El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El escudero y ahora gobernador se asemeja a Salomón, tercer rey de Israel, quien gobernaba a su pueblo y por extensión ejercía las funciones judiciales.
¿Cómo denunciar el mal de otros cuando no somos capaces de denunciar el nuestro propio; y además, en muchos casos lo justificamos?
Editorial Visor Libros, Madrid 2024, 62 páginas.
Es difícil leer el A. Testamento y no ver la relación que hay entre las promesas que se dan allí y su cumplimiento que tienen lugar en el Nuevo Testamento, en la persona de Jesucristo.
El nombramiento de gobernador otorgado por el duque implicaba por añadidura el de juez, es decir, la facultad de impartir justicia en instancia única e inapelable.
Es una constante en la revelación divina, bíblica, que el mal atrae al juicio divino, a menos que haya un arrepentimiento de dicho mal.
Entristecido por la soledad de Don Quijote, recurro una vez más a las enseñanzas que ofrece la Biblia.
Nuestra responsabilidad es la de predicar, tanto sobre el amor de Dios, como de las condiciones para poder recibirlo y disfrutar de él.
A todos aquellos pecadores que creemos en Él y le recibimos como Señor, Salvador y Maestro de nuestras vidas, Dios nos reviste con el ropaje resplandeciente de su santidad, justicia y verdad.
Mucho se ha escrito sobre los consejos de Don Quijote a Sancho. Américo Castro cree que en ellos vierte Cervantes su experiencia de la turbulenta vida que le tocó vivir.
«Primeramente, ¡oh hijo! Has de temer a Dios; porque en el temerle está la sabiduría». Esta cita está tomada literalmente de la Biblia. Pertenece a Salomón. Se encuentra en Proverbios 1:7.
No es cuestión de comunicar conocimiento meramente, sino que dicho conocimiento deberá llevarnos siempre a acciones sabias, amorosas y compasivas que dejen en aquellos que nos conocen un buen “olor”.
Desde el libro de Deuteronomio en el Antiguo Testamento hasta la segunda epístola de Pedro en el Nuevo, la Palabra de Dios menciona 89 veces las cartas.
Si quitamos de las Sagradas Escrituras el sacrificio expiatorio y propiciatorio que aparece desde Génesis hasta Apocalipsis, estamos mutilando una parte esencial de la revelación divina.
La Biblia concibe la burla como crueldad contra personas inocentes.
Si queremos llamarnos “cristianos”, discípulos y por tanto seguidores de Jesús, no deberíamos de renunciar nunca (¡nunca!) al Jesucristo que nos presentan las páginas del Nuevo Testamento.
Para la Biblia, la voluntad humana es libre y responsable. No está impuesta por Dios, aunque sí advertida.
Tener comunión es un asunto de actitud, de amor y del Espíritu Santo. Y cuando falta el amor, el Espíritu de Cristo está ausente; y eso por mucha verdad que se tenga o que se crea tener.
Tan tonto como lo creía el eclesiástico no era Don Quijote.
Muchos rechazan el amor de Dios sin más. Los tales se quedarán fuera; pero los que lo reciben disfrutarán de su presencia, su amor y su comunión desde aquí y por toda la eternidad.
En numerosas ocasiones a lo largo de la novela Sancho manifiesta estar dispuesto a dar su vida en defensa de su amo y señor. Pero ante la duquesa se porta como un escudero desleal.
La responsabilidad exige de cada ciudadano su contribución al bien común con aquello a lo cual ha sido dotado y llamado, comenzando desde el mayor hasta el menor.
Atendiendo a la opinión de Torrente Ballester, para quien el discurso de Don Quijote «es una de las mejores piezas de la novela», no quiero privar de ella al lector.
El “motor” y la motivación de los creyentes debía (¡debe!) ser el amor sin el cual no sería posible la “edificación de la Iglesia”.
“¡Don tonto! ¡Don tonto!, se lamenta Unamuno. ¡Y cómo te viste tratar, mi loco sublime, por aquél grave varón, cifra y compendio de la verdadera tontería humana!”.
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