África ocupa una posición central en el mapa global católico romano. Contrariamente a las tendencias negativas que se observan en Occidente, Africa es un continente donde la Iglesia CR está creciendo, tanto en términos de adeptos como de vocaciones al sacerdocio y de vida religiosa. Con todas sus contradicciones y en medio de profundos problemas sociales, el “alma religiosa africana” parece ser un suelo fértil para la Iglesia. No es por casualidad que la Iglesia CR ha ido reflexionando cada vez más sobre Africa en los últimos veinte años y, aparentemente, está invirtiendo mucha energía intentando avivar su presencia allí.
En 1994 Juan Pablo II convocó un Sínodo de obispos de Africa al que siguió, en 1995, la Exhortación Ecclesiain Africa (La Iglesia en Africa). El entonces Papa reunió nuevas percepciones y propuestas que alentarían el compromiso de la iglesia en el continente.
Sus numerosos viajes a Africa dan testimonio de la misma preocupación.
Durante el reinado de
Benedicto XVI se reunió otro Sínodo de obispos en 2009. Ahora,
como parte de su reciente visita a Benin (19 Noviembre 2011), el Papa Ratzinger ha firmado la Exhortación Post-Sinodal Africae Munus (El Esfuerzo de Africa) que recoge y comenta diferentes temas que se discutieron en el Sínodo.
LAS DOS CARAS DE ÁFRICA
El texto está lleno de alabanzas por la “excepcional vitalidad eclesial” de la Iglesia CR africana. El alma de Africa es “un pulmón espiritual para una humanidad que está pasando por una crisis de fe y de esperanza” (n. 13). A diferencia de otras partes del mundo, la religión es importante en Africa y la espiritualidad es el pan de cada día para muchos de sus pueblos. La Iglesia CR está llamada a edificar sobre este sentimiento religioso como “Madre y Maestra” haciendo uso de diversas fuentes: “la Sagrada Escritura, la Tradición y la vida sacramental”, etc., las cuales se combinan con el
Catecismo de la Iglesia Católica (n. 95). En particular, la Iglesia CR está siendo animada a continuar invirtiendo en la educación, la protección a la vida (p.e. el cuidado de la salud) y la inculturación del Evangelio.
Con todo, el documento no esconde el hecho de que Africa es también un lugar donde se esta produciendo una “crisis antropológica” con devastadoras consecuencias. Las antiguas bases de la vida social son sacudidas por la seducción de la modernidad. Los resultados de esta convulsión cultural son traumas y conflictos por todas partes. Por consiguiente,
Benedicto XVI llama a la Iglesia CR a ser un agente de reconciliación, justicia y paz.
Resumiendo, según el Papa Ratzinger, Africa presenta dos caras: por un lado está floreciendo en lo que al papel predominante de la religión se refiere, pero por el otro existe una gran preocupación en cuanto a las graves contradicciones que presenta la situación actual.
UN PANORAMA RELIGIOSO DEFECTUOSO
Lo que es también interesante en el documento es la planificación del panorama religioso africano
. Benedicto XVI se refiere a las oportunidades y a los desafíos del diálogo interreligioso, especialmente con las religiones tradicionales africanas y con el Islam. A este respecto, el Papa recuerda la enseñanza del Concilio Vaticano II que recomendó a la Iglesia CR “entrar en el debate y la colaboración con miembros de otras religiones con prudencia y caridad” (n. 92).
Cuando se trata de medir el diálogo ecuménico con los cristianos no católicos de Africa, el Papa Ratzinger menciona la continua relación con los ortodoxos, los ortodoxos coptos, los luteranos, los anglicanos y las comunidades metodistas (n. 89). Estos grupos parece que son los socios ecuménicos “buenos” de la Iglesia CR.
Por otro lado,
se hace referencia a las “comunidades no católicas, a veces conocidas como Iglesias independientes africanas”, las cuales son “una derivación de las iglesias tradicionales cristianas y de las comunidades eclesiales” (n.90). Se nos dice que adoptan varios elementos de las culturas tradicionales africanas y que son neófitos en el campo ecuménico
. ¿Están en este grupo las iglesias evangélicas? No se nos dice. En caso afirmativo, ¿por qué no se las califica como evangélicas, que es un término ampliamente aceptado? ¿Por qué se refieren a ellas solamente como “independientes” en lugar de una manera más teológica e histórica? Si no, de acuerdo con el Papa, los evangélicos pertenecen al último grupo, o sea, a los diferentes “movimientos sincretistas” generalmente reunidos alrededor de un líder reclamando dones excepcionales que explotan la credulidad de la gente, y que están basados en “una variedad de creencias heterodoxas no cristianas”.
En el espectro del Papa sobre Africa, los evangélicos están desaparecidos. En su percepción, existen los cristianos de espíritu ecuménico, las iglesias africanas independientes y varias sectas locales.
Esto es curioso cuando menos. Por ejemplo, la Asociación de Evangélicos Africanos (AAE por sus siglas en inglés) forma parte de la Alianza Evangélica Mundial y representa a más de 100 millones de evangélicos africanos que comprenden 36 Asociaciones evangélica nacionales, las cuales están compuestas por numerosas iglesias locales. Pero éstas no parecen estar en el radar vaticano.
El Papa sigue dando a los evangélicos en la cabeza. En su visita al Brasil, en 2007, no distinguió los evangélicos de las “comunidades” peligrosas y los llamó “una secta”. En su visita a Alemania, en setiembre de 2011, les llamó una nueva forma de cristianismo con poca racionalidad y escaso contenido dogmático. Ahora, en Africa hace caso omiso a todos juntos. Es posible que Benedicto XVI tenga un problema con el cristianismo evangélico.
Traducción: Rosa Gubianas
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