De manera organizada y bajo terribles amenazas de persecución y muerte, algunos discípulos del reformador Ulrico Zwinglio deciden romper con él y practicar el bautismo de creyentes, ya no de infantes. Es así que en la fría noche del 21 de enero de 1525 –en casa de Félix Manz– Jorge Cajakob le pide a Conrado Grebel que, en obediencia a la enseñanza de Jesucristo, le bautice. Acto seguido Cajakob bautiza al resto del grupo, diez personas.
Grebel, Manz Cajakob y los demás presentes en el sencillo acto entendían que el mismo era contrario a lo normado por la Iglesia oficial, que encabezaba Ulrico Zwinglio, y que por lo tanto podrían sufrir graves represalias. No obstante decidieron actuar en consecuencia con sus creencias y comprensión del Evangelio. Buscaban restituir el cristianismo, no reformarlo.
Lo acontecido en la gélida noche invernal de Zurich es tanto un punto de llegada como una línea de partida. Un punto de llegada porque representa la implementación de convicciones cuidadosamente construidas, y una línea de partida porque conociendo las repercusiones negativas que el acto celebrado pudiese traerles a los participantes en él,
estuvieron dispuestos a afrontar los costos de ir a contracorriente tanto de la Iglesia católica como de las iglesias protestantes en el asunto de practicar exclusivamente el bautismo de creyentes.
Es necesario conocer los prolegómenos de la decisión de Grebel, Manz, Cajakob y otros de nada más bautizar creyentes confesos. Conrado Grebel nació en 1498, hijo de Jacob Grebel y Dorothea Fries, tuvo un hermano y cuatro hermanas. Los Grebel tenían buena posición económica, ya que el jefe de familia fue magistrado de Groningen y después integrante del Concejo de Zurich, posiciones que le permitieron sufragarle estudios universitarios a Conrado en Basilea (1514), Viena (1515-septiembre 1518) y Paris (octubre 1518-junio 1520), estudios que dejó inconclusos. Le quedó una buena educación humanista y buen manejo de griego y hebreo, herramientas que le serían útiles más tarde (datos en Hans-Jürgen Goertz, “Conrad Grebel, A Provisional Life”,
The Conrad Grebel Review, vol. 17, núm. 3, otoño de 1999, pp. 6-7; y William R. Estep,
La historia de los anabaptistas, revolucionarios del siglo XVI, Publicadora Lámpara y Luz, Farmington, New Mexico, 2008, pp. 40-44).
Bajo la mentoría de Ulrico Zwinglio un grupo inició estudios de los clásicos griegos. Grebel se unió al club, y en noviembre de 1521 comenzó la lectura de Platón. Zwinglio llevó al grupo a que también estudiara porciones bíblicas: “Comenzando con el texto en latín de un pasaje específico de las Escrituras, […] llevaba a sus apasionados estudiantes a un análisis del mismo pasaje en su idioma bíblico. Luego de un estudio adicional y una exégesis en alemán, alguno del grupo impartía un sermón expositivo en el dialecto local” (William R. Estep, p. 45). Conrado contrajo matrimonio el 6 de febrero de 1522.
Durante la cuaresma de 1522, Zwinglio y sus discípulos contravinieron en Zurich la tradicional dieta de la temporada conforme la dictaba la Iglesia católica romana. Unos meses más tarde, Conrado Grebel, ya transformado por sus continuas y minuciosas lecturas bíblicas, manifiesta su decisión de hacerse ministro del Evangelio.
En octubre de 1523, y bajo el patrocinio del Concejo de Zurich, tiene lugar un debate/audiencia sobre los pasos que debería seguir la reforma religiosa en la ciudad. A la audiencia concurrieron “unos novecientos hombres, magistrados del ayuntamiento central y de los ayuntamientos dependientes, los teólogos más importantes y más de trescientos cincuenta sacerdotes” (George Williams,
La Reforma radical, Fondo de Cultura Económica, México, 1983, p. 116). La autoridad teológica más destacada es Ulrico Zwinglio. También participan algunos de sus discípulos con quienes había estado estudiando desde casi dos años atrás la Biblia, particularmente el Nuevo Testamento en griego editado por Erasmo de Rótterdam en 1516.
En la audiencia se debate sobre la misa, las imágenes religiosas, el purgatorio, el sentido de la Santa Cena y otros temas.
Conrado Grebel y otros condiscípulos comienzan a distanciarse públicamente de su maestro Ulrico Zwinglio. Él, aunque está de acuerdo con Grebel y los demás en que deben ajustarse las prácticas eclesiásticas a las enseñanzas neotestamentarias, es decidido partidario de la
real politik y solamente está dispuesto a reformar hasta donde el Concejo de Zurich permita hacerlo.
Grebel, Félix Manz y Simón Stumpf son contrarios a las formas respaldadas por Zwinglio; ellos consideran que no debe dejarse en manos de las autoridades políticas la decisión sobre qué debería enseñarse y practicarse en las iglesias cristianas. Porque la ortodoxia y la ortopraxis ya estaban claramente normadas en la Palabra. Stumpf negó las prerrogativas del Concejo en tales cuestiones: “Si sus señorías adoptan y deciden darle al asunto otro curso que se oponga a la decisión de Dios [en su Palabra], yo pediré la dirección del Espíritu Santo y predicaré y actuaré en contra”.
Otro de los acontecimientos que intensifica la radicalización de Conrado Grebel y quienes con él concordaban, es que Ulrico Zwinglio hubiese faltado al compromiso de celebrar la Cena del Señor en la Navidad de 1523 de acuerdo al modelo neotestamentario. Su estudio detallado del Nuevo Testamento lleva a Grebel, Manz, Stumpf, Cajakob y los otros a descubrir que el bautismo de creyentes era una consecuencia del entendimiento que se tuviera de la naturaleza de la Iglesia. Es verdad que sus primeros descubrimientos habían sido hechos bajo la dirección de Zwinglio, pero se deslindaron de él para seguir por sí mismos en el estudio de la Palabra y actuar en consecuencia. Conrado Grebel lo puso así: “Éramos oidores de los sermones de Zwinglio y lectores de sus escritos, pero un día tomamos la Biblia misma en nuestras manos y fuimos instruidos de una mejor manera”.
Durante todo el año de 1524 el grupo disidente de Zwinglio fortalece sus convicciones a través de reuniones secretas de estudio bíblico, mayormente en casa de Félix Manz. Además comienzan a tener lugar pequeños actos contrarios a la ortodoxia aprobada por las autoridades gubernamentales. En Wytikon, un poblado cercano a Zurich, el pastor Wilhelm Reublin es el primero entre los ‘hermanos suizos’ en predicar contra el bautismo de infantes. Tres padres de familia de Zollikon, contrarios a la enseñanza de la iglesia territorial, se habían negado a bautizar a sus hijos. El sacerdote Johannes Brötli apoyó su decisión. La prédica contra el paidobautismo le costó a Reublin, en agosto de 1524, ser encarcelado y después tener que abandonar Zurich.
Mientras Grebel y sus aliados confrontan a Zwinglio y las reformas religiosas y sociales que impulsa en Zurich, tienen noticias del movimiento de Thomas Müntzer en Alemania. A nombre del grupo Conrado Grebel le escribe unas cartas, en ellas se denota un conocimiento poco profundo de las propuestas de Müntzer, pero, a la vez, las claras creencias de Grebel y sus compañeros de causa.
Thomas
Müntzer pretendía tomar el cielo por asalto, es decir instaurar un régimen político y religioso igualitario mediante la fuerza. En la primera misiva de Grebel a Müntzer (otoño de 1524) aquél informa a éste sobre los descubrimientos a que han llegado los radicales de Zurich en su lectura del Nuevo Testamento en relación al uso de la violencia, el bautismo, la Cena del Señor, y el seguimiento ético de Jesús.
La misiva de septiembre de 1524 es “el documento más antiguo del movimiento protestante de iglesias libres” (Fritz Blanke,
Brothers in Christ: The History of the Oldest Anabaptist Congregation, Zollikon, near Zurich, Switzerland, Wipf and Stock Publishers, Eugene, Oregon, 2005, p. 16). Es decir, la propuesta de Grebel consideraba a la comunidad cristiana como la formada por creyentes, quienes confesaban a Jesús como Señor y Salvador, daban fe de esa confesión mediante el bautismo personal y voluntario, además se comprometían al seguimiento ético de las enseñanzas de Jesús y abogaban por la separación entre Estado e Iglesia.
En lo concerniente a al uso de la violencia para defender al Evangelio, le externan a Müntzer: “Tampoco hay que proteger con la espada al Evangelio y a sus adherentes, y éstos tampoco deben hacerlo por sí mismos –según sabemos por nuestro hermano– tú opinas y sostienes. Los verdaderos fieles cristianos son ovejas entre los lobos, ovejas para el sacrificio. Deben ser bautizados en la angustia y en el peligro, en la aflicción, la persecución, el dolor y la muerte. Deben pasar la prueba de fuego y alcanzar la patria del eterno descanso no destruyendo a los enemigos físicos, sino inmolando a los enemigos espirituales”. Esto último, lo de inmolar a los enemigos espirituales, por supuesto debe ser tomado en un sentido figurado, en el contexto de la misiva que, como afirma John Howard Yoder, “constituye el primer testimonio del pacifismo de la Reforma radical” (texto completo de la carta en
Textos escogidos de la Reforma radical, Editorial La Aurora, Buenos Aires, 1976, pp. 132-140).
Después de haberse bautizado mutuamente, los integrantes del pequeño grupo reunido en casa de Félix Manz el 21 de enero de 1525 se comprometieron a difundir la necesidad proclamar el Evangelio y bautizar a quienes decidieran seguir a Jesús como Salvador y Señor. Les comenzaron a llamar anabautistas.
Es importante detenerse en la explicación del vocablo anabautistas. El término les fue adjudicado desde afuera, ya que practicaban el rebautismo. Las iglesias que bautizaban infantes, al juzgar la práctica de quienes decidieron solamente bautizar a los y las que previamente se convirtieran al camino de Jesús, consideraron el hecho como un rebautismo, dado que ya tales personas habían sido bautizadas en su infancia. Fue así que a los practicantes del bautizo de creyentes, y contrarios al paidobautismo, se le comenzó a llamar
anabautistas, es decir, rebautizadores.
El mote anabautistas es reduccionista, porque sobre enfatiza una de las características de los propugnadores de la Iglesia de creyentes de tal manera que hace aparecer casi como único distintivo del grupo la oposición al bautismo de infantes. Lo entiende bien William Estep, al referir que ya para cuando tienen lugar el 21 de enero de 1525 los bautizos en casa de Manz “el movimiento radical enfocaba mucho más que sólo la misa, o incluso el bautismo de creyentes. Para entonces también se incluía el tema de la naturaleza de la Iglesia. El concepto de una Iglesia de creyentes comprometidos con el Señor había sustituido al de una Iglesia compuesta por una multitud mixta. Esta nueva Iglesia, como la de los apóstoles, iba a estar compuesta sólo por los que confesaran a Cristo como Señor y recibieran el bautismo de creyentes, en lugar de estar compuesta por todos los nacidos en una determinada parroquia. La Cena del Señor sería practicada por los bautizados en una forma sencilla, despojada de sus adornos medievales, como un compromiso de amor fraternal en memoria del sacrificio de Cristo, una vez hecho y más que suficiente”.
Aquella noche en que Blaurock le pidió a Grebel que lo bautizara en casa de Félix Manz, los tres estaban conscientes de que su acción podría repercutirles negativamente. En menos de cuatro años enfrentarían la muerte de manera trágica. Después de haber bautizado a Cajakob, el ministerio de Conrado Grebel tuvo la breve duración de un año y ocho meses. Al otro día de la sencilla ceremonia en casa de Manz, Grebel se da a la tarea de predicar en Zurich y las cercanías la necesidad de la conversión a Cristo, testificar de esta decisión mediante el bautismo, y el seguimiento cotidiano a sus enseñanzas. Se dedica a estas tareas junto con Manz, y es en casa de éste donde tienen lugar las reuniones de estudio bíblico, bautizos y celebración de la Cena del Señor.
Grebel llega a convencerse del bautismo de creyentes, y no de infantes, mediante el tenaz estudio del Nuevo Testamento. Dado que su enfoque de la revelación de Dios era cristológico y cristocéntrico, Conrado afirma la supremacía del Nuevo Testamento sobre el Antiguo, ya que en aquél se encuentra la Palabra final de Dios, Jesucristo.
Normalmente
los bautizos entre los “hermanos suizos” se realizaban con derramamiento de agua sobre la cabeza de la persona. Así hizo Grebel con Jorge Cajakob el 21 de enero de 1525. Le correspondió al mismo Conrado Grebel bautizar por primera vez mediante inmersión en febrero de ese año a un monje converso, Wolfgang Ulimann. El acto tuvo como escenario el río Rin, en la sección cercana a Schaffhausen. Grebel sumergió en las frías aguas a Ulimann, y después permaneció cerca de dos meses con la congregación de Schaffhausen para fortalecerla y hacer discípulos.
Debido a lo fructífero de las tareas evangelizadoras de Ulimann, el bautizado en el río Rin, y las de dos anteriores convertidos por Grebel (Gabriel Giger y Lorenz Hochrutiner), los trabajos anabautistas en San Gallen y alrededores se acrecentaron. Grebel se les unió para consolidar la obra. En Gallen se conforma una congregación muy receptiva. El 9 de abril, en el río Sitter, Grebel bautiza a un buen número de personas. En la etapa inicial de la obra anabautista en San Gallen son bautizados unos quinientos creyentes, varones y mujeres.
Aunque sabía de la animadversión contra él de Zwinglio y el Concejo de Zurich, Grebel regresa en abril a esa ciudad y visita discretamente a los hermanos. Evita aparecer en público, ya que es conciente de que si las autoridades eclesiásticas y políticas del lugar lo ubican su destino sería la cárcel.
Para entonces la primera congregación anabautista surgida después de los bautizos del 21 de enero de 1525, la de Zollikon en las cercanías de Zurich, ya había padecido advertencias judiciales y encarcelamientos de algunos de sus integrantes.
Durante su ocultamiento en Zurich padece a causa de su frágil salud, mermada desde 1515-1518, cuando estudia en la Universidad de Viena. También se recrudece la falta de recursos económicos, de tal manera que Grebel se propone vender preciados libros de su biblioteca.
Pero ni enfermedad, ni pobreza y tampoco las amenazas de ser encarcelado detienen a Conrado, quien toma la decisión de ir a predicar a Groningen. Entre finales de junio y el 8 de octubre de 1525, cuando es arrestado, Grebel se dedica a testificar a una o dos personas a la vez, enseña a pequeños grupos y visita en sus casas a los creyentes. Subraya la necesidad del arrepentimiento y la autoridad de las Escrituras para normar las creencias y conducta cotidiana.
En la redada del 8 de octubre,
además de Grebel, es apresado Jorge Cajakob. Gracias a que logra escapar
Félix Manz no corre la misma suerte que sus dos hermanos en la fe. Pero solamente tarda tres semanas en acompañar a Grebel y Cajakob en la cárcel del castillo de Groningen, ya que entonces los captores no fallan.
El trío es llevado a juicio el 18 de noviembre de 1525, y condenado por “su anabautismo y su conducta impropia, a permanecer en la torre con una dieta de pan y agua, y a nadie, excepto a los guardias, se le permitía visitarlos”.
Pronto les harían compañía otros anabautistas. A lo largo del gélido invierno los carceleros podían escuchar las oraciones, cánticos y predicaciones de los anabautistas presos, A pesar de las inclementes condiciones de la prisión, Grebel se dio a la tarea de escribir un trabajo prometido a los hermanos de Groningen acerca del bautismo. Conrado había afirmado antes de ser encarcelado que “si ellos [sus perseguidores] permitían que su escrito fuera impreso, él estaría dispuesto a discutir con el maestro Ulrico Zwinglio, y si el maestro Ulrico Zwinglio resultara vencedor, él, Conrado, estaría dispuesto a ser quemado; mientras que si él resultara vencedor no exigiría que Zwinglio fuera quemado”.
Tras cinco meses de encarcelamiento el osado Conrado Grebel solicita autorización para que su escrito sobre el bautismo fuera impreso. La petición, pero por supuesto, es rechazada después de haberse verificado un segundo juicio contra Grebel, Manz y Cajakob los días 5 y 6 de marzo de 1526. Todos reciben condena de cadena perpetua. Un nuevo mandato ordenaba castigar el acto de bautizar adultos con la pena de muerte. El 21 de marzo, con ayuda de simpatizantes y seguidores, los anabautistas presos escapan de la cárcel.
Bajo persecución Grebel y Manz se dirigen a otros cantones (Appenzell y Graubünden) para continuar con su ministerio itinerante. Cajakob toma otra dirección, pero igualmente insiste en predicar el Evangelio, bautizar creyentes, rechazar la unión Iglesia-Estado y en mantener una vida que reflejara la no violencia de Jesús. Más tarde Manz y Grebel se separan, éste se encamina a Maeienfield, en el Oberland, donde muere en agosto de 1526.
De los tres,
Grebel es el único que tiene una muerte natural. Por su frágil salud es presa fácil de la peste.
Félix Manz es sentenciado por las autoridades protestantes de Zurich a morir ahogado (5 de enero de 1527).
Jorge Cajakob es llevado por las autoridades católicas austriacas a la hoguera (6 de septiembre de 1529).
En el próximo artículo voy a comparar las hermenéuticas de Müntzer y Grebel que consolidaron sus creencias, animaron sus acciones y trajeron crueles persecuciones de quienes consideraron a los dos enemigos de la cristiandad y su orden religioso, político y económico establecido entonces.
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