Ejemplo de igualdad en una época patriarcal

El libro deuterocanónico de Eclesiástico fue escrito hacia el año 180 a.C. Es el más extenso entre los sapienciales. Se le da uso con fines tanto instructivos como reflexivos. Fue escrito en hebreo, posiblemente por Jesús, judío hijo de Eleazar y nieto de Sira, o Sirac. Más tarde fue traducido al griego. Salvando expresiones y conceptos espirituales de aquel tiempo que no encajan en la actualidad, me ha parecido impresionante y curioso encontrar un ejemplo de igualdad entre hombres y mujeres, sobre todo porque en una era patriarcal es un hombre quien lo expone. Declaradas en términos poéticos y asumiendo, como digo, los particulares términos de la época, se trata de unas normas de respeto familiar para que se lleven a cabo tanto con los padres como con las madres. Me refiero al capítulo 3:1-16.

Deberes de los hijos

Hijos míos, escuchadme a mí, que soy vuestro padre; seguid mis consejos y os salvaréis.

El Señor quiere que el padre sea honrado por sus hijos, y que la autoridad de la madre sea respetada por ellos. 

El que respeta a su padre alcanza el perdón de sus pecados, y el que honra a su madre reúne una gran riqueza. 

El que respeta a su padre recibirá alegría de sus propios hijos; cuando ore, el Señor le escuchará.

El que honra a su padre tendrá larga vida; el que respeta a su madre será premiado por el Señor, pues obedece a sus padres como si fueran sus amos.

Hijo mío, honra a tu padre con obras y palabras, y así recibirás toda clase de bendiciones.

Porque la bendición del padre da raíces firmes a una familia, pero la maldición de la madre la arranca de raíz.

No te sientas orgulloso viendo a tu padre pasar vergüenza, pues esto no es ninguna honra para ti.

El honor de un hijo está en el honor de su padre;, en cambio el que desprecia a su madre se llena de pecados.

Hijo mío, empéñate en honrar a tu padre; no le abandones mientras tengas vida.

Aunque su inteligencia se debilite, sé compasivo con él; no le avergüences mientras vida.

Socorrer al padre es algo que no se olvidará; será como ofrecer sacrificio por los pecados.

Cuando estés en aflicción, Dios se acordará de ti, y perdonará tus pecados como el calor del sol derrite el hielo.

El que abandona a su padre ofende al Señor, y el que hace enojar a su madre es maldecido por Dios.

Vemos cómo a lo largo del texto se repiten los mismos conceptos jugando con el orden, ya sea del padre como de la madre, dando a entender que tanto monta, monta tanto, el uno como la otra. 

Recomiendo su lectura ya que de este libro podemos aprender, además de la que expongo hoy, muchas más enseñanzas referentes a otros temas, ya sean de relaciones personales como de la vida diaria.