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Protestante Digital

 
Manuel Aguas, sacerdote converso (I)
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En la senda de Lutero

Un estudio sobre la carta de conversión y sermón histórico de Manuel Aguas, en abril-julio de 1871 en México.

KAIRóS Y CRONOS AUTOR Carlos Martínez García 01 DE NOVIEMBRE DE 2014 22:45 h
Manuel Aguas Ilustración de Manuel Aguas.

La carta en la que Manuel Aguas, sacerdote dominico, da cuenta de su conversión al protestantismo causó una gran conmoción en la ciudad de México. El escrito de Manuel Aguas fue publicado en El Monitor Republicano, el 26 de abril de 1871. Se reprodujo en otros periódicos del país, en lugares tan lejanos como Yucatán,1 a donde lo manifestado por Aguas tardó en llegar varias semanas por las escasas vías de comunicación entonces existentes.



Francisco Aguas (soldado español) y Marcela N. procrearon dos hijos, uno del mismo nombre del padre y otro, Manuel, que nación en 1830, en Mapimí, Durango.2 Sobre su año de nacimiento, un amigo suyo y discípulo, afirma en una conmemoración de la muerte de Aguas, que el lugar del natalicio es el pueblo de Jocotitlán, estado de México en 1826.3 Consigno el dato, y a la vez subrayo que la versión sobre el nacimiento de Aguas en Mapimí, y en el año primeramente mencionado, proviene de 1900 y es de su hijo adoptivo, Primitivo A. Rodríguez.4



La familia se traslada a la ciudad de México, donde Manuel hace sus estudios universitarios y musicales. A la edad de veinte años ingresa a la orden de los dominicos. En 1857, debido a una orden del gobierno liberal, tiene lugar la exclaustración de monjas y frailes, por lo que Manuel Aguas se dedica a estudiar homeopatía. Como tesorero que era del convento entrega al gobierno civil 9 mil pesos “que era todo lo que obraba en su poder”.5 Por más de siete años había manejado los intereses del clero como procurador del Colegio de Porta Coeli.6 El Colegio fue fundado por los dominicos en 1603. En 1860 la institución es suprimida de acuerdo con las leyes de Reforma juarista, y la propiedad es dividida en lotes para ser vendidos. Lo que hoy queda es el templo, ubicado en Venustiano Carranza número 107, y a una calle de Correo Mayor, en el Centro Histórico de la capital mexicana. Actualmente el templo “está dedicado al culto del rito greco malaquita (o melvita)”.7



En 1863 las autoridades de su orden lo nombran para hacerse cargo del curato de Cuautla, Morelos, donde permanece dos años y el templo se atiborraba de feligreses para escuchar sus intensos sermones.8 Vuelve a la ciudad de México en 1865, se desempeña como capellán del Colegio Santa Isabel, donde la materia de historia la imparte el ya para entonces reconocido político y escritor Manuel Payno.9 Se involucra más en actividades docentes y el 16 de enero de 1865 abre cursos en el Colegio Guadalupano, funge como director del plantel que en poco tiempo alcanza alta reputación.



A la par de sus tareas educativas, Aguas predica en el templo de San José de Gracia, donde la muchedumbre llena el lugar para seguir las enseñanzas del dominico. En el año escolar de 1867 deja la dirección del Colegio Guadalupano. La ceremonia de cursos de ese año lectivo la encabeza José María Rodríguez y Cos.10 En 1869 asume la dirección del Colegio Guadalupano José Fermín Meléndez.11



Durante el sitio de las fuerzas republicanas que comanda Porfirio Díaz contra los últimos reductos militares fieles al emperador Maximiliano (quien ya había sido apresado en Querétaro, en junio de 1867), Manuel Aguas compra con sus propios recursos alimentos y los reparte a los pobres.12 En ese mismo 1867 Benito Juárez entra victorioso a la capital del país (15 de julio13), de la que había salido cuatro años antes. En un manifiesto dado para la ocasión, Juárez comunica que: “Salió el gobierno para seguir sosteniendo la bandera de la patria por todo el tiempo que fuera necesario, hasta obtener el triunfo de la causa santa de la independencia y de las instituciones de la República”.14



Al inicio del segundo semestre de 1867, ante la insistencia de otros sacerdotes dominicos, muda su ministerio al curato de Azcapotzalco, en aquel entonces un poblado aledaño a la ciudad de México.15 Como párroco en el lugar, explica, “combatía al protestantismo con todas mis fuerzas, y aun hice que algunos protestantes se reconciliaran con la Iglesia Romana”.16



En una carta fechada en octubre de 1871, en la que Aguas da cuenta de su itinerario, que él llama del romanismo a la verdadera religión, escribe que entre sus tareas como párroco estaba enseñar sobre la “pestilencia [del protestantismo] que vendría a hacernos en México más desafortunados que nunca”.17 Manuel Aguas se daba tiempo para combatir una presencia que no era imaginaria, ya que desde los primeros años de la década de los sesentas del siglo XIX en la ciudad de México se fueron enraizando núcleos de creyentes evangélicos.



En Azcapotzalco se presenta ante él un “individuo que dijo ser protestante, y después de una discusión que se prolongó hasta entrada la noche, el protestante se reconcilió con la Iglesia romana, dejó los folletos que llevaba y el cura se puso a leerlos”.18 Esta lectura le lleva paulatinamente a replantearse sus creencias religiosas.



Antes de proseguir con el proceso de cambio en Manuel Aguas, hacemos notar que su encuentro con protestantes en Azcapotzalco señala hacia la presencia de aquellos en una zona lejana, en ese entonces, del centro de la ciudad de México, donde se localizaba el núcleo de Sóstenes Juárez. El activismo de ese núcleo en el reparto de literatura protestante tiene alcances geográficos importantes, va más allá de las calles céntricas en la capital. Por meses Manuel Aguas se replantea si continuar, o no, ejerciendo el sacerdocio católico romano. Decide hacer un alto en los primeros meses de 1868.19



De Azcapotzalco es promovido para ser el confesor oficial de los canónigos de la Catedral Metropolitana, en la capital del país. Entre sus deberes estaba predicar con cierta regularidad ante el arzobispo y el capítulo catedralicio. Aguas entra crecientemente en una crisis de fe. Menciona que “no tenía paz en el alma, dudaba de mi salvación, y nunca creía que estaba haciendo suficientes obras para obtenerla”.20



Como otros sacerdotes católicos que en la historia han comenzado un proceso de acercamiento al protestantismo, Manuel Aguas sigue con su ministerio pero deja de enseñar ciertos dogmas peculiares del catolicismo para hacer predicaciones más bíblicas. Esto sucede mientras le corresponde predicar en la Catedral de México. Es así que por dos años, mediados de 1868 a septiembre de 1870, atrae público interesado en sus predicaciones, a la vez que “durante este tiempo los canónigos estaban algo inquietos por los sermones de Aguas, pues se fijaban que nunca en ellos se refería a los santos e indulgencias”.21



El último sermón de Manuel Aguas en la Catedral Metropolitana tiene lugar el 4 de octubre de 1870, día de San Francisco de Asís. En la pieza oratoria “se limitó a tratar de la caridad. Cincuenta franciscanos que estaban presentes protestaron y lo denunciaron al Cabildo por no haber hecho el panegírico de regla”.22 Deja de oficiar misas, entra en un periodo de silencio y subsiste del ejercicio de la medicina homeopática.



Por el tiempo de sus dudas llega a manos de Manuel Aguas un panfleto protestante titulado Verdadera libertad. Su primera reacción es combatir el tratado con lo que él llama “su arsenal romanista”. Pero la voz de su conciencia le lleva a pensar que tal vez él estaba en el error. El todavía sacerdote decide ponerse a estudiar, dice, “todos los libros y panfletos protestantes que pudiese conseguir”. Subraya que con mucho cuidado se dedica a la tarea de leer la Historia de la Reforma del siglo XVI, de Merle D’Aubigné.



Tras un proceso que le llevó cerca de tres años, Manuel Aguas refiere a quien fuera su antiguo superior en la orden religiosa fundada por Domingo de Guzmán a principios del siglo XIII, Nicolás Arias, que todavía en 1868 estaba convencido de las enseñanzas católico romanas y que difundía las mismas como párroco en Azcapotzalco, poblado entonces localizado a las afueras de la ciudad de México.



Es por medio de la lectura de algunos tratados protestantes que llegan a sus manos que se le despierta la inquietud por leer la Biblia. Se dio a la tarea de estudiar arduamente la Palabra hacia fines de 1869. Lo que encuentra en ese ejercicio le va llevando paulatinamente a criticar crecientemente varios de los dogmas sostenidos por la Iglesia católica romana. Hasta que decide hacer un alto, dejar de practicar sus deberes sacerdotales y dedicarse a ejercer la medicina homeopática, disciplina que había estudiado años antes.



En algún momento de 1870, con mayores probabilidades hacia finales de ese año, Manuel Aguas comienza a reunirse en la que llama en su misiva de octubre de 1871 la Iglesia protestante provisional. En ésta ministraba el misionero Henry C. Riley, nacido en Chile en 1835, educado en Estados Unidos e Inglaterra y ordenado como ministro de la Iglesia episcopal en 1866. Antes de llegar a México, a principios de 1869,23 Riley pastoreaba una iglesia de habla castellana en Nueva York.



Este personaje arriba a nuestro país en continuidad con los primeros contactos establecidos por algunos de los Padres constitucionalistas con la Iglesia episcopal de Estados Unidos.24 Antes que él, y como resultado de la solicitud de ayuda a la Comisión Protestante Episcopal para Misiones Extranjeras, llega al país, en 1864, el reverendo E. G. Nicholson y tiene una estancia de seis meses. Nicholson ya había estado en México, en 1853, en Chihuahua, donde funda la “Sociedad Católica Apostólica Mexicana dando a sus miembros biblias en español y libros de oración anglicanos (escritos en inglés en 1789 y traducidos al español en 1851)”.25



En tanto que Manuel Aguas por su cuenta lee la Biblia e inicia un decidido caminar hacia el protestantismo, Henry C. Riley compra al gobierno mexicano, a través de Matías Romero, ministro de Hacienda, los templos de San Francisco y de San José de Gracia.26 Paulatinamente ambos lugares, pero sobre todo el segundo, se transforman en centros principales del cristianismo evangélico en la ciudad de México.



Durante la temporada que deja de ejercer el sacerdocio y poco antes de hacer pública su adhesión al grupo de Riley que se reunía en San Juan de Letrán número 12, Aguas contrae matrimonio.27 Se casa con la viuda de un “militar que después llegó al grado de coronel en el ejército patriota, durante la guerra de la Intervención [francesa], sellando su devoción a la patria con su sangre mortal por los años de 1866 ó 1867”.28 Del matrimonio de este militar nace, en 1855, un hijo, Primitivo Abel Rodríguez, quien acompañaría a su padre adoptivo, Manuel Aguas, durante el tiempo en el ex dominico desarrolla su labor como ministro evangélico.29



El Monitor Republicano, periódico que se encontraba en la misma calle, San Juan de Letrán número 3, donde tenían lugar las reuniones de la congregación en la cual ministraba Riley, en el número 12, dio la siguiente noticia: “Se dice, no sabemos con qué fundamento, que este señor [Manuel Aguas] ha entrado al gremio protestante. Si esto es cierto, los evangélicos cuentan con un ilustre pastor”.30 Al día siguiente el superior de la orden dominica, Nicolás Arias, le hace llegar a Manuel Aguas una carta en la que le cuestiona sobre la veracidad, o no, de la información.



Cuatro días después, el 16 de abril, Aguas le remite una extensa misiva al presbítero Nicolás Arias. En ella proporciona pormenores de su conversión. La carta está llena de citas bíblicas. Así deja ver que el año y medio anterior dedicado a estudiar “con cuidado y cariño la divina Palabra” ha dejado profundas huellas en él. Su respuesta es un rotundo sí, a la pregunta de si se ha convertido al protestantismo. Pero antes de ello el ex sacerdote católico Manuel Aguas hace una descripción de dónde estaba en cuestiones de fe y comenta sobre su nueva creencia evangélica, cuyas características refiere a lo largo de la misiva.31



 



Continuará



 



Ponencia presentada en el IV Congreso sobre Reforma Protestante Española: la Reforma en Hispanoamérica, Universidad Complutense de Madrid, 30-31 de octubre 2014.



 



1 La Razón del Pueblo, Periódico oficial del Estado libre y soberano de Yucatán, 14 de junio de 1871, pp. 1-3; y 16 de junio de 1871, p. 2-3.



 



2 L. J. Saucedo, “Homenaje al padre Aguas”, La Buena Lid, XII/1961, pp. 7-8.



 



3 Jesús Medina, “El 38º aniversario de la muerte del reformador mexicano D. Manuel Aguas”, El Abogado Cristiano, 27/X/1916, p. 680.



 



4 Alberto Rosales Pérez, Historia de la Iglesia nacional presbiteriana El Divino Salvador de la ciudad de México, 1869-1922, s/e, México, 1998, p. 27.



 



5 Ibíd.



 



6 Manuel Aguas, Contestación que el presbítero Don Manuel Aguas da a la excomunión que en su contra ha fulminado el Sr. Obispo Don Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, Imprenta de V. G. Torres, México, 1871, p. 62.



 



7 Rafael Cal y Mayor Leach, Iglesias del Centro Histórico de la Ciudad de México, Fundación del Centro Histórico de la Ciudad de México, A.C.-Fundación Carlos Slim, México, 2011, p. 141; Jorge J. Jesús Carrillo, “El templo de Porta Coeli”:



http://www.ritosyretos.com.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=179:templo-de-porta-coeli&catid=10:iglesias-y-conventos&Itemid=22



 



8 El Diario del Hogar, 10/VII/1900, p. 2 y L. J. Saucedo, op. cit., p. 8.



 



9 La Sociedad, 2/I/1865, p. 3.



 



10 La Iberia, 26/XII/1867, p. 2.



 



11 El Constitucional, 16/I/1869, p. 4.



 



12 Alberto Rosales Pérez, op. cit., p. 27.



 



13 Raúl González Lezama, Reforma liberal, cronología (1854-1876), Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, México, 2012, p. 201.



 



14 Benito Juárez, “Manifiesto a los mexicanos”, en Silvestre Villegas Revueltas (Introducción y selección de textos), La Reforma y el Segundo Imperio (1853-1867), UNAM, México, 2008, p. 417.



 



15 L. J. Saucedo, op. cit., p. 8 y “Contestación que el presbítero Manuel Aguas da a la carta en que le pregunta sobre su religión el presbítero Nicolás Arias”, El Monitor Republicano, 26/IV/1871, p. 2.



 



16 “Contestación que el presbítero Manuel Aguas da a la carta en que le pregunta sobre su religión el presbítero Nicolás Arias”, El Monitor Republicano, 26/IV/1871, p. 2. En adelante Carta de conversión.



 



17 Manuel Aguas, Letter from Manuel Aguas, T. Whittaker Publisher and Bookseller, No. 2, Bible House, New York, 1874, p. 3.



 



18 Alberto Rosales Pérez, op., cit., p. 27.



 



19 Carta de conversión, p. 2.



 



20 Letter from Manuel Aguas, p. 3. En adelante Letter.



 



21 El Diario del Hogar, 10/VII/1900, p. 2 y testimonio de Primitivo A. Rodríguez, en Alberto Rosales Pérez, op. cit., p. 28.



 



22 Ibíd.



23 El periódico The Two Republics (23 de julio de 1870, p. 3), que se editaba en la ciudad de México, reproduce una nota de una publicación editada en Brownsville, Texas, llamada Ranchero, que a su vez la toma de “un periódico de Nueva York”. La información da cuenta de una conferencia en la cual participó Henry C. Riley como expositor sobre “el crecimiento del protestantismo en México”. El misionero declara que había llegado a México “dieciocho meses antes” del evento reportado por el diario neoyorquino. Lo anterior significa que Riley se establece en la capital mexicana entre diciembre de 1868 y enero de 1869.



24 Abraham Téllez menciona que “entre 1862 y 1863 los sacerdotes [Francisco] Domínguez, [Rafael] Díaz Martínez y [Juan Nepomuceno Enríquez] Orestes viajaron a Estados Unidos —a la ciudad de Nueva York—, para ponerse en contacto con las autoridades de la Iglesia Episcopal”, Proceso de introducción del protestantismo desde la Independencia hasta 1884, tesis de licenciatura, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras-Colegio de Historia, México, 1989, p. 163; por su parte Daniel Kirk Crane sostiene que “al final de 1864 el movimiento reformista manda a tres de sus miembros a Nueva York con las instrucciones de establecer contacto con un cuerpo protestante. En mayo de 1865 una vez en el país del norte, se empieza a negociar una alianza entre los Padres constitucionalistas y la Iglesia Episcopal”, La formación de una Iglesia mexicana, 1859-1872, tesis de maestría en Estudios Latinoamericanos, UNAM, 1999, p. 87. ¿Los tres realizaron dos viajes a Nueva York, uno antes de la llegada de Nicholson, y otro posterior para fortalecer las relaciones entre las partes?



 



25 Daniel Kirk Crane, op. cit., p. 87.



 



26 Jean-Pierre Bastian menciona que la iglesia de San Francisco la compra Riley en 4 mil pesos, Los disidentes: sociedades protestantes y Revolución en México, 1872-1911, México, Fondo de Cultura Económica-El Colegio de México, 1989, p. 38. San Francisco está frente al famoso Sanborn´s de Los Azulejos, en la calle de Madero; y San José de Gracia es la Catedral Anglicana de México, se localiza en Mesones 139. Ambos lugares están situados en el Centro Histórico de la ciudad de México.



 



27 Daniel Kirk, op, cit., p. 66.



 



28 G. B. Winton, “El reverendo Primitivo A. Rodríguez”, El Abogado Cristiano, 11/III/1909, p. 154.



 



29 Arcadio Morales, “Reverendo Primitivo A. Rodríguez”, El Faro, 12/III/1909, p. 167.



 



30 El Monitor Republicano, 11 de abril de 1871, p. 2.



 



31 Acerca del alegato Crane asienta que se imprimió “bajo el nombre Viniendo a la luz, fue publicado varias veces, incluso hasta finales de este siglo”, p. 98.


 

 


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COMENTARIOS

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Alfredo
07/11/2014
15:33 h
5
 
D.Álvaro; la Biblia enseña q aunq la importancia de la fe es imprescindible, la fe inicia el proceso de justificación, un proceso q tiene sus etapas y su final. Ni la justificación es un acontecimiento singular de sola fe, ni las obras son meramente el fruto de esa fe, sino un proceso por el cual el individuo crece en justificación por su fe y buenas obras, un crecimiento q puede ser retardado o incluso terminado por la infidelidad y las malas obras y finalizar en la perdición.Rom2,13;Stg2:1-26
 
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Alfredo
07/11/2014
12:35 h
4
 
Don Álvaro: es tan antibíblico enseñar q nos salvamos solo por obras como enseñar q nos salvamos solo por fe. La Biblia prohíbe creer que nos salvamos solamente por la fe:"Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe"Stg2,24 y SPablo para que no se malinterprete toda su enseñanaza recalca: "y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy"1Cor13,2.Solo por la gracia de Dios x medio de la fe obrando en el amor
 
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Alvaro
07/11/2014
17:19 h
6
 
Entiendo señor Alfredo. Podemos afirmar que Pablo y Santiago no se estaban contradiciendo, sino que condenan una fe inactiva (Rom.6:15-18). Pero hay obras que anulan la fe, y es la fe la que mueve, por decirlo así, la gracia de Dios para Salvación (Ef.2:8). De manera que no podemos contradecirnos enfatizando en fe, ni tampoco yendo al extremo de las obras. Lo de "solo fe" hace referencia a esto que le comento. Pero claro, la fe sin obras está muerta en sí misma...(St.2:15-19)
 
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Alvaro
05/11/2014
13:41 h
3
 
Señor Alfredo: Nada más desconcertante que pensar que nuestras obras producen salvación. Le pregunto: ¿Ha hecho obras que le puedan hacer salvo? Nadie lo ha podido hacer, sólo a través de Cristo ha sido posible. ¿Qué me dice de Romanos 5:1? ¿Y de Gálatas 2:16 y 3:24? ¿Y por qué dice: "Creyó Abraham y le fue contado por justicia" (Rom.4:3)? ¿Y qué de Rom. 1:17? Santiago habla de práctica del amor como resultado de la fe, obras de justicia en razón de la fe, pero jamás de salvación por obras.
 
Respondiendo a Alvaro

Alfredo
04/11/2014
15:55 h
2
 
Don Carlos: nunca se progresa cuendo se sigue una doctrina que contradice la palabra de Dios. Creer que la vida Eterna la conseguimos con "solo fe" contradice a la Escritura literalmente en Stg2,24 y 1Cor13:2. El Evangelio entero nos enseña que son necesarias las obras de amor y Dios nunca nos quita la libertad porque quien pierde la libertad no puede amar.Tenemos que realizar las obras movidos por el amor a Dios y al prójimo. Lutero llamaba a su interpretación particular "solo Escritura".
 
Respondiendo a Alfredo

marco
04/11/2014
05:28 h
1
 
excelente testimonio de Manuel aguas en México, felicidades Carlos por tu difícil investigación de esa época, estaremos pendientes de la continuidad, como mexicano es de suma edificación ver a un líder católico romano ser transformado por la palabra de DIOS en este ambiente
 



 
 
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