La devoción mariana de Francisco es uno de los signos que definen su espiritualidad. Desde sus primeros actos como Papa hasta sus discursos y prácticas diarias, la teología mariana tradicional es básica para su cosmovisión católica.
A los oídos evangélicos su lenguaje puede parecer, a veces, centrado en Cristo y orientado a la misión, pero estos énfasis del Evangelio aparentes están siempre orgánicamente relacionados con un fuerte marianismo que envuelve la narrativa y la experiencia religiosa del Papa. El último ejemplo de su profundo marianismo sucedió en un encuentro con los seminaristas en Roma el pasado 13 de mayo. Al contestar sus preguntas sobre varios temas, el Papa hizo algunos comentarios interesantes sobre el marco mariano que subyace en su teología de la vida cristiana.
BAJO EL MANTO DE LA SANTA MADRE DE DIOS
Comentando acerca de la necesidad de vigilancia en tiempos de confusión personal,
Francisco evoca el consejo de los Padres Rusos de ponerse “bajo el manto de la Santa Madre de Dios”. Esta protección mariana, recuerda el Papa, forma también parte de la liturgia por la cual el creyente declara encontrar refugio bajo el
“presidium” (refugio) de María:
“sub tuum presidium configimus, Sancta Dei Genitrix” (bajo tu protección nos refugiamos, santa Madre de Dios). De este modo, no rezar a María en tiempos de dificultad, para un sacerdote es como ser “huérfano”.
La primera cosa que un niño hace cuando está afligido es buscar a su madre, y lo mismo debería suceder en el reino espiritual. La obra mediadora de Jesucristo y su total comprensión de nuestras necesidades (el punto central de Hebreos 1-2 y 4:14-16) aquí se pasa por alto totalmente y a su vez es subsumido bajo la protección de María quien es la madre que cuida a los que solicitan ayuda. Mientras el salmista puede clamar “¡Confiad siempre en El! ¡Habladle en oración con toda confianza! ¡Dios es nuestro refugio! (Salmo 62:8), el consejo de Francisco es buscar el “manto” de María.
Entonces
el Papa continúa subrayando el vínculo que hay entre la maternidad de María y la maternidad de la Iglesia. Según él, a aquellos que tienen una “buena relación” con María se les ayudará a tener una “buena relación” con la Iglesia e incluso con su propia alma. Las tres tienen un ”elemento femenino” y los conecta de una forma transitiva y maternal. De nuevo hay un enérgico énfasis en la maternidad que corre a través de la cosmovisión mariológica. Los que no tienen una buena relación con María (suponiendo que esto signifique rezarle, confiar en ella y pedir su ayuda) son como “huérfanos”.
La Biblia, no obstante, enseña que una buena relación con la Iglesia es posible sólo mediante la cabeza de la Iglesia, o sea Jesucristo, y esto se produce mediante el Espíritu Santo (1 Corintios 12). Francisco, por otra parte, tiene una manera “maternal” de conseguir esta relación correcta.
¡LA MADRE O LA SUEGRA!
En este momento el Papa recuerda un episodio que le ocurrió hace treinta años cuando visitó a una familia en el Norte de Europa. Los miembros de esta familia eran católicos practicantes y estaban llenos de entusiasmo por Cristo (¿quizás influenciados por la cultura protestante de su comarca?). En una conversación dijeron: “Hemos descubierto a Cristo y, gracias a Dios, hemos pasado la etapa de la Madonna. Ya no la necesitamos”. “No”, respondió Bergoglio entristecido: “Esto no es una fe madura. Olvidar a la madre es siempre una mala cosa, no una señal de madurez”.
Otra vez, surge la pregunta: encontrar a Cristo y sólo a El ¿es un paso hacia la madurez cristiana o es alejarse de la misma?
El último comentario concerniente a esta cuestión parece más bien una broma chistosa. Al terminar su reflexión mariana, Francisco concluye diciendo: “Si tú no quieres a María como una madre, ¡se convertirá en tu suegra!” Una manera curiosa de expandir aún más la metáfora de la maternidad en direcciones no bíblicas.
El caso es que
el Papa Francisco cree que una fe libre de mariología o incluso con una mariología ligera es como una criatura huérfana y es también una fe inmadura. La verdadera cuestión es si una fe centrada en Cristo y orientada hacia la misión debería concentrarse en Cristo en lugar de entremezclar el Evangelio con varias ideas maternales que no hacen más que oscurecerlo.
Traducción: Rosa Gubianas.
Si quieres comentar o