Lo interesante de la utilización por parte de Francisco de estas imágenes geométricas es cómo las aplica al ámbito del ecumenismo.
Al Papa Francisco no le gustan las esferas; le gustan los poliedros. En varios de sus recientes discursos y en diferentes contextos ha utilizado la imagen del poliedro para ilustrar lo que tiene presente cuando piensa en la unidad, es decir, la unidad de los cristianos y la unidad de la humanidad.
En geometría elemental, un poliedro es una figura sólida de tres dimensiones con caras planas, bordes rectos y esquinas agudas o vértices.
Sin entrar en demasiados detalles técnicos, la idea básica es que a un poliedro le falta la armonía y las proporciones de una esfera, pero conserva la unidad de un sólido. Y no sólo eso, tiene distancias variables desde su centro y no una sola manera de estar relacionado con él.
Puede ser un tipo torpe de unidad, pero todavía mantiene el conjunto.
UNIDAD EN EL MUNDO GLOBAL
Francisco empezó a hablar inicialmente del poliedro en el contexto de la globalización.
En un mensaje dirigido a un festival celebrado por la Doctrina Social de la Iglesia, que abordó la cuestión, dijo: “Me gustaría traducir el tema en una imagen: la esfera y el poliedro. Tomemos la esfera para representar la homologación, como una clase de globalización: es lisa, sin facetas e igual a sí misma en todas sus partes. El poliedro tiene una forma similar a la esfera, pero es multifácetico. Me gusta imaginar a la humanidad como un poliedro, en el cual las formas múltiples, a la hora de expresarse, constituyen los elementos que componen la familia humana en una pluralidad. Y esto es la verdadera globalización. La otra globalización, o sea la de la esfera, es una homologación” (6 de dic. de 2013).
Según este punto de vista, la globalización como una esfera puede llevar a la uniformidad cultural y a la homologación social, mediante las cuales un modelo de desarrollo y una forma de vida se convierten en el centro de lo que significa ser humano y el mundo entero debe ajustarse a ello.
La globalización como un poliedro, por otra parte, permite múltiples soluciones que son diferentes unas de otras manteniendo al mismo tiempo relaciones vitales entre sus componentes. En este último, la homogeneidad no se impone y se fomenta la multiplicidad.
En su Exhortación Apostólica del año 2013 Evangelii Gaudium, Francisco elaboró un trabajo sobre los peligros de reducir el mundo a un modelo económico único y a un paradigma cultural monolítico. Esta globalización trae “una economía de exclusión”, “la nueva idolatría del dinero”, “un sistema financiero que gobierna en lugar de servir” y “desigualdad que genera violencia”. La globalización, al querer moldear el mundo en un modelo único, lo que hace es matarlo. Por el contrario, si se celebra la diversidad del mundo hace que éste florezca. El centro de este poliedro es la humanidad común que todos los seres humanos comparten, mientras las diferentes caras representan las particularidades culturales que no pueden exprimirse ni ser ignoradas por la globalización.
LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
Lo que es interesante de la utilización por parte de Francisco de estas imágenes geométricas es como las aplica al ámbito del ecumenismo.
La unidad de los cristianos tiene sus propias metáforas bíblicas, tales como la de un único cuerpo con una cabeza y muchos órganos y partes (1 Corintios 12).
En su visita a la Iglesia Pentecostal italiana (28 de Agosto de 2014) Francisco desarrolló su idea del ecumenismo como un poliedro: “Estamos en la era de la globalización, y nos preguntamos qué es la globalización y lo que podría ser la unidad de la iglesia: quizás una esfera, donde todos los puntos son equidistantes del centro, ¿todos iguales? ¡No! Esto es uniformidad. ¡Y el Espíritu Santo no crea la uniformidad! ¿Qué figura podemos encontrar? Estamos pensando en el poliedro puesto que el poliedro es una unidad, pero con todas las partes diferentes; cada una tiene su peculiaridad y su carisma. Esto es unidad en la diversidad”.
Leyendo entre líneas, parece claro que la unidad como una esfera es el ecumenismo católico romano pre-Vaticano II, por el cual los otros cristianos eran drásticamente invitados a “volver” al redil católico y cumplir sus doctrinas y prácticas bajo la autoridad del Papa.
Con el Vaticano II el catolicismo romano actualizó su proyecto ecuménico y adoptó un tipo de círculo concéntrico de la unidad en el que la Iglesia única y sola “permanece en” la Iglesia Católico Romana y las otras iglesias y comunidades gravitan alrededor de su centro según su grado de proximidad o distancia. De acuerdo con el Vaticano II y las posteriores enseñanzas magisteriales, la unidad de los cristianos es triple: 1. profesar la misma fe, 2. celebrar la misma Eucaristía (es decir, en la forma católico romana) y 3. estar unidos bajo el mismo ministerio sacramental en la sucesión apostólica (o sea, bajo el Papa).
¿Cómo encaja un tipo poliedro de unión, como la promovida por el Papa Francisco, en esta visión de la unidad? Por ejemplo, en lo que se refiere al segundo signo mencionado antes, ¿está diciendo el Papa que la comprensión sacrificial de la Eucaristía y la teología de la transubstanciación pertenecen al centro de la unidad de los cristianos o son detalles que se pueden acomodar a las diferencias? ¿O dice el Papa que la sucesión apostólica, que es la base de la estructura jerárquica de la Iglesia Católico Romana, forma todavía parte del centro o es una variable secundaria para la unidad de los cristianos?
Los poliedros son sólidos fascinantes y el uso de Francisco de la imagen del poliedro invita a la reflexión. No obstante, el problema para la unidad de los cristianos no radica primordialmente en la metáfora que utiliza, sino en la visión teológica que la nutre.
Si la Eucaristía católica y el sistema sacramental católico forman parte del centro de la unidad de los cristianos, pueden hacerse referencias a las esferas o a los poliedros tanto como se quiera, pero la sustancia del problema es que la unidad todavía gravita alrededor de la Iglesia Católico Romana y sus distintas perspectivas y no alrededor del Evangelio bíblico que llama a todos los cristianos a ajustarse a la mente de Cristo.
Traducción: Rosa Gubianas
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