Mis padres fueron trabajadores migrantes antes de convertirse y cuando se convirtieron pronto sintieron un llamado al ministerio. Ese llamado los llevó a dedicar sus vidas a trabajar entre los pueblos latinos pobres, primero en Texas y luego en California por más de 30 años.
El Señor los llamó a trabajar entre gente campesina que hace trabajos pesados por poco salario y fue allí donde Dios los utilizó para tocar muchas vidas con las buenas nuevas del evangelio.
Pero también enfrentaron el hecho de que una comunidad de campesinos tenía poco poder político. Los poderosos de afuera establecieron un depósito de desechos tóxicos que envenenó el agua potable del pueblo y luego utilizaron los impuestos de ese negocio para beneficiar los presupuestos de otros sectores. Fue en ese contexto que yo conocí el evangelio y que también recibí el llamado a ministrar entre las comunidades latinas.
A través de los años hemos visto al Señor obrar en maneras poderosas. Pero también hemos pasado momentos en que hemos tenido ganas de tirar la toalla.
Algunas situaciones se ven tan complejas que uno no les ve salida y fácilmente puede llegar a la conclusión que no puede haber cambio.
Muchas veces nos sentimos así durante nuestros años en Guatemala. Aunque vimos muchas conversiones, también vimos grandes injusticias. Las estructuras de poder justificaban la opresión de los indígenas, los campesinos y los pobres. Esa injusticia estructural parecía tener la última palabra. Pude entender por qué tanta gente se desalentaba en la tarea de proclamar y vivir el reino, buscando la transformación integral del evangelio.
Sin embargo,
fue allí donde escuchamos por primera vez el tango Tenemos Esperanza de Federico Pagura y Homero Perera. Este canto nos ayudó a recordar que seguimos adelante no por la expectativa de nuestros pequeños logros o triunfos. Damos gracias a Dios cuando se dan, pero sabemos que son parciales. Nuestra esperanza no está basada en lo que podemos lograr, sino en lo que Cristo ya logró.
Porque Él entró en el mundo y en la historia
Porque Él quebró el silencio y la agonía
Porque llenó la tierra de su gloria
Porque fue luz en nuestra noche fría.
Porque Él nació en un pesebre oscuro
Porque vivió sembrando amor y vida
Porque partió los corazones duros
Y levantó las almas abatidas.
Por eso es que hoy tenemos esperanza
Por eso es que hoy luchamos con porfía
Por eso es que hoy miramos con confianza
El porvenir en esta tierra mía.
Por eso es que hoy tenemos esperanza
Por eso es que hoy luchamos con porfía
Por eso es que hoy miramos con confianza
El porvenir.
Porque atacó a ambiciosos mercaderes
Y denunció maldad e hipocresía
Porque exaltó a los niños las mujeres
Y rechazó a los que de orgullo ardían.
Porque Él cargó la cruz de nuestras penas
Y saboreó la hiel de nuestros males
Porque aceptó sufrir nuestra condena
Y así morir por todos los mortales
Porque una aurora vio su gran victoria
Sobre la muerte, el miedo, las mentiras
Ya nada puede detener su historia
Ni de su Reino eterno la venida.
Ahora que estoy ministrando en EEUU, de nuevo, necesito recordar constantemente que nuestro ministerio no depende del poder de las iglesias, ni de la influencia política, social o económica que podamos tener en algún momento específico.
Soy parte de una estructura fuerte que tiene mucha influencia alrededor del mundo.
La tentación es creer que podemos tener éxito por causa de nuestro tamaño y nuestro nombre. Sin embargo, aquí también necesito recordar que mi esperanza no está basada en lo que tengo o lo que pueda lograr, sino en lo que Cristo ya hizo.
Aquí también me frustro cuando veo que nuestras acciones son insuficientes para las situaciones que enfrentamos y que el mal parece triunfar.
Pero eso me hace recordar que la mayoría de cristianos alrededor del mundo están en situaciones donde no tienen poder político, económico o social. Ellos no tienen los privilegios humanos que yo tengo. Pero ellos tienen la misma esperanza.
Seguimos proclamando el mensaje del reino y buscando ser agentes de transformación en nuestro mundo. Cristo ya triunfó sobre el mal y sobre la muerte.
Y por eso es que hoy tenemos esperanza…. por eso luchamos…. por eso creemos en el futuro de Dios.
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