El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Las buenas obras las hacemos porque Cristo nos salva y santifica. Son resultado de la salvación pero no el medio de alcanzarla.
Si crees que las buenas obras te salvan, nunca harás una buena obra por el motivo correcto sino por egoísmo.
Les ofrecemos la relación completa (hasta la fecha) de la inmensa obra literaria de Juan Antonio Monroy.
Aunque creamos en la salvación por gracia, en nuestra relación con el mundo nos guiamos por la ley del mérito.
La fe no es solamente una experiencia mística, sino que puede transformar la realidad, también la realidad sociopolítica y las estructuras económicas marginantes.
Su amor se manifiesta en que cuando éramos Sus enemigos envió a Su Hijo.
Para Van Gogh, el cristianismo consiste en un amor que Cristo despierta en nosotros, pero que nosotros debemos lograr con todos nuestros esfuerzos.
La autenticidad de nuestra fe se demuestra precisamente en nuestras obras, no en nuestras palabras.
El mensaje de la gracia de Dios concedida gratuitamente y apropiada a través de la fe, es la esencia del Evangelio.
La obra evangelizadora debe asumir la promoción humana de los más desvalidos, de los que más sufren.
No son las obras las que nos salvan, es la fe, pero esta fe, si es viva necesita ineludiblemente, ser una fe activa en relación con el prójimo.
No es atractiva la fe sin obras, la comunicación del Evangelio sin compromiso ante los pobres y los débiles.
La Biblia es muy clara al señalar que la única roca sobre la que se pueden asentar los creyentes es Dios.
Los que creen que la salvación deriva de los propios méritos o de las propias obras no pueden entender ni lejanamente el amor de Dios.
Hablar del legalismo en la cristiandad no es fácil, pues suele causar crispación entre los mismos creyentes.
No solo se trata de ir al lugar que Él ha ido a preparar para nosotros, en un sentido eterno, sino vivir el tránsito hasta allí desde la libertad con la que Cristo nos hizo libres,
La enorme dicha que se siente al saber que se tiene la salvación y que es así, no porque dependa de nuestros méritos u obras, sino porque fue obtenida en la cruz por Jesús.
La vanidad del ser humano es una especie de religión con muchos fieles. Incluso entre nosotros, los que profesamos la fe cristiana.
La pregunta central y vital va a ser que qué has hecho de tu hermano, cómo has tratado al hombre, a la mujer, al humano, al prójimo.
La Biblia dice que podemos tener certeza y seguridad porque fue Jesús – no nosotros – quien ganó la salvación por nosotros.
La Biblia es muy clara al señalar que la única roca sobre la que se pueden asentar los creyentes es Dios.
En la Biblia se nos afirma de una y otra manera que la fe sin acción ni compromiso es una virtud que acaba por morirse y dejar de ser.
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