Vivimos en el mundo de la sensualidad y de la satisfacción de los sentidos. No hace falta mucho para darse cuenta de eso.
Lo curioso es que la fuerzas mas poderosas detrás de nuestras sociedades no son esas cosas que percibimos, sino ideas. Simplemente ideas que forjan un sentimiento colectivo que hacen que valoremos lo que valoramos, y que ni siquiera prestemos atención a cosas que en otro tiempo eran prioridad.
El existencialismo y el deconstruccionismo pueden ser nuestro dios, y Nietzsche es nuestro profeta.
Hace ahora cinco años me propuse entender mejor cuales son las ideas que gobiernan nuestro mundo y por qué, y cuales son las mentiras que se filtran en nuestros patrones mentales.
Así que me decidí a estudiar filosofía, porque, tal y como deja ver Lou Marinoff en su libro
Plato, Not Prozac!(
Más Platón y Menos Prozac), y cómo deja claro la historia de las ideas, son
las conclusiones filosóficas que aceptamos en nuestro espíritu las que guían nuestro día a día.Pero quise estudiar filosofía en un ambiente cristiano. Más que nada porque las presuposiciones del cristianismo tienen aún mucho que decirle a nuestro mundo.
Pero lo más importante de aquel momento fue descubrir algo que aún hoy me deja los ojos como platos: es casi imposible encontrar una institución cristiana evangélica donde uno pueda sacarse un posgrado en filosofía (o una licenciatura completa, para el caso). Y no hablo solo de España, sino del continente americano también. Institutos Bíblicos, Seminarios y Universidades cristianas donde lo más que uno puede encontrar es una Introducción a la Filosofía o un curso en Apologética Cristiana.
Si uno quiere estudiar buena filosofía, como un profesional, uno tiene que ir a un centro católico o a una institución secular.
Este es mi punto: ¿Cómo es posible que el cristianismo evangélico haya abandonado tan radicalmente la pretensión de moldear las ideas que gobiernan nuestro mundo?Aunque solo fuese por el mero hecho de forjar las mentes de los que lideraran el movimiento cristiano, ¿cómo es posible que las instituciones de educación cristiana, donde se supone que se forja la teología que alimenta nuestra espiritualidad no pase por conocer las ideas que atacan esa espiritualidad?
Se me ocurren algunas opciones para responder.
Primero, la filosofía no está de moda y no atrae estudiantes. Lo que está más de moda hoy es, por ejemplo, el “liderazgo”. No hace falta pasar demasiado tiempo en Google para encontrar un programa en liderazgo. Y, ojo, no hay nada malo en eso (mi propia librería personal está llena de libros sobre liderazgo y management). Pero seguir las modas, aparte de atraer alumnos, nunca ha sido una buena receta para luchar por ideas eternas que forjan nuestra fe.
Segundo, el fideísmo, producto de una mala filosofía -el existencialismo- ha hecho que el cristianismo evangélico se aparte de la batalla en el mundo de las ideas.
¿Puedo poner un ejemplo de cómo la filosofía impacta una cultura? Es posible que Agustín de Hipona (354-430 A.D.) sea uno de los pensadores más influyentes de la cultura occidental en los últimos mil quinientos años. Agustín fue un profesor de retórica y vividor hasta su conversión al cristianismo. Primero había pasado por algunas fases de inquietud intelectual. Perteneció a la secta de los maniqueos, después se volvió al neoplatonismo y su escepticismo radical (no podemos estar seguros de nada), para al final llegar al cristianismo. Por último, es importante que recuerdes que Agustín vivió en la Roma sensual del pan y el circo.
¿Te resulta familiar todo eso? Debería, vivimos en el mismo mundo. Lo interesante es que
Agustín no cambió la mentalidad occidental romana creando un paralelo de “pan y circo cristiano”.Fue su capacidad para aclarar psicológicamente el comportamiento del espíritu, o para derrotar al escepticismo neoplatónico sobre la verdad, o para aclarar la posibilidad de la existencia de Dios, entre otras cosas, lo que lo hizo un pilar de nuestra civilización.
Con todo esto no quiero decir que uno tenga que estudiar filosofía para ser cristiano. O que uno solo pueda tener fe de verdad si a pasado por un curso de pensamiento critico. Para nada. El punto es que aún después de cinco años me sigue sorprendiendo que haya instituciones cristianas donde se pretende forjar a los que mañana lucharán por el desarrollo de la fe y el crecimiento espiritual, y en las que no haya ni el más remoto recuerdo de lo que es una buena filosofía.
Y, como siempre, C.S. Lewis lo explica con su increíble claridad:
“La buena filosofía debe existir, si no por otra razón, porque la mala filosofía debe ser respondida”.
El mundo está esperando a ser explicado. Lo ha estado, por lo menos, desde que el primer documento escrito o pintura en la pared de una cueva apareció. Cada generación necesita que alguien clarifique la realidad que nos rodea. Y - aún a riesgo de recibir algún email fundamentalista - diré que la buena fe por sí sola o la Biblia no lograrán los resultados que nos gustarían.
Necesitamos instituciones cristianas donde la gente no solo aprenda a recitar versículos o citar a algunos teólogos populares (de los cuales el mundo no tiene ni idea). Necesitamos instituciones cristianas donde personas sean forjadas en tal manera que puedan salir ahí fuera y explicar la realidad que a la mayoría les resulta tan confusa.
Instituciones cristianas, escuelas bíblicas, universidades teológicas: necesitamos más filosofía.
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