Beatriz Garrido: un cristiano vive su tiempo, actúa, deja huella

Hoy Galicia tiene su turno. Hablamos con Beatriz Garrido, gallega, profesora, escritora; de ella podemos leer sus artículos en P+D, donde además realiza entrevistas. Desde 1981, conjuntamente con su esposo Timoteo Figueirido, sirve al Señor a tiempo completo. No sé cómo lo hace, ya lleva casi 25 años dedicando parte de su tiempo a materializar una de sus pasiones: la radio, y esto lo constatamos al ver que presenta junto a Jaime Fernández Garrido el programa de las iglesias evangélicas de Galicia, “Nacer de Novo”; dirige y presenta el programa de su iglesia, “El camino”, y ya se ha embarcado en el naciente programa “Nosotras en la red” de la UDME.

Beatriz escribe para distintas revistas, tanto digitales como impresas, imparte conferencias, colabora y promociona diferentes actividades que llevan a cabo las mujeres de las iglesias evangélicas de La Coruña, además de ser la responsable del grupo de mujeres de su iglesia.

Y tiene sueños… sueños que no se quedan en eso, pues los hemos visto plasmados en un CD con diez canciones titulado: “Sueños”.

Veo en ella a una mujer creativa, lo cual implica ser soñadora, realista y crítica. Y lo bueno es que todo esto lo aplica en diferentes ámbitos: en casa, en su trabajo, en su forma de escribir, de crear, de relacionarse… Además, sabe que esto viene de lo alto, si no, no vale.

Pregunta.- ¿Cómo fue tu primer encuentro con Jesús?
Respuesta.-Realmente le conozco desde siempre. Vengo de tercera generación de creyentes, pero ¡sí!, hubo un día en el que me encontré directamente con Él a la edad de ocho años. El predicador hablaba de la Cruz y del manantial que seguía corriendo de ella, y decidí tomar una decisión por Cristo. Al día siguiente, mis padres, pensando si tal vez había entendido correctamente, invitaron al predicador D. Fernando Vangioni a comer a nuestra casa y le pidieron que hablara conmigo. Nos cerramos en la sala y él me preguntó: ¿Sabes bien lo que hiciste ayer?... Sí, le respondí, dejé entrar al Señor en mi corazón; y recuerdo, como si fuera ahora mismo, algo que me dijo: Mira -y puso un duro en su mano izquierda-, este duro eras tú ayer. Luego volteó esa mano sobre la derecha y depositó el duro en su mano izquierda y…, estoy llorando al recordarlo, me dijo: Y ese duro sigues siendo tú; ayer estabas en la mano de Satanás y pasaste a la Mano del Señor. Luego cerró su puño y me siguió diciendo: Eres muy pequeña y el Señor te va a dar muchos años de vida, pasarás por aguas, fuegos, circunstancias difíciles, pero no olvides nunca que estás bien fuerte, sujetada por la Mano de tu Señor. Pase lo que pase en tu vida… nunca nadie te arrancará de allí jamás. Han pasado tantos años… Han sucedido tantas cosas… y, por supuesto, sigo allí encerradita y sé muy bien que será así hasta el final.

P.- ¿Se puede enfriar el primer amor?
R.-Es muy fácil que eso ocurra, muy fácil; en mi caso no ha sido así. Han corrido circunstancias muy duras en mi vida y mi manera de afrontarlas fue agarrarme cada vez con más fuerza de la Mano de mi Señor, crecer cada día más en Él y dejar que me forjara como a la plata. Me encanta el viejo himno Roca de la eternidad canta con alegre voz…, porque explica todas las etapas de la vida de una mujer que vive cerca de Su Señor; siempre digo que quiero que lo canten en mi entierro. Esa es la historia de mi vida hasta el día de hoy y espero que pueda ser así hasta llegar a Su presencia.

P.- ¿Qué mujeres son las que más te han impactado?
R.-La primera, mi madre; al día de hoy sigue siendo la mujer que más ha marcado mi vida. Cuando era un bebé yo me moría y ella, en su desesperación, le prometió al Señor que si me curaba había de ser para Él; y ¡aquí estoy!, para la gloria de Su nombre. Mi madre me enseñó a amar al Señor con su vida y con su ejemplo. La segunda mujer que marcó mi vida fue Doña Isabel Davis, preciosa sierva de Dios con un don de discernimiento muy especial; simplemente se fijó en mí y jamás agradeceré todo lo que me enseñó. Era una auténtica sierva de Dios.

P.- ¿Cómo te organizas para responder a tantos llamados a servir…?
R.-¡¡¡Buena pregunta!!!... Ni yo misma lo sé, pero aquí estoy, no sé como lo consigo, pero sé que esa fuerza no viene de mí, viene del Altísimo.

P.- ¿Por qué escribe Beatriz Garrido?
R.-Porque me encanta, simplemente me encanta. En ocasiones pienso que algún día escribiré un libro. Supongo que Dios me ha capacitado para ello; no escribo cosas grandilocuentes, simplemente, cada vez que escribo, dejo fluir lo que llega directamente del Trono a mi corazón. Quiero ser un canal que, mediante la escritura, pueda llegar al corazón de los lectores.

P.- ¿Qué es la poesía para ti?
R.-Mmmmmm… Una delicia… siempre me encantó. Soy muy sensible, muy sentimental, y la poesía me parece perfecta para un alma como la mía, pero, sigo diciendo lo mismo, no tengo nada que no haya recibido.

P.- ¿Espiritualidad y poesía pueden ir de la mano?
R.-Si van… es una de las cosas más deliciosas que existen en el mundo.

P.- ¿Piensas que en nuestras iglesias promocionamos las artes y permitimos utilizarlas para llevar el mensaje de Cristo a los que nos rodean?
R.-Depende de la iglesia, por supuesto. En unas… para nada, todo lo que se salga de los límites culto, culto, culto, parece que no viene de Dios; en otras sí se hacen cosas maravillosas; todo depende del lugar y de cada iglesia, pero creo que nos falta mucho camino por recorrer en ese sentido.

P.- ¿Cuál crees es el gran reto que los evangélicos españoles tenemos en este siglo XXI?
R.-Creo que renovarnos en montones de cosas. Sinceramente, pienso que todavía hay mucho de sectarismo y de fanatismo en algunos sectores y, sinceramente, creo que es algo que avergüenza al evangelio. Cuando hablo de renovación, estoy hablando de dos cosas: primero, una renovación en muchas formas obsoletas, arcaicas y… me temo que farisaicas; y, segundo, y mucho más importante, una renovación absolutamente imprescindible en el Señor y en Su bendito Espíritu, sólo así podremos avanzar.

P.- La radio también es una de tus pasiones…
R.-¡Sí!, pero no lo sabía hasta que un día, hace casi 25 años, Jaime Fernández me puso detrás de un micro en un programa de radio, en directo, para hacer una entrevista… Me temblaban las piernas y pensaba que Jaime no sabía lo que hacía…; cuando acabé dijo: ¡Me quedo contigo! Supongo, de nuevo, que el Señor estaba, como en todo en mi vida, capacitándome para el servicio, haciendo que pusiera a funcionar los dones que me había dado, y poco a poco fui creciendo en ese trabajo. Al día de hoy estoy en cuatro programas de radio; es uno de mis trabajos favoritos, lo disfruto un montón.

P.- Algunos dicen que la iglesia está dormida. ¿Lo crees así?
R.-Te repito lo mismo, depende de la iglesia. En España, en general, hay mucha siesta, pero todo depende; lo que es yo no pienso dormirme, llevo demasiado ritmo dentro, demasiadas ganas dentro y eso me puede; siempre estoy “despierta” y pido al Señor no dormirme jamás.

P.- Sé que también te dedicas al pastorado conjuntamente con tu esposo. ¿Exige este servicio grandes responsabilidades y sacrificios? ¿Qué significa pastorear?
R.-¡Vaya pregunta guapa!... El pastorado es algo muy serio. Decía D. Enrique Turral que los pastores tienen que ser el ruedo de la iglesia; no es que lo comparta del todo, pero hay demasiada verdad en eso. Hay que tener un llamado muy fuerte para seguir toda una vida sin poner la mano en el arado y no mirar atrás; es muy difícil, mucho, conlleva sangre, sudor y lágrimas, pero como canta Marcos Vidal: “Aquí estamos”.

P.- ¿Cuál es la misión de la iglesia en este siglo?
R.-Creo firmemente que la misión de la iglesia primordialmente es ser "sal y luz", eso dice la Biblia, pero eso implica muchas cosas. Ser sal: eso para mí significa dar sabor, dar sabor a un mundo insípido, que carece de sabor, sentido, gusto; un mundo vacío, triste, amargado... En este siglo que corre, e inmersos en esta profunda crisis que nos afecta, creo que más que nunca tenemos que ser sal; llenar nuestro salero e ir esparciendo sal por donde vamos, llenar de amor a los corazones tristes y solitarios, dar pan al hambriento y agua al sediento, tanto en la realidad como metafóricamente. Debemos dejar que de nuestro interior corran esos ríos de agua viva que prometió Jesús y dejarla fluir, salpicando de vida a un mundo que se ahoga de la más profunda sed.
Y luz... Recuerdo un texto que colgaba de la pared en una de las habitaciones de la casa de mis abuelos. ¡Ay! se me saltan las lágrimas al recordarlo, era con fondo negro y unas flores de colores maravillosos, y allí estaba escrito el texto, en la versión del 1909: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida”…, parece que lo estoy viendo. Sí, ponía lumbre en lugar de luz, y aunque los buenos exégetas dicen que está mejor traducido luz, pues va a ser que a mí me gusta más lumbre, porque implica mucho más. La luz alumbra, pero la lumbre, además, calienta, ilumina de otro modo más cercano e íntimo… Mmmmmm… me encanta esa expresión... lumbre... me recuerda a las “lareiras” de mi tierra, un fuego alrededor del que se sentaban bien juntitos todos los de la casa, con un pote encima y allí se recibía luz, calor, amor, cercanía, cariño…, si sigo, no acabo.
Pues, Jacqueline, la iglesia de nuestro tiempo tiene que ser exactamente lo que acabo de decir, sal, luz o lumbre, como gustes, pero debe dar calor, iluminar el camino a la Cruz, acoger, recoger, dar ánimo, cariño, calor; esa es la iglesia de la que yo quiero formar parte.

P.- ¿Piensas que la proclamación debe ir acompañada de la compasión?
R.-Por supuesto, más que por supuesto. No hay nada de lo que escape más, cuando predico, que de dar una palabra exegéticamente ultra correcta, con puño en el púlpito y con cara severa. Intento, delante de mi Señor, ante todo, transmitir AMOR, ese es el principal de los mensajes sea cual sea el tema. ¿De qué vale dar la más maravillosa de las predicaciones si no lleva implícita, dentro de su seno, la más grande de las compasiones?
Recuerdo la última predicación que le oí a un buen amigo y consiervo. Simplemente tomó una frase de una doxología, era Pablo el que le escribía a su discípulo: “… Cuando llegue el invierno, tráeme el capote”; simplemente de esas pocas palabras sacó una predicación maravillosa. Por supuesto, los más puristas dijeron que si había sacado fuera de contexto, etc... Y yo digo: ¡Ya basta! Lo siento, es que me rebelo, yo quiero hablar y escuchar de la compasión. Aquella predicación todavía resuena en mis oídos… “Cuando llegue el invierno, tráeme el capote”...; ¡cuánta compasión implica eso!


P.- Has grabado un CD con 10 canciones. Háblanos de ese trabajo. ¿Por qué lo has titulado “Sueños”?
R.-Tengo nueve años de música, desde los quince que trabajo con ella. Canto, he ensayado diferentes coros, he tocado la música en la iglesia durante muchos años y canto, canto mucho. Hace unos tres años me invitaron a cantar dos canciones en un retiro de AGLOW, y allá que me fui... me escucharon de una discográfica y me preguntaron algo que todo el mundo me preguntaba: si tenía grabado algo, y contesté la verdad, que no. Así que me propusieron grabar un disco, y que les encantaría hacerlo conmigo. Me lo tuve que pensar mucho, porque grabar un disco implica muchas cosas, pero después de valorarlo delante del Señor, me decidí y salió el CD titulado “Sueños”; es variado, hay un poquito de todo y la mayoría de la gente que lo tiene me dice que lo lleva en el coche, que les gusta y les relaja mucho. El disco tiene web (www.beatrizgarrido.com) y allí podrás encontrar un programa de radio que hice con el jugador de fútbol veterano Donato, tres canciones, fotos y mi testimonio.
¿Por qué sueños?, bueno, alguien me dijo una vez: “Serás viejo cuando tus sueños pesen más que tus ilusiones”; yo era muy jovencita cuando escuché eso, pero me lo quedé para siempre. Por ello, en mis whats up tengo mi foto y la famosa frase: "Tengo un sueño", y me encanta eso porque sé muy bien que el día que deje de soñar, simplemente moriré.

P.- Una de tus facetas es hacer entrevistas en P+D.... ¿Qué aprendizajes?, ¿qué satisfacciones?
R.-La verdad es que eso fue un regalo del Señor venido de la mano de Pedro Tarquis. ¿Aprendizajes? En cuanto a entrevistas, creo que simplemente hay lo que yo puedo dar. En cuanto a técnica, ¡para lo que soy un horror!, saber de híbridos y cosas que no controlaba, voy de la mano de Pedro que es un crack para todo. ¿Satisfacciones?... ¡Muchísimas!, es uno de los lugares en los que puedo ser yo misma en mi más pura esencia, puedo enviar un abrazo fuerte a los oyentes cuando termino, puedo ponerme a cantar un trocito de algo en medio de una entrevista; esa soy yo y ahí me tenéis cada quince días aproximadamente. Y algo muy importante, tengo acceso a gente de mucha altura dentro del panorama evangélico español igual que algo que me encanta hacer, entrevistar a gente sencilla con testimonios impresionantes que sé que llegan al corazón. Esas entrevistas son un regalo de Pedro Tarquis que jamás olvidaré.

P.- Eres maestra. ¿Cuál la misión del maestro cristiano?
R.-Bonita pregunta, simplemente aprender a enseñar del Maestro, simplemente eso, ¡nada más!; Jesús es el mejor y vivo ejemplo del maestro perfecto.

P.- ¿Qué mensaje que abra conciencias debemos dar los cristianos en estos tiempos de crisis?
R.-Muchísimos, creo que eso de espiritualizar todo y no involucrarse, es de cobardes, de retrógrados y de gente que no se quiere comprometer. El verdadero cristiano vive su tiempo, actúa y deja huella, creo que nos queda mucho por aprender en ese aspecto; repito lo mismo, no todo es sentarse en el culto a engordar o a engordar ovejas, cuando ahí afuera hay un mundo que se pierde sin Cristo y que no tiene pan.

P.- ¿Cuáles tus proyectos para el Nuevo Año?
R.-Seguir adelante, con mi Señor al frente. Tengo familia, una madre a la que cuidar y mil trabajos para el Señor, pero no quiero caer en el activismo para nada, quiero dejar que el Señor me lleve por donde Él quiera, que me guíe por donde tenga que guiarme, que me utilice de la manera que Él lo estime oportuno. Como dice el viejo himno “Brilla en el sitio donde estés”, eso es lo único que pretendo, brillar con Su luz, de todas las formas para las que mi Dios me haya dotado, y llevar, con esa luz, almas a los pies del Redentor.

Finaliza la entrevista. Gracias, Beatriz, por abrirnos tu corazón y permitirnos conocerte y saber más de tu labor en la obra del Señor. Gracias por animarnos a seguir sembrando. Y no dejes de soñar…

Os dejamos con un poema suyo:

Cuando llegue el otoño sereno de mi vida…
Cuando llegue el otoño sereno de mi vida,
cuando las hojas, lentas, se caigan a mis pies;
me sentaré a tu lado y me echaré en tu hombro,
y recordaré aquel día cuando te comencé a querer.

Cuando llegue el otoño sereno de mi vida,
ya lejos de trabajos, problemas y ansiedad,
recordaremos juntos, con el rostro cansado,
los momentos de luchas, problemas y pesar.

Cuando llegue el otoño sereno de mi vida
y el mar -en la ventana- se vuelva espuma gris,
recordaré momentos de juventud intensa,
cuando en sus fieras aguas inmersa me sentí.

Cuando llegue el otoño sereno de mi vida,
y los días corran lentos en tonos pastel,
te tomaré las manos suaves y cansadas,
e igual que aquella tarde las acariciaré.

Cuando llegue el otoño sereno de mi vida,
recordaremos juntos nuestro servicio a Dios,
en diferentes formas, maneras y colores;
pero siempre pensando ofrecerte lo mejor.

Cuando llegue el otoño sereno de mi vida,
me quedaré dormida tranquila, junto a ti;
y si es que en la otra vida existe amor alguno,
volvería a buscarte, por siempre inmersa en ti.