El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Todo esto es el resultado del falseamiento de la noción de derecho, que se ha adulterado de tal modo que no hay cabida para la responsabilidad propia sino sólo para la ajena.
El empleo de términos casi neutros en lo que concierne al orden moral, solo puede acabar en dos alternativas, que son la parcialidad o el falseamiento.
La Biblia enfatiza la realidad del pecado como una falla humana, como una enfermedad que solo puede ser curada por Jesucristo.
El himno reflexiona de manera conmovedora en el coste de la redención.
Underwood muestra a un ídolo aún más atractivo que el dinero: el poder que se puede conseguir con él. Es un relato demoledor, que acaba con todo idealismo.
En el primer libro de la Biblia encontramos a un Dios que, desde el principio, está buscando restablecer la relación rota con las personas.
Una espiritualidad desencarnada, insolidaria y ajena a las preocupaciones mundanas, no es cristiana.
El mensaje de Jesús insiste en que todos somos pecadores y en que Dios nos llama a ir a Su lado no porque somos buenos sino porque no lo somos.
La vida sin mácula que habían llevado se imponía como argumento incontestable para entrar con holgura por las puertas de perlas… pero algo no funcionaba.
Pocos libros se han acercado al misterio del mal como “El corazón de las tinieblas”. La literatura, la música y el cine siguen volviendo a este misterioso viaje por el Congo, para descubrir en él algo del corazón humano.
Para que Dios pueda perdonar el pecado, ha de ocurrir alguna cosa. Dado que es santo y justo, no puede decir simplemente: “Bien, tú has pecado y yo te perdono”.
A ninguno de nosotros nos gustaría estar en esas tres categorías, pero déjame decirte que caemos en ellas a menudo.
¿Qué es la avaricia? Para San Pablo, no sólo bloquea la entrada al reino de Dios, sino que está también entre los vicios que descalifican para ocupar cualquier oficio en la iglesia.
Por causa del pecado, toda sociedad “categoriza” a los seres humanos. Todos “somos iguales”, pero claramente algunos son más iguales que otros.
El corazón humano, en su estado natural, es una auténtica fábrica de abominaciones.
Nuestro concepto moderno de "amor" como ausencia de conflicto y confrontación, difiere marcadamente de la dialéctica bíblica de amor y odio (ira, enojo) divinos, humanos y cristianos
La teología patrística y la teología reformada no están en contra la una con la otra. Por el contrario, se enriquecen mutuamente.
"Acercaos, pecadores, Cristo os puede perdonar; aquejados de dolores, él os puede restaurar".
Pablo Martínez abordará el tema de la caída en pecado de los pastores en una de las ponencias del próximo Seminario de Teología y Psicología pastoral.
Dios quiere que descansemos en la certeza de su perdón. Quiere que vivamos felices en Su amor.
No debemos ignorar leyes nacionales, pero también tenemos que cuestionar las que son injustas.
Al rechazar lo justo o la ley moral, padecemos no sólo porque nos propongamos hacer el mal, sino porque en principio desafiamos a una fuerza superior, la realidad de las cosas.
“El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo” (Fil. 1:6).
El pecador no puede pagar su pecado. Su (nuestra) única salida es acogerse, acogernos, a la gracia de Dios.
El puritano John Owen nos enseña acerca del peligro de la apostasía espiritual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.