Gracias por haberme dado un ejemplo de vida, el ejemplo de quien hizo lo mismo que nuestro bendito Señor Jesús.
“DONDE HAYA UN ÁRBOL QUE PLANTAR, PLANTALO TÚ. DONDE HAYA UN ERROR QUE ENMENDAR, ENMIÉNDALO TÚ. DONDE HAYA UN ESFUERZO QUE TODOS ESQUIVAN, HAZLO TÚ. SÉ TÚ EL QUÉ APARTA LA PIEDRA DEL CAMINO”
Gabriela Mistral
Ni recuerdo cuantos añitos tendría, porque todo está como muy diluido en mi memoria; pero, al mismo tiempo, conservo en ella una especie de instantáneas que recuerdo con mucha nitidez.
Era una cena en nuestra casa, que mi madre había preparado con muchísimo esmero. La mesa estaba colocada con ese delicioso gusto de mi madre, y la cena también.
Yo sólo sabía que venía un médico algo más joven que mi padre, Dr. en Medicina Interna, ya establecido, con su consulta propia y demás.
Aquel médico era creyente, venía de Asturias, y recuerdo entre neblina que era “arrubiado”, con el pelo rizado y utilizaba gafas. Supongo que el resto, simplemente me lo habrán contado. ¡Efectivamente! Era D. José Manuel González Campa, quien llegaría a ser un excelente y reconocido Dr. en Psiquiatría entre otras muchísimas cosas.
Fue pasando el tiempo, me hice adolescente, y en aquellos maravillosos e inolvidables cultos anuales que se celebraban en mi tierra, Galicia, veía en numerosas ocasiones al Dr. González Campa tomando la Palabra en diferentes lugares. Estoy hablando de años en los que la dictadura de Franco iba dando sus últimos coletazos; aunque aún mandaba más que mucho. Y entre la gente de mi generación o –tal vez más mayores- corría un rumor como un secreto…. ¡¡Campa es socialista!!
Tal vez yo era demasiado niña para comprender muchas cosas, pero podía recordar y reconocer a aquel médico que había cenado en nuestra casa.
Eran épocas en las que era “obligatorio” el traje y la corbata, y más en los cultos especiales y….. Allí se colocaba él, con sus gafas ahumadas para la miopía, de complexión fuerte, y…. Con toda naturalidad, se subía al púlpito con una especie de camiseta en color burdeos…… ¡¡Qué Campa es socialista!!
Más tarde vendrían tiempos de Universidad, de “los grises” ante los que todos temblábamos, de la muerte de Franco, la transición…..
Nunca fui ni soy de meterme en política, ni de hablar del tema; aunque –obviamente- tengo mis propias ideas al respecto. Pero mi madre vivió la guerra y la postguerra civil en Madrid y de familia protestante, lo que en aquellos tiempos era equiparado a Masones y Comunistas. Mi madre había sufrido todo eso demasiado y, de algún modo, siempre nos inculcó una especie de respeto muy profundo por todo ese tema; ella sabía bien de lo que hablaba, lo había sufrido en primera persona, simplemente por el hecho de pertenecer a una familia bien arraigada en el Evangelio.
Fue pasando el tiempo, y mis recuerdos y conocimiento del Dr. González Campa, siempre fueron buenos, gratos y agradecidos.
Hoy, cuando D. José Manuel está retirado por su edad, del trabajo en hospitales y demás, aquella niñita pequeña que hoy es una mujer adulta, quiere hacer un reconocimiento desde la humildad, el afecto y el cariño sincero de modo muy especial, a la preciosa labor social de quien considera un gran hombre, pero muy por encima de todo, una gran persona de Dios.
Cuándo le pedí al Dr. González Campa datos para hacer lo que estoy haciendo, no me envió su maravilloso Currículum, que intentaré decir lo más escueto que pueda; porque es inmensamente amplio, simplemente me abrió el alma, un alma de la que desconocía muchas cosas, el alma de un niño muy pequeño que aún sigue demasiado vivo dentro de él; entonces pude comprender tanto y tanto, y pude ver a un hombre que vivió en consecuencia con todo lo que creía.
El Dr. González Campa, es licenciado en Medicina y Cirugía. Especialista en Psiquiatría comunitaria, psicoterapeuta, conferenciante nacional e internacional, teólogo, escritor… Ha desarrollado diferentes cargos de alto nivel en relación con la Psiquiatría y de la salud mental, y entre muchísimas otras cosas bien conocidas por la mayoría, quiero destacar que, por su labor social, científica y humana, se inauguró el Centro público denominado “Hospital de día Dr. González Campa” lleva su nombre a petición de la Cuenca del Nalón. Nombrado Hijo adoptivo de Langreo por las mismas razones.
Cuando comencé a leer todo lo que José Manuel G. Campa me contaba, me quedé paralizada, desconocía un montón de episodios terribles, tristes y otros hermosísimos que me hicieron comprender miles de cosas y agradecer a Dios por poder ver Su mano en medio de todo ello.
Comienza contándome que, aunque nació en Mieres, pasó sus primeros años en un pueblecito cercano a Oviedo, San Juan de Priorio. Nació en la guerra civil, hijo de padres profundamente republicanos. Su padre era un socialista íntegro, honesto y honrado al que acusaban de multitud de crímenes falsamente. Aquel niñito de un año, dos, tres….. Qué dice que sigue viendo con toda nitidez cuando cierra los ojos, vivió los horrores de una guerra con todas las connotaciones que he dicho y desde el bando de los perdedores.
Me cuenta cosas espeluznantes, como iba su padre huyendo por los montes de Asturias, como bajaba a escondidas a verle a su madre y a él, como recorrió mucha España para visitar a su padre de cárcel en cárcel, como humillaban y vejaban a su madre y a su abuela…. Y, hasta como se vio un día entre su familia ante un pelotón de fusilamiento. Me cuenta todo esto y mucho más con una tristeza profunda dentro de su alma, y la mía comprende tantas cosas…. Y puedo ver como subyace lo más lejano en el tiempo, pero demasiado vívido dentro de su corazón y todo ese bagaje le hace vivir en consecuencia.
Con ocho años ya tenía formada una convicción política y conocía bien los principios del Socialismo y tenía grandes inquietudes en todos los sentidos.
A partir de los doce años, comienza a escribir poesía, especialmente sonetos, y dice algo que me emociona, “En mis composiciones poéticas, aparecerían siempre dos elementos esenciales, Dios y los pobres".
Luego me habla del periplo de sus estudios. No hace falta más que observar el perímetro craneal del Dr. González Campa y escucharle un par de veces, para poder comprobar su alto coeficiente intelectual. Era un alumno más que sobresaliente; pero que vivió en una época en la que sufrió toda clase de injusticias, suspensos y miles de dolores. Aunque yo puedo ver, en todo lo que me cuenta, como el Dios al que conocería de verdad un día, siempre le iba poniendo a alguien bueno por el camino que le ayudaba a seguir siempre adelante con éxito.
Con dieciocho años se hizo una promesa a si mismo, si algún día se encontraba en el lugar adecuado, trabajaría y estaría siempre al lado de los necesitados, los perseguidos, los menos favorecidos….
Con veintidós años, conoce el Evangelio al ir a estudiar a Valladolid, de la mano de una preciosa, querida y recordada familia perteneciente a las Asambleas de Hermanos, la familia Sancho.
Cuando fue conociendo las diferentes especialidades de la carrera, descubrió que los enfermos mentales eran los más abandonados, y que los manicomios, eran unos auténticos campos de concentración y exterminio. Fue entonces, cuando se volvió a prometer a si mismo, luchar por los que no tenían voz, ni abogados, ni defensores. Llegó a cumplir todas esas promesas y a ver una utopía convertida en realidad.
El Dr. G. Campa, fue distinguido por distintos profesionales franceses, suizos, portugueses, y generó muchos discípulos en toda España.
Salía de su casa al trabajo a las siete de la mañana y, en ocasiones, no regresaba hasta la una de la madrugada. Había un trabajo extra, impartir conferencias en aldeas y pueblos sobre salud mental y medicina preventiva. Elaboró un amplio informe sobre la situación de los enfermos mentales en Asturias (Hospital Psiquiátrico regional) y en España. No iba firmado, eran los últimos años del Franquismo, pero en toda España se sospechaba que él era el autor.
Un día fue llamado a la Dirección general de Sanidad, con la amonestación de que, si no se presentaba, se atuviera a las consecuencias. Lo recibió el Director General de Sanidad y, aquel encuentro duró muchísimas horas. Al final se le manifestó que no se elaboraría plan alguno de salud mental en España, sin tener en cuenta su criterio. Por aquel entonces presidía una Comisión del Gobierno, el Dr. López Ibor padre, que era el psiquiatra del Franquismo. El Subdirector de Hospitales le confesó que, de su despacho, podía haber salido para la cárcel.
Todo esto le ocurrió por ser un defensor de las personas alienadas en los Hospitales Psiquiátricos de España, y por luchar para que recuperasen su dignidad, su libertad y su salud mental.
El Dr. González Campa sabía del tremendo alcoholismo en España y trabajó muchísimo para ayudar en este sentido; como de costumbre, de un modo muy especial entre las clases más humildes y necesitadas. Daba conferencias en cines y teatros de mucha capacidad y se encontró con muchos problemas a causa de la Policía secreta o Brigada de Injusticia Criminal. El hombre al que hoy quiero reconocer y agradecer, se jugó la vida en infinidad de ocasiones por intentar ayudar a los necesitados en todos los aspectos, y siempre supo conjugar todo eso con el mensaje del Evangelio de una manera preciosa.
En una ocasión, un día por la mañana, el Hospital Psiquiátrico Regional apareció lleno de miles de esquelas que anunciaban su muerte. La Policía secreta, consideró que aquello era una amenaza para tomársela muy en serio. Tiempo más tarde se enteró que pacientes suyos, iban al centro a velar por su vida.
Casi termino, tal y como comencé, con un recuerdo tremendo y estremecedor que ni sé en que lugar de mi cerebro se encuentra alojado. Cuando era muy chiquita, me encantaba acompañar a mi padre en las visitas médicas a sus pacientes en hospitales y demás. No sé donde era aquel lugar, está demasiado desdibujado en mis neuronas por la neblina del tiempo, pero jamás lo pude olvidar. Hoy entiendo que se trataba de un manicomio; aunque mi mente infantil ni sabía lo que era eso. Pero jamás podré olvidar como aquellas personas con cara diferente, llena de sonrisa triste, y detrás de unos barrotes de hierro, extendían los brazos hacia mi padre como con ansia, cariño y agradecimiento por ir a cuidar de sus cuerpos lleno de amor, tal como era él con todos sus pacientes. Ese recuerdo tan lejano y tan triste, me hace comprender al Dr. González Campa, su compromiso con quienes lo necesitaban y, lo más importante, quienes necesitaban saber de un Dios capaz de curar las heridas del cuerpo y del alma, de quienes Sus hijos deberíamos ser un fiel reflejo.
Cuando el Dr. G. Campa termina de contarme miles de cosas que no puedo incluir aquí por falta de espacio, se despide de mi diciendo…. “No tengo ninguna calle a mi nombre (yo creía que si la tenía). La última distinción que he recibido, viene de mis pacientes:
GRUPO TERAPEUTICO DR. GONZÁLEZ CAMPA, donde se atiende gratuitamente, a pacientes con diversas patologías".
Pues aquí va un homenaje más para Usted, Dr. G. Campa, el más humilde de todos, el de aquella niñita que lo recuerda entre la niebla del tiempo, sentado en la mesa de sus padres.
Gracias por haberme dado un ejemplo de vida, el ejemplo de quien hizo lo mismo que nuestro bendito Señor Jesús…..
“ANDUVO HACIENDO BIENES Y SANANDO A TODOS LOS OPRIMIDOS…” Hechos 10: 38.
Mi cariño sincero y agradecido,
Beatriz Garrido
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