“En la tela de la historia familiar, las manos de mi madre reforzaron costuras para que nos sostuvieran ante cualquier tirón de la vida.
Las manos de mi madre enhebraron el hilo que une las partes del molde, sin olvidar que cada una es distinta a la otra y juntos hacen el todo, como la familia.
Las manos de mi madre estiraron dobladillos para que pudiéramos crecer, para que no nos quedaran cortos los ideales.
Las manos de mi madre zurcieron desgarros, para que volviéramos a usar el corazón sin hilachas de resentimientos.
Las manos de mi madre unieron retazos, para que tuviéramos una manta de origen que nos cubriera.
Las manos de mi madre aseguraron presillas y botones para que estuviéramos unidos, para que no perdiéramos la esperanza.
Las manos de mi madre bordaron maravillas para que la vida nos sorprendiera con sus continuas entregas de belleza.
Las manos de mi madre cosieron bolsillos para guardar en ellos las monedas valiosas de los mejores recuerdos y mi identidad.
Las manos de mi madre cuando estaban quietas, cuidaban mis sueños para que dieran a mi diseño su polvo de estrellas.
Las manos de mi madre me sostuvieron con sus hilos de maga, cuando me asomaba a la vida para empezar a vestirla.
Las manos de mi madre nunca abandonaron un trabajo, y sé muy bien que hoy, donde estén, enhebran oraciones por mí. Y yo las beso, como si estrenara bendiciones!”
Hace unos cuantos días, un buen amigo, me envió este precioso escrito acompañado de las más bellas imágenes e inmediatamente envolvieron mi corazón en un manto de preciosos recuerdos, recuerdos llenos de estrellas que aún no se han apagado ni se apagarán mientras viva, e hicieron que brotaran de mis ojos lágrimas de gratitud por la madre que mi Dios me ha regalado.
Mi madre todavía está a mi lado, pero todas y cada una de las cosas escritas anteriormente, se las podría aplicar y no me equivocaría en ninguna de ellas.
Cómo la recuerdo cosiendo, bordando!!!!….., siempre tuvo unas preciosas manos extremadamente hábiles para lo que fuera. Pero sobre todo, “las manos de su alma”, han hecho todo eso y mucho más por mí y por toda mi familia. Siempre discreta, siempre en su lugar, muchas veces llorando tristezas, otras riendo alegrías; pero siempre “bordando” en nuestras vidas todo lo bueno……, ”dobladillos”, “costuras”, “inmensamente bellos bordados en su bastidor” y tantas y tantas cosas que con sus enseñanzas, oraciones y ejemplo, han hecho de mí lo que soy a pesar de todos y cada uno de mis defectos.
Mi madre me enseñó a amar a Dios sobre todas las cosas, me enseñó a respetar, a perdonar las más grandes ofensas por mucho que me dolieran…….., me enseñó a algo que me costó mucho aprender, a callar cuando es necesario, sabiendo que a la larga voy a salir beneficiada; porque el Señor siempre va a tomar cualquier silencio doloroso mío, con voz de “Poderoso gigante” en mi defensa.
Mi madre me enseñó lo que es permanecer en calma ante las más fuertes tempestades que puedan ocurrir en mi vida, sabiendo que puedo descansar tranquila en los brazos de un Dios de amor.
Ella me enseñó lo que significa la palabra respeto, respeto a mis mayores, respeto a los que piensan o sean distintos a mí, incluso respeto hacia los que, tal vez, ni se lo merecen.
He visto a mi madre, en su dilatada vida, enfrentar con la mayor serenidad las situaciones más complicadas….., y cuando contemplo todas esas cosas y mucho más, pienso que no le llego ni a la altura de los zapatos.
Es curioso!, cada vez que mi querida madre se tiene que presentar a alguien, no puede dejar de hacer referencia a mi padre o a otro miembro de la familia y, hasta hace poco, jamás la entendía. Al día de hoy la puedo comprender, quizá piensa que el nombre de su marido o cualquier otro miembro de la familia sea como una especie de referente, nombres más conocidos o importantes……., cuando ella misma es la que tiene nombre propio y es el más importante y el más grande, aunque sea incapaz de creérselo.
Detrás de un gran hombre, siempre, inexorablemente, existe una gran mujer. Y detrás de unos hijos que destaquen en algún área, existe una madre increíble. Una madre que ha unido, respetado, tendido puentes, enseñado con su propia vida las más de las veces desde el silencio, desde la humildad, desde el amor más profundo…….., perdiendo, si había que perder, perdonando si había que perdonar, con una sabiduría infinita que provenía de la relación con su Dios.
La he visto cuidar a mi padre en una de las más crueles enfermedades que existen, hasta su último suspiro, y la vi acostarse en la cama de mi padre, que estaba pegada a la suya en los últimos tiempos, la misma noche del día en cuya madrugada él murió. Y allí sigue durmiendo hasta el día de hoy.
Sé muy bien que todas estas cosas no son demasiado populares en los tiempos que corren, lo sé demasiado bien!! Pero a eso se le llama simplemente……… amor!! También es verdad que mi padre la amó y la respetó hasta el último momento en el que tuvo consciencia. Sin embargo la historia de su vida no quedó diluida entre otras vidas tal vez más aparentes o sonoras a los ojos humanos.
Aún hoy, a sus casi ochenta y dos años, es bellísima, dulce, cariñosa……., su amor por Dios queda plasmado en cada palabra, en cada acción……., y cada noche, cuando dobla sus rodillas al borde de su cama por todos nosotros.
Dios me ha concedido el regalo de una madre preciosa y ejemplar, para lo cual jamás tendré suficientes palabras de agradecimiento y sólo puedo decir……..
“MUCHAS MUJERES HICIERON EL BIEN;
MÁS TÚ, LAS SOBREPASAS A TODAS.” (Proverbios)
TE QUIERO MAMÁ!!....... Bea.
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