Pedro 5:1, Pedro era un anciano de la Iglesia. No obstante, el problema surge cuando el Catecismo procura convertir a Pedro en el “Pastor de toda la iglesia” (882), afirmación que no se puede sostener con el Nuevo Testamento en mano.
En realidad, todos los pastores son llamados a pastorear las ovejas que el Señor ha puesto a su cargo. En este sentido, por lo tanto, Pedro no posee ningún oficio exclusivo. Es simplemente un hermano entre muchos, un anciano entre otros, un testigo entre testigos.
Si tuviera tanta autoridad eclesiástica, ¿por qué presidió Santiago en el Concilio de Jerusalén (y no Pedro)? ¿Por qué fue reprendido tan duramente por el apóstol Pablo? ¿Por qué desaparece del libro de los Hechos después del capítulo 15?
Pedro es simplemente un pecador salvado por la pura gracia de Dios, llamado a pastorear al rebaño de Cristo. De ninguna forma se trata del líder infalible de una organización jerárquica.
Conclusión
Ante lo estudiado hoy, podemos ver que las tres imágenes bíblicas empleadas por el Catecismo de la Iglesia Católica no hacen justicia a la persona de Pedro registrada en el Nuevo Testamento.
- La ‘roca’ no es Pedro sino la confesión cristológica del apóstol.
- Las ‘llaves’ no implican autoridad absoluta sino sumisión total al mensaje de Cristo.
- El ‘pastoreado’ de Pedro no es monárquico, sino que es un siervo entre mucho más.
En suma, Pedro no fue la cabeza de la Iglesia. El Papa actual tampoco lo es.
2 DE CHIRICO, Leonardo, A Christian’s Pocket Guide to the Papacy (Christian Focus: Fearn, 2015), p. 20.
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