Los responsables de las distintas entidades educativas evangélicas continúan hablando sobre la educación teológica. Hoy entrevistamos a Bernard Coster (1956), profesor y decano académico de IBSTE, profesor del CEEB y del CEIBI y pastor en la Iglesia Reformada de Mataró.
Bernard Coster Está graduado en Pedagogía y Ciencias Sociales y tiene una Maestría en Historia y Teología. Está casado con Jacobine de Jonge, y es padre de seis hijos.
Pregunta.- ¿Cuál es el propósito de la enseñanza y la educación teológica?
Respuesta.-La función de la teología es ocuparse de la comprensión y expresión correctas de la fe cristiana, de su contenido, su ética y su práctica. Además, la enseñanza del mismo contenido, la misma ética y práctica. La teología ejerce una función crítica -analítica- y a la vez constructiva -sintética- en todas las tradiciones, confesiones y denominaciones cristianas para distinguir, según los criterios propios de estas tradiciones, entre lo que es y debe ser parte de la fe y lo que no es y no puede ser parte.
P.- ¿Es la educación teológica parte de la misión más allá de la evangelización? ¿Cuál es el papel de la enseñanza en la misión?
R.-La iglesia de Cristo está presente en la historia en básicamente tres formas. Es la
comunidad de todos los cristianos. También la iglesia es la
institución por medio de la cual la comunidad cristiana se ha institucionalizado y organizado. Como comunidad la iglesia es una e indivisible, pero como institución necesariamente es dividida y diversa. Al final, la iglesia es
misión, una presencia
apostólica en el mundo. Las definiciones obligan a hablar de la iglesia como comunidad, institución y misión, en este orden, pero en la realidad histórica la misión siempre precede a la comunidad y a la institución.
La teología y la educación teológica forman parte de la institución de la iglesia. No son funciones de la comunidad, porque la teología no es sin más la fe que se cree o el mensaje evangelístico o misionero que se proclama, sino es esta función que investiga, propone, decide y enseña lo que debe ser la fe que es creída, practicada, enseñada y proclamada.
Resulta que la enseñanza de la teología y la enseñanza de la fe coinciden en la afirmación del contenido básico de la fe, pero que difieren en los propósitos. Una iglesia o una misión, cuando enseña y predica el contenido de la fe, lo hace
dando testimonio del Señor (2Tim.1.8)
, que es lo mismo que
confesar la fe en Jesucristo. Confesar en el fondo es
decir lo mismo. El que confiesa la fe cristiana dice lo mismo que todos los cristianos. El
testimonio de los cristianos se legitima como verdadero por su evidencia poderosa y por la credibilidad de los testigos. Dicho de otra manera, el testigo pide fe en lo que defiende a base de su verdad evidente, que él mismo confirma con su vida -a veces, hasta con su muerte. Ahora, cuando comprendemos la enseñanza de la fe en la iglesia y en la misión como
confesar y dar testimonio de la fe, la teología es -como ya he dicho- esta función institucional, la herramienta adecuada para ayudar a la comprensión, definición y enseñanza de la misma fe.
P.- ¿Es la educación teológica solo para los líderes y pastores?
R.-El protestantismo reconoce el ministerio de todos los creyentes, lo que significa que a todos los creyentes es otorgada una responsabilidad pastoral. Este ministerio es parte de la fe misma y de su compromiso. El motivo de estudiar teología depende del llamamiento especial de cada uno de los creyentes, asimismo de sus dones particulares, del contexto cultural e intelectual y de la visión de la iglesia. No es que todos los creyentes deben estudiar teología, no obstante, todos deben comprender y respetar la función de ella en la iglesia.
P.- ¿Deben las instituciones y programas de educación teológica realizar una revisión misional de sus planes de estudio, estructuras y ética, de manera que sean los adecuados para coadyuvar a la iglesia a responder a los desafíos a los que se enfrenta en este siglo XXI?
R.-La teología protestante, como fue diseñada a partir de la Reforma a base de la Biblia en las confesiones y luego en las tradiciones teológicas protestantes era, en primer lugar, una teología pastoral, una teología para consolar, por medio de las verdades bíblicas, a un pueblo desorientado y angustiado por una religión opresiva. Eran pocos los protestantes que ya en los siglos XVI y XVII comprendían la misión como un encargo vigente de la iglesia. En el siglo XVIII los pietistas, moravos y metodistas descubrieron la misión, pero la teología tardó aún más en integrarla en su contenido. Y aun así, con la misionología y otras asignaturas misioneras ocupando su lugar legítimo en el currículum teológico, no podemos decir que toda la teología se ha reorientado por el redescubrimiento de la misión. Cuando se comprende que toda la iglesia debe ser misionera, toda la teología tiene que ser misionera también. En todo caso, no tenemos que exagerar este requerimiento. La pastoral y la misión no forman una contradicción. Toda la enseñanza y educación, tanto dentro de la comunidad como fuera de ella, debe ser pastoral en el sentido de estimular una relación por medio de la fe con Dios. Si bien, el mensaje misionero es más apologético, nunca puede faltar el aspecto pastoral por el cual el evangelio es
poder para salvación. A la vez, toda la educación pastoral tiene que ser misionera y evangelística también porque no solo enseña la fe a los creyentes, sino también a los que deben llegar a ser creyentes verdaderos: los niños y adolescentes, pero también los hipócritas y los creyentes aparentes que ocupan espacio en todas las iglesias.
Con todo, defiendo una teología que revisa y reconsidera su relevancia actual. Para ser más preciso, la teología debe ayudar a la iglesia de nuestro tiempo a comunicar el evangelio de Jesucristo -en realidad todo el Consejo de Dios- en un lenguaje comprensible y actual para nuestra propia generación.
P.- ¿Cómo se encuentran nuestras iglesias en materia de educación teológica, hoy? ¿Cómo implementarla a todos los niveles, en caso que no todos los creyentes tengan acceso a la misma?
R.-La pregunta que formula la entrevista es si las iglesias cumplen su compromiso de enseñar teología. Sin embargo, creo que antes debemos preguntar si enseñan suficientemente la fe misma, cumpliendo con su ministerio pastoral y misionero, concentrado en la predicación. Y me atrevo a decir que cuanto más una iglesia se preocupa por la predicación, cuanto más se preocupa también por la teología, por la comprensión correcta de la Biblia, de la doctrina y de las prácticas pastorales y misioneras.
P.- ¿Cómo debe, entonces, hacer frente a estas necesidades?
R.-Continuando con las mismas ideas, puedo decir que estoy preocupado por la predicación. La teología de nuestro tiempo tiene como prioridad el confirmar la confianza de la iglesia y de los predicadores mismos en la predicación como
poder de Dios para salvación, ayudándola en la determinación de su contenido principal y sus formas más adecuadas. Cuando la predicación es poderosa, tiene profundos efectos espirituales en la iglesia.
P.- ¿Cuáles son las consecuencias de una falta de educación teológica, tanto para la iglesia como para la misión?
R.-Las consecuencias de una falta de teología en la iglesia como en la misión son superficialidad, confusión y unilateralidad. La teología cristiana nunca es fácil. Es una investigación y armonía de dos Testamentos y de 66 libros canónicos y además la interpretación de ellos durante los siglos. Un intento de comprender la verdad de Dios y la verdad del hombre en función de la gloria de Dios y la salvación del hombre. Una comprensión del mundo y de la vida por medio de las tres personas divinas, de los dos caminos y del único Nombre por
el cual debemos ser salvos (Hechos 4.12)
. Un interés profundo en
todo el consejo de Dios (Hechos 20.27)
.
La teología tiene que ayudar a la iglesia en la comprensión de todos estos elementos y no ceder a la superficialidad, la sensación comodona de que puedes ser cristiano sin comprensión o compromiso. El desinterés y la falta de compromiso siempre provocan confusión en forma de una desintegración doctrinal de la iglesia. Dentro de poco la sana doctrina y práctica se sustituirán por enseñanzas particulares y unilaterales y prioridades equivocadas.
P.- ¿Deben las iglesias relacionarse con seminarios o institutos bíblicos? ¿Cuál es la mejor forma de hacerlo?
R.-La diferencia entre la educación de la fe y la enseñanza teológica, que he marcado arriba, separa la función de las iglesias y de los seminarios. Cuando la iglesia se hace demasiado teológica, sacrifica su primera responsabilidad a una que no es la suya propia. También a causa de que el trabajo teológico pide una actitud crítica que distingue entre útil e inútil, correcto e incorrecto. Esta función crítica debe ser delegada a un instituto con otra función.
Muchas veces se comprende la función crítica de la teología como un esfuerzo de confirmar la teología propia y de falsificar la teología de otras iglesias o denominaciones, pero no es así. Debe ser una investigación de la propia teología y su consistencia verdaderamente bíblica. Otro error es confundir la función crítica de la teología con una postura negativa y destructiva. De verdad es un error grave porque precisamente el compromiso serio con una teología obliga a reconsiderarla críticamente pero no permite actitudes hostiles.
Repito, el lugar adecuado para esta función crítica es el seminario. En el seminario provocamos momentos de duda y de inseguridad para verificar la solidez de las ideas, doctrinas y argumentos, que no siempre son apropiados para la iglesia.
P.- ¿Cómo asegurar la centralidad de la Biblia en nuestra educación teológica pero sin dejar de lado otras vertientes de conocimiento y la realidad social en la que estamos insertos?
R.-La teología es la investigación
de la verdad de Dios y la del hombre y buscamos estas verdades en la Biblia, leída como evangelio de Jesucristo. Teología sin la Biblia es solamente especulación, mientras que teología a base de la Biblia es un trabajo prometedor porque ilumina y da sentido a todo el conocimiento. Incluso es una verdad salvadora.
P.- ¿Cómo ha sido su experiencia en cuanto a su propia formación?
R.-Gracias por esta pregunta que me permite explicar una experiencia que tal vez me ha formado más que ninguna. Estudié Historia con pasión y luego enseñé esta asignatura en la educación secundaria, con la ambición de especializarme en algo, preferentemente en la Filosofía de la Historia. A la vez tuve una impresión fuerte del sin sentido y de la desesperanza de la historia humana. Un reconocer que no hay salvación en ella. La sensación de lo absurdo en la historia fue uno de los motivos de empezar a estudiar teología. Estoy profundamente agradecido por la reorientación que dio la teología bíblica, sobre todo la profecía, a mis preguntas. Todavía me preocupan las mismas preguntas y todavía tengo más preguntas que respuestas, pero la teología me permite ver el sin sentido y la desesperanza en la historia desde la perspectiva de la cruz y de la resurrección de Jesucristo. El hecho de que Jesús, Dios mismo, los ha sufrido y soportado da consuelo y esperanza.
P.- Usted es uno de los responsables de una Facultad de Teología, ¿qué retos y qué perspectivas se plantean?
R.-El primer reto es estimular en general el interés en el estudio de la teología para servir por medio de ella la iglesia. A continuación es confirmar la autoridad de la Biblia, como Palabra de Dios y la doctrina del protestantismo clásico como un sistema que no tiene alternativa, que no obstante necesita una actualización y revaloración continua para que nuestra generación comprenda su relevancia. Todo esto se concentra en el deseo de que los estudiantes de IBSTE lleguen a tener un juicio propio en teología, guardando su amor a Dios y a su Palabra y su fidelidad a la teología clásica.
P.- ¿Piensa que todas las instituciones académicas evangélicas priorizan también en sus planes de estudio el desarrollar en el alumnado un compromiso con la realidad que lo circunda?
R.-Sin este compromiso -que otra vez defino como pastoral y misionero- la teología es estéril e inútil. Es una idea común de nuestro tiempo que estudiar para el enriquecimiento personal es un motivo legítimo, pero yo lo encuentro pobre y limitado. Nuestra vida tiene un propósito. Vivimos para servir a Dios y al prójimo. Toda nuestra existencia recibe sentido por medio del servicio. La sensación de no servir para nada provoca soledad y ansiedad. La fe cristiana nos convence del amor de Dios y despierta el deseo de servirle a Él y al prójimo. El estudio de la teología necesita, para su propia causa, el compromiso con Dios, con la iglesia y con el mundo que nos rodea.
Ahora, ¿cumplen las instituciones teológicas este compromiso? Mi respuesta solamente puede referirse al instituto donde tengo mi responsabilidad, el IBSTE, y me permito la crítica que la teología que enseñamos tiene cierta tendencia al
docetismo, aldesinterés en la realidad del mundo, siempre un interés muy selectivo, a causa de un supuesto desinterés de Dios. Defiendo un interés teológico profundo en el mundo, no solamente porque el mundo es y debe ser el receptor del evangelio, sino a causa de la teología misma que tiene que ser realista y correcta, también en sus definiciones del mundo. Siempre hemos de comparar nuestras definiciones teológicas con las definiciones fenomenológicas o científicas. Es decir, hemos de comparar la pregunta, qué creemos con respecto a algo, por ejemplo, un fenómeno histórico o científico, con la pregunta ¿qué observamos de esta fe? Una teología realista defiende sus propias definiciones, pero es prudente en el momento de aplicarlas universalmente. Se da cuenta de que la fe siempre es una gracia, igual que la correcta comprensión teológica de ella misma y del mundo.
Finaliza la entrevista. Gracias, Bernard, por su aporte en este intercambio de opiniones sobre la Educación Teológica. Destaco lo siguiente: "Defiendo un interés teológico profundo en el mundo, no solamente porque el mundo es y debe ser el receptor del evangelio, sino a causa de la teología misma que tiene que ser realista y correcta, también en sus definiciones del mundo".
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