El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Se nos llena la boca hablando del amor de Dios. Sin embargo, a causa de las penas y los momentos malos perdemos la fe culpándole de todos nuestros pesares.
Un mundo anclado en un pasado amargo, una parcela malavenida en el planeta. Su fealdad reinaba con fuerza.
Entrar en el Reino es aceptar con Jesús que Dios se manifiesta en el mundo y que las cosas no son como eran.
Siempre se recuerdan como mejores los tiempos pasados, lo sé, pero para cada uno de nosotros, además del nacimiento de Jesús, en estas fechas la niñez trae recuerdos diferentes.
Nos enfrascamos en un periodo de obsesionado análisis y sufrimiento profundo queriendo adivinar el motivo del Señor en esa cuestión particular que nos molesta.
Se otorga como reconocimiento a un carisma sano, lleno de entrega, buena voluntad y sacrificio.
¿Cuál sería el lugar más apropiado donde buscar tan preciada dádiva?
Podemos relacionarnos con Dios tal y como somos, sin aspavientos superfluos que se desvanezcan al salir del templo.
Texto con motivo del 25 de noviembre, Día Internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres.
Salgamos sin más con el mensaje del Señor traducido a la lengua asequible que cada cual posea.
¿Existe algo más mezquino que jugar con las debilidades o el sufrimiento del prójimo? ¿Cómo se ha podido llegar al extremo de mostrar un Dios a la venta de bendiciones?
Estaba limpio. Limpio del todo. Ahora debía recobrar la confianza perdida, la autoestima que da pertenecer a una congregación de la familia del Señor.
El resultado de unir ambos conceptos no es bueno, es una actitud tramposa.
Testifiquemos. Seamos eco de vivencias jamás contadas.
¡Cuántas veces retamos a Dios! Somos jactanciosos, no sopesamos nuestra debilidad.
Las piedras son testigos ancestrales de la Historia de la humanidad. Ya estaban aquí mucho antes que nosotros.
¿Sería posible que cada uno desarrollara y perfeccionara los regalos que el Señor le da sin sentir celos de los que reciben los demás?
Hay para quienes amar al prójimo es una utopía porque, ¿acaso el otro importa fuera de mí mismo?
Las razones que nos llevan a no alzar el vuelo son débiles, las engordamos para hacerlas tan fuertes que nos invalidan.
Sus enseñanzas están al alcance de todos los que quieran escucharle.
Cuando hablas con el Señor reafirmas tu fe. Te haces presente ante su presencia. Renuevas tu confianza en él.
Cartucho era un ser que se sentía frágil, poca cosa en comparación con otros niños.
Imitemos la valentía de Ester que se levanta en medio de un imperio, una mujer diferente, rodeada de hombres poderosos.
Más que ocupar los primeros sitios asegurémonos de llegar con la humildad que se nos pide.
Certifiquemos sin cansarnos la dicha de los que amamos al Creador de todo el universo.
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