Mientras mantienen su condición, los verdaderos discípulos de Jesucristo benefician a la humanidad y al medio ambiente; caso contrario, se asemejan a la sal que ha perdido todo su valor y es pisoteada.
“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” 1
Este pasaje del Sermón del Monte sigue inmediatamente después de las ocho ‘bienaventuranzas’. Como vimos al comienzo de esta serie2 Jesús definió las virtudes que hacen a los verdaderos discípulos. También afirmó que sus fieles seguidores no estarían exentos de enfrentar dificultades, pues vivimos en un mundo hostil al Evangelio y la esperanza de Redención3. El Señor utiliza ahora dos analogías para ilustrar la influencia que los genuinos discípulos ejercen en el mundo; eligió dos elementos comunes en el planeta tierra: uno químico (la sal) y otro físico (la luz). Intentemos analizar por qué razones lo hizo.
I. Vosotros sois la sal de la tierra.
En el tiempo en que Jesús enseñaba a sus discípulos la ciencia no estaba desarrollada para explicar las cosas como podemos hacerlo ahora. Sin embargo muchos hoy desconocen que en esa época entre los griegos, los hebreos o los árabes, la sal era símbolo de amistad, hospitalidad y fraternidad.
A la Tierra se la llama ‘planeta azul’. No debiera extrañarnos si se la llamase ‘planeta de la sal’, ya que el 97% del agua que hay en el mundo está en océanos y mares. Hay científicos que afirman que en el mar están todos los elementos conocidos. Si pudiese esparcirse la sal marina seca sobre la tierra continental llegaría a cubrirla con una capa de 150 metros de espesor: ¡equivalente a un edificio de 45 pisos! 4
Gracias a la evaporación, nubosidad y lluvias la tierra firme transforma el agua salada en dulce, dando vida a plantas, animales. Además, todavía en muchas carreteras se desparrama sal para quitar el hielo invernal 5. De modo que estamos frente a un recurso sumamente importante para la vida humana.
Para arribar al objetivo de este artículo me permitiré enumerar solo algunos datos aportados por el conocimiento científico6.
1. La sal común que conocemos es un elemento químico conocido como cloruro de sodio (NaCl). Es el generador del apetito y de la sed y factor importante en la alimentación de los seres humanos.
2. No solo saboriza las comidas sino que ayuda a la fabricación de encurtidos y la conservación de carnes y pescados, aunque la congelación de alimentos ya está haciendo disminuir este último uso.
3. Ayuda a mantener regulada la homeostasis respecto de los niveles de agua que tenemos en nuestro cuerpo. La sal es factor de equilibrio. Recordemos que nuestro organismo está compuesto de un 75% de agua al nacer y 65% en la edad adulta.
4. Regula la salida de agua en la orina, fijando las cantidades que deben ser retenidas para mantener la hidratación e impedir que muramos por deshidratación.
5. Produce las plaquetas necesarias para la coagulación sanguínea en accidentes con hemorragias.
6. Actúa en el proceso potenciador de la acción en el sistema nervioso (despolarización, repolarización e hiperpolarización).
7. Agregando yodo a la sal se previenen enfermedades de la tiroides.
8. Con el agregado de flúor se previene la caries dental.
Coloquialmente, la agudeza o ingenio en una persona es calificado como la "sal" de la conversación y se dice que una persona es "salerosa" cuando tiene garbo, gracia al hablar y un trato amable con los demás.
Cuando Jesús dijo ‘Vosotros sois la sal de la tierra’ ¿comprendemos cuán importante relación hizo? ¿Cómo trasladaríamos esa definición a un nivel de acción cotidiana? Sugiero cuatro enfoques:
1. Gozándonos en el Señor siempre.
En primer lugar debemos gozarnos por ser agentes activos dentro del Plan de redención de Dios7. Parte de nuestra tarea es comunicar entusiasmo por estar vivos. Si ayudamos a otros a encontrar que la vida es digna de ser vivida ya estamos siendo bendecidos, aunque no tomemos conciencia de ello. Nuestra vida cobra sentido si otros viven mejor gracias a nuestra participación desinteresada.
Tener que enfrentar obstáculos suele convertirse en motivo de desánimo o pérdida de confianza. Si nos aferramos a la Palabra viva y eficaz recuperaremos fuerza y descubriremos el beneficio de la dificultad.
Dios no mira nuestros méritos (debería decir ‘falta de méritos’) sino nuestra actitud de dependencia de Él y de su provisión. Por medio del estudio de Su Palabra y de la oración, podemos convertirnos en ese toque de sal que le pone sabor a momentos amargos o agrios; no solo nuestros, también de los otros.
Si perdiésemos ese don ya no quedaría nada. Por eso, mejor es comprometernos por entero con el Señor y confiar en lo que Él desea de nosotros.
2. Trabajando duro por la reconciliación.
Una de las tareas del discípulo de Jesucristo es la de reconciliar, no la de generar conflictos; nada daña a los valores positivos del ser humano más que el encono. Por este motivo Jesús recomendó:
“Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.”8
Dios Padre quiso tener una familia, por eso nos creó. El pecado que ingresó en Su creación fue la tentación de escuchar otras voces que aconsejaron la autodeterminación como real libertad. La mentira obedecida nos desligó de Dios; rompió la relación directa que teníamos con Él. Dios ha dado el primer gran paso al enviarnos a Su propio Hijo como prenda de reconciliación eterna con Él.
Tenemos una misión como sal del mundo: dar testimonio de que Dios desea que seamos una familia unida a través de Jesucristo. La globalización de la economía y el poder hegemónico del 1% que manda en el mundo bajo el poder del maligno apuntan a destruir la aspiración de vivir juntos como una gran familia humana. Como sal de la tierra los genuinos cristianos estamos llamados a ser signos de reconciliación ante el mundo.
“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor”9. Si estamos dispuestos a pagar el coste de ser agentes de reconciliación hemos de ayudar a desarticular los miedos que tienen muchos de nuestros semejantes a causa de vivir esclavos de prejuicios de toda índole.
‘Perdonándoos unos a otros vuestras ofensas’10 es un llamado clave a la reconciliación.
No hay relación interpersonal que tenga mejor sabor que la surgida con el sello de reconciliación. El Espíritu Santo es la única persona que puede anular el recuerdo de viejas ofensas y desalentar deseos de venganza.
3. Viviendo como pacificadores.
La paz que nos otorga el Señor no es semejante a la ausencia de conflictos. Es la verdadera felicidad. Tiene efecto de contagio: si tenemos paz con Dios y con nosotros mismos, no sabemos cómo pero se extiende impregnando a los que nos rodean y al medio ambiente.
Una vez que comprobamos el poder transformador de la paz nuestro corazón se torna más compasivo y nuestra mente más comprensiva por nuestros semejantes. Nos volvemos hospitalarios, nos movemos con amabilidad y lo transmitimos a nuestras familias, vecinos y conciudadanos de manera cotidiana.
La paz es el mejor remedio para la injusticia social. Los que alcanzan la paz a nivel global luchan por que los menos favorecidos también sean beneficiados con ella. En una sociedad donde conviven pocos ricos con muchos pobres, puede combatirse la violencia pero si no se atacan sus causas todos sufren un alto nivel de inseguridad. El bien común se busca nivelando hacia arriba, nunca hacia abajo.
Practicar la vida de fe en su aspecto litúrgico, solamente, va a contramano de la enseñanza de Jesús. Eso no es ser sal de la tierra. Involucrarnos con los discriminados sociales, asistiendo a inmigrantes, mujeres maltratadas, huérfanos, ancianos, enfermos, eso es llevar la paz del Señor a otros.
Orar por los gobernantes para que tengan conciencia de sus obligaciones cívicas y las cumplan, clamar a Dios por pan para los hambrientos y agua para los sedientos, si lo hacemos todo como para Él su infinito amor producirá milagros. No importa que no los veamos; un día habremos de enterarnos de ellos11.
4. Cuidando la tierra que Dios nos encargó administrar.
Podemos o no ser propietarios, sin embargo somos administradores de la tierra. De ella venimos y a ella volvemos12. Muy pocos han llegado a comprender que estamos en la tierra para cuidarla. Viviendo mansamente hemos de heredar la tierra13. Los poderosos que explotan a sus semejantes no dejan espacio para otros, monopolizan la tierra. Los mansos tienen dominio propio, acallan la violencia que pugna por salir del interior y manifestarse en hechos destructivos. Son los revolucionarios más efectivos14.
Dios nos ha confiado el cuidado de la tierra porque nuestro planeta no tiene recursos ilimitados. Nuestra responsabilidad es la de ser solidarios con las personas, los pueblos y las generaciones futuras.
El nacido del Espíritu no es un consumidor compulsivo; tiene equilibrio en su forma de consumir y utilizar los recursos naturales. Lejos de desear tener siempre más se conforma con tener satisfechas sus necesidades básicas.
La vida cristiana es la que permite el desarrollo sostenible, pues incrementa nuestra imaginación y creatividad; alienta la investigación científica, estimula la inspiración artística e impulsa nuevos proyectos para la sociedad.
Ser sal de la tierra es evitar que se eche a perder la maravillosa creación de Dios; ella está con dolores de parto esperando disfrutar de la libertad gloriosa de los hijos de Dios15.
En la próxima veremos “II. Vosotros sois la luz del mundo”. Hasta entonces, si el Señor lo permite.
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Notas
Ilustración: cristales de sal común bajo el microscopio. Lucen como piedras preciosas.
01. Mateo 5:13-16
02. ¿Valdrá la pena ser bienaventurados? http://protestantedigital.com/magacin/34358/valdra_la_pena_ser_bienaventurados
03. Juan 16:33; Apocalipsis 3:21.
04. Fuente: Planeta Curioso. http://www.planetacurioso.com/2008/05/02/por-que-el-mar-es-salado/
05. La sal transforma el agua del hielo en agua salada, un líquido que no se congela porque su punto de congelación es menor que la temperatura del aire. ¿Cómo lo hace? Los iones de cloro y sodio que componen la sal (cloruro sódico) presentan una gran afinidad por el agua. Cuando un cristal de sal aterriza sobre la superficie del hielo los átomos de cloro y sodio tiran de algunas de las moléculas de agua hasta conseguir que se desprendan de la superficie. Seguidamente proceden a disolverse en el agua y forman un pequeño charco de agua salada alrededor del cristal. Los átomos de cloro y sodio disueltos van arrancando la superficie del hielo. Este proceso continua hasta que todo el hielo se ha disuelto. http://www.cienciaonline.com/2007/06/03/la-sal-no-derrite-el-hielo/
06. Más información sobre los beneficios y aplicaciones de la sal puede obtenerse entrando en cualquier buscador de internet.
07. Filipenses 3:1a; 4:4.
08. Mateo 5: 23-24. Compárese con Romanos 5:11; 2ª Corintios 5:18,19.
09. 1ª Juan 4:18.
10. Efesios 4:32; Colosenses 3:13.
11. Hechos 3:21; Romanos 8:28, 32; 11:36; 1ª Corintios 13:12; Efesios 1:11,22; 3:20; Colosenses 1:16,17; Hebreos 4:13.
12. Génesis 2:7; Proverbios 12:7; Eclesiastés 3:20;
13. Mateo 5:5.
14. Teresa de Ávila, Ghandi, Martin Luther King, son solo tres ejemplos.
15. Romanos 8:19-23.
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