En su visita a Barcelona el pasado febrero, el secretario general de la Alianza Evangélica Europea, Niek Tramper, habló con Protestante Digital. Originario de Holanda, Tramper analiza las diferencias y las similitudes entre evangélicos en diferentes partes de Europa y da su opinión sobre cómo los cristianos pueden tener impacto allí donde viven.
Pregunta. Si miramos a los diferentes países en Europa, ¿en qué se parecen evangélicos en unos lados y otros? ¿Son muy diferentes las Alianzas Evangélicas alrededor del continente?
Respuesta. En primer lugar hay que decir que somos en la mayoría de los sentidos, una unidad. Porque todas las Alianzas quieren concentrarse en la Palabra de Dios, tienen las mismas bases, como el credo apostólico o el Credo de Lausanne. Todas están
centradas en la oración, en la participación en la vida pública, en representar una voz clara en la sociedad. Es realmente lo que nos une. Así que podemos decir que formamos una unidad.
En segundo lugar, es difícil encontrarse con una
familia tan diversa como la nuestra. En todo tipo de cosas. Como por ejemplo, comentábamos esta mañana, en cómo unos y otros se relacionan con la
Iglesia Católica. Entiendo bastante vuestra posición en España, al ser una minoría en un mar de Catolicismo, además es un país que no tiene raíces que regresan a la Reforma. Es una situación muy diferente, por ejemplo, que en Alemania o en Noruega o en Holanda. Estos países tienen una influencia muy grande la Reforma y la Iglesia Católica a menudo es una minoría allí. En el conjunto de estas sociedades los católicos son una minoría y además no están unidos al sistema del Estado. Y esto da una perspectiva muy diferente.
La Iglesia Católica es la misma en cada país, claro, pero la forma en la que miramos a los católicos ha cambiado en los últimos 40 años más en los países del norte de Europa que en los del sur. Esta es una diferencia.
Otra diferencia entre evangélicos se refiere a cuestiones éticas. Y este es un tema sensible. En cuanto a
homosexualidad, por ejemplo, algunos de los hermanos y hermanas de Europa del Este dicen que la homosexualidad está prohibida en la Biblia y por tanto, estos deben ser excluidos de las iglesias, con puntos de vista bastante rígidos. Si miras a las Alianzas Evangélicas en Gran Bretaña o en Dinamarca, se encuentran puntos de vista más moderados, que hablan de buscar la verdad de Dios y realmente ver lo que dice la Biblia. Se reconoce una dificultad y mientras que se oponen a la práctica homosexual no dejan de relacionarse con personas homosexuales si buscan la relación con la iglesia, por ejemplo.
Así que hay puntos de vista muy diferentes en cuanto a este tipo de
temas éticos. Y te puedo dar más ejemplos, como el
cuidado de la creación, que es un gran tema en las Alianzas Evangélicas del oeste, pero para nada un tema en las Alianzas del este.
P. Y en cuanto a la organización, ¿hay también diferencias importantes en la forma en la que funcionan las Alianzas de diferentes países?
R. Sí. Hay mucha diversidad también en este sentido. Por ejemplo, en
Alemania, la Alianza Evangélica está compuesta por alianzas locales, un grupo de personas de diferentes iglesias que se unen en una ciudad o en un barrio. En todo el país encuentras centenares de estas alianzas locales. De allí, los representantes vienen a la asamblea general y forman la Alianza nacional.
En cambio, si te vas a
Rumanía, encuentras algo muy diferente. Allí la Alianza sólo está compuesta por las iglesias. Así que el Consejo de la Alianza está compuesto por los líderes de las diferentes iglesias: los bautistas, los hermanos y los pentecostales. Esta sería una perspectiva muy diferente. Varía en los países, iglesias pueden ser miembros u organizaciones o incluso personas individuales, que sería el caso de
Holanda.
P. En relación con la que hablabas durante una de tus conferencias aquí en Barcelona, los cristianos queremos impactar en la sociedad no con interés en obtener el poder, sino para servir. ¿Cómo podemos transmitir esto con claridad a las autoridades?
R. Uno de los ejemplos sería el de las
iglesias que tienen sus edificios y que los ceden a personas no cristianas para que puedan usar estos espacios, encontrarse ahí, tener actividades no relacionadas estrictamente con la iglesia. Por ejemplo, si tu iglesia está en un
barrio con mucha inmigración, es una gran oportunidad de darles la bienvenida, tener actividades para niños, ayudarles a tener sus propias reuniones, aún cuando no son actividades cristianas. Porque la iglesia en este sentido estará trabajando como un
factor integrador, una forma de ayudar a la gente inmigrante a integrarse en la sociedad. Y creo que las iglesias son perfectos instrumentos para hacer esto. En un barrio, en una ciudad, siempre hay tensiones entre la gente y si como iglesia invitas a la gente a estar ahí, llama la atención.
Otro ejemplo es que como iglesia con el corazón centrado en el evangelio, hay formas en las que podemos
contestar a las necesidades de la sociedad. ¿Cuáles son las necesidades que hay en tu zona? A lo mejor hay gente de edad muy avanzada, y mucha soledad. Se puede animar a los jóvenes de tu iglesia para hacer algo por ellos. Eso se ve a menudo en países del norte. Por ejemplo, después del culto del domingo, animar a toda la congregación a pasar la tarde del domingo yendo a visitar la gente anciana en el barrio. Esto levanta expectación en la gente del barrio. Y después también levanta el interés de las autoridades.
Aún otro ejemplo es una iglesia cerca de Rotterdam, donde yo estuve como pastor, piden a gente joven a unirse para
limpiar una parte de las calles, donde se acumula mucha basura. ¿Y por qué lo hacen? Pueden explicar a las autoridades: “Porque creemos que es un deshonor para nuestra ciudad que haya tanta suciedad en todos lados”. ¿Pero por qué estáis dando vuestro tiempo para esto? “Porque creemos en un Dios que creó una Tierra de belleza, y ahora lo estamos estropeando. Y no hacemos esto para ser activistas, sino porque queremos pertenecer a es Dios, al que le pertenece esta creación”. Ante esto, realmente hay un interés de las autoridades.
P. Mirando a un nivel más alto de autoridades políticas, ¿tiene la Alianza Evangélica Europea algún impacto en los políticos a nivel de la Unión Europea?
R. Sí, déjame dar un ejemplo. En
Bruselas, hace un par de años, se formó la Fundamental Rights Agency (Agencia para los Derechos Fundamentales). Este es un comité importante que trata temas de
Derechos Humanos y Libertades. Está compuesto por todo tipo de personas del Parlamento Europeo, pero ahora tenemos acceso a relacionarnos con este Comité por el trabajo del representante de la Alianza Evangélica Europea en Bruselas, Christel Lamère Ngnambi. Un par de veces ha recibido la oportunidad de hablar en nombre de los evangélicos, sobre qué pensamos sobre los Derechos Humanos. Esta es una oportunidad inmensa. La voz está ahí. Es la voz de Christel, pero no es simplemente su voz, sino que viene de diferentes voces que se reúnen en nuestro equipo sociopolítico.
Otro tema en el que podemos ejercer influencia es en el tema de la
libertad religiosa. Es importante porque la libertad religiosa está en riesgo en Pakistán, en el Medio Oriente, en Egipto, pero también en países ortodoxos o católicos. Lo que decimos es que queremos que se aplique la libertad religiosa no sólo lejos, sino también en
Europa. Pedir que los evangélicos, por ejemplo, tengan pleno espacio para ejercer su ministerio en contextos católicos. Hablamos de esto en los comités y con algunos representantes del Parlamento. Y aunque no es un trabajo masivo, sino en el detalle, sigue siendo muy importante.
En la Alianza Evangélica Europea queremos combinar las voces para crear una voz clara. Y creo que aún podemos mejorar más en esto. Pero también podemos hablar del ejemplo de nuestro trabajo contra el
tráfico de personas. Tenemos contactos en Ucrania, Bulgaria, Albania. Trabajamos en red, y hay un interés real en el Parlamento Europeo sobre este tema.
P. Y por último. ¿Por qué debería alguien hacerse miembro de la Alianza Evangélica de su país?
R. Bueno, en primer lugar para participar en una
expresión de unidad. Porque como iglesia o como organización, debemos darnos cuenta de que no estamos solos. Tenemos que trabajar con otros. Ser parte de la Alianza es expresar que uno quiere participar con el cuerpo más amplio de la iglesia. En segundo lugar, estoy completamente seguro que si te respetas a ti mismo como iglesia u organización tienes algo que
contribuir, algo que aportar. Aunque pienses que no pintas mucho (que por cierto, es algo que transmitimos a nuestros miembros, lo cual es un problema). Pero sí, eres valioso, y puedes contribuir. Aunque sea orando o compartiendo. Así que si alguien viene a su alianza evangélica nacional y quiere formar parte de ella, decimos: “Te damos la bienvenida, te respetamos, ¿y cómo puedes contribuir?”.
La Alianza es una plataforma ideal de recursos. Y los miembros no sólo aportan, sino también pueden beneficiarse de toda la mesa de recursos que se ofrece, también en vuestra Alianza Evangélica, aquí en España.
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