Mientras Israel –estado miembro de la ONU- continúa su ‘limpieza étnica’ contra musulmanes y cristianos palestinos, ya se forman ejércitos ‘cristianos’ para enfrentar a yihadistas musulmanes. ¿Volvemos a los siglos XI a XIII de las ocho ‘guerras santas’?
Frente a posiciones tan opuestas como la de los liberales que abogan por el ‘Laissez faire et laissez passer’1, y la de los radicalizados extremistas que planifican y divulgan selectivas masacres en nombre de un Estado teocrático, existe una mayoría que no sabe a qué atenerse, cómo reaccionar. Este artículo se escribe pensando en estos últimos. La única intención del autor es alentarles a reflexionar.
Opino que la situación mundial está enviando mensajes que –leídos en su conjunto- indicarían que estamos a los umbrales de una confrontación mundial entre Occidente y Oriente2. Esto lo ha definido de manera muy clara el ecuatoriano Rodrigo Borja Cevallos en uno de sus muchos libros3.
La perspectiva que nos brinda el autor –que se declaró agnóstico- es un llamado de atención para los opinadores ‘cristianos’ que alientan la confrontación ‘en defensa propia’. No son pocos los que aplican esa interpretación a la Biblia. Ignorando que ella es la Revelación de Dios al hombre, le hacen decir lo que ella no dice para propia conveniencia.
Soslayando el carácter divino de las Escrituras ya se la utiliza para escribir artículos en los que se discute si el espíritu belicista –que invade el ámbito eclesiástico y ciertas organizaciones religiosas tradicionales – no será la mejor solución. Lo cierto es que esa posición no es novedosa y se apoya fundamental y únicamente en el AT.
Cuando la influencia papal llegó a impregnar la Europa medieval convirtió en súbditos sumisos a reyes poderosos del denominado Sacro Imperio Romano4, un hijo tardío del Imperio Romano de los Césares. Pareciera que ese espíritu ‘cruzado’ hubiese regresado y no solo para dar nombre a algunas campañas evangelísticas5.
Que a alguien se le ocurra hablar de ‘paz’ en contextos tan beligerantes es poco menos que confesar debilidad intelectual y cederle terreno al ‘enemigo’. Por eso, muchos débiles prefieren escudarse detrás de la confrontación pura y llana.
Debemos reconocer que nunca hubo paz duradera en el mundo. En los días de Jesús también había opresores, rumores de sublevación y peligro de guerras6. Debemos recordarlo al analizar la séptima bienaventuranza que nos entrega el Maestro de Galilea en su Sermón del Monte:
“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” 7.
Estimados lectores y lectoras, si no viviésemos en un mundo de confrontaciones ¿para qué necesitaríamos de pacificadores?
¿ESTÁ BIEN DENOMINAR ‘SANTAS’ A LAS GUERRAS?
Quisiera dejar en claro que si bien el NT habla de guerras, el propio Jesús aconsejó no tener miedo a causa de ellas sino a tomarlas como indicios de que algo mayor ha de suceder para lo cual hay que estar preparados. Existe otra batalla de carácter espiritual que no apunta a eliminar gente ‘enemiga’. No. Esa guerra es contra el gobernante de este sistema destructivo que es el mundo, y que tuvo su punto de inflexión en la cruz del Calvario.
Por esa razón, antes de verificar por qué los pacificadores son bienaventurados y por esa causa serán llamados hijos e hijas de Dios se hace necesario resumir aquél período en el que un Estado ‘Cristiano’ con afán expansionista se convirtió en un ejército aniquilador de centenares de miles de seres humanos.
Me remitiré a la narrativa del autor ecuatoriano ya mencionado, recordando que él mismo se declaró un hombre sin confesión religiosa.
Según Borja, las “Guerras santas fueron en la cristiandad las de las cruzadas, incitadas por los papas, que pretendieron reconquistar la tumba de Cristo y los lugares santos del poder de los ‘infieles’, o la de la reconquista en España para reivindicar los territorios del sur ocupados por los moros”.
Como vemos, hay en esas guerras un contenido religioso y otro político. En este punto, nunca es suficiente insistir en que no es posible separar lo religioso de lo político en las acciones humanas. Por esa causa, este comentarista desalienta el uso peyorativo de ambos términos, pues ello es causa directa de confrontación en el ámbito cristiano-evangélico.
Borja define a esas guerras como las más fanáticas porque persiguen “el exterminio de los enemigos, a quienes se considera como aliados del demonio. Matarlos es, por tanto, un mandato de dios y una obra redentora de la fe. Y se supone que los que en ella mueren van a la bienaventuranza eterna.”
LAS OCHO CRUZADAS ‘SANTAS’
“Entre el año 1096 y el 1270 hubo ocho cruzadas, desde la primera que, obedeciendo a la ‘voluntad de Dios’, fue acaudillada por Pedro ‘el ermitaño’ y que terminó en un desastre, hasta la última que se frustró con la muerte del rey Luis IX de Francia en el vano intento de conquistar al rey de Túnez y a su reino para el cristianismo. Este fue el último intento de la Europa cristiana para salvar Jerusalén. Todas las cruzadas terminaron en un fracaso completo desde el punto de vista militar” – sigue ilustrándonos el autor mencionado.
Luego opina cuáles fueron los impulsores reales de tamaña brutalidad ejecutada en nombre de Cristo:
“Fueron obra del fanatismo religioso que llegó a tales extremos que en una de ellas —la tercera, en 1189— participaron los reyes Felipe Augusto de Francia, Federico Barbarroja de Alemania y Ricardo Corazón de León de Inglaterra, que como todas las demás terminó en un desastre, y que hubo otra integrada por 30.000 niños que se levantaron en armas bajo el signo de la cruz —que fue interpretada por los creyentes como una señal de Dios— y que concluyó en una tragedia porque los niños murieron en el camino de hambre y de frío o fueron vendidos como esclavos en Egipto. Todo esto bajo el patrocinio de los papas y sus exhortaciones a la guerra santa”.
Para concluir con esta primera parte, veamos qué dice Borja Cevallos del Islam:
“La guerra santa por antonomasia es la de los árabes, denominada alhiged o yihad en su lengua. Según el islam, fue establecida por Alá cuando dijo ‘¡matad a los infieles!’. En consecuencia con el mandato divino, el profeta Mahoma escribió en el Corán: ‘la guerra es permanente hasta el día del juicio’ y ‘las fatigas de la guerra son más meritorias que el ayuno, las plegarias y las demás prácticas religiosas. Los bravos caídos en el campo de batalla son mirados en el paraíso como mártires’.
Estas palabras han inspirado, a lo largo del tiempo, las luchas de los musulmanes contra los pueblos de distintas creencias religiosas. Los seguidores del Corán se sienten obligados a dar muerte en guerra a los enemigos de su fe. La violencia de los fundamentalistas árabes contra los ‘infieles’ tiene esta explicación. Los ‘infieles’ son, para ellos, no solamente los que no profesan su religión sino todos los que no se someten a sus ambiciones de poder y de dominio.”
Podemos preguntarnos si armarnos como ejército cristiano para matar ‘en defensa propia’ no resultará –al fin y al cabo – en ‘más de lo mismo’. Por algo muchos usan el método de aquellos ajedrecistas para los que ‘no hay mejor defensa que un buen ataque’.
‘Pacificadores’ no es lo mismo que ‘pacifistas’. Un bienaventurado vivo no es igual a un bienaventurado muerto. Ser hijos de Dios no es lo mismo que ser hijos de este mundo.
Pidamos sabiduría de lo Alto para entender de qué estamos hablando.
En nuestra segunda parte continuaremos con el análisis de esta séptima bienaventuranza; será hasta entonces si el Señor lo permite.
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Notas
Ilustración: http://www.laaventuradelahistoria.es
Los Cruzados buscaron expandir el Sacro Imperio Romano usando la cruz de Cristo como bandera de guerra.
01. La frase francesa completa es: ‘Laissez faire, laissez passer, le monde va de lui même’, que en nuestro idioma significa algo así como ‘Dejen hacer, dejen pasar, el mundo va solo’. Desde el ámbito jurídico del positivismo formal, esta frase se presenta como una aparente despolitización del Estado, para asegurar la libertad económica, política y social.
02. Ya se ha instalado en la conciencia pública occidental que ‘el terrorismo’ es el que proviene de un solo lado: de los árabes y otras etnias asiáticos. La hipocresía instalada en la cultura ‘occidental y cristiana’ nunca reconocerá que existe el ‘terrorismo de Estado’ en muchos países ‘democráticos’ occidentales.
03. Jurista, político y prolífico escritor Borja Cevallos (1935) fue presidente de Ecuador en el período 1988-1992.
04. El término ‘Sacro’ fue incorporado por Federico Barbarroja en 1157.
05. ¿A nadie se le ocurre preguntar por qué denominar ‘cruzadas’ a ciertos multitudinarios eventos?
06. Mateo 24:6; Marcos 13:7; Lucas 14:31; 21:9; el hermano de Jesús también las menciona: Santiago 4:1. En la escatología del Apocalipsis también ocupan un lugar destacado.
07. Mateo 5:9
08. El autor emplea negritas para enfatizar un contenido aunque no estén en el original. Todas las citas entre doble comillas son de la Biblia o del libro ‘Enciclopedia de la Política’ del autor mencionado en 03.
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