El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Pregúntate con sinceridad ante Dios, si es que dices ser su segador: ¿De quién es y a quién pertenece lo que te sobra?
¿Volveremos a ver una vez más gente triste deambulando, desempleados y al margen de los caminos de los integrados construyendo carriles de soledad?
No se puede evangelizar ni anunciar la llegada del Reino, si no asumimos sus valores entre los que están que los últimos serán los primeros.
Desde el individualismo podemos llegar a pensar solamente en “mi Dios” y no en el “Padre nuestro”.
Cuando dignificamos, cuando servimos, cuando clamamos por justicia... estamos revalorizando la creación cuya cumbre está en el momento en que Dios formó al hombre. Es lo que va a autenticar nuestra proclamación.
La retirada de la ley plantea otra cuestión: ¿Cómo construir leyes de consenso en una sociedad tan polarizada?
¡Misericordia, misericordia!, sería la palabra base de su teología.
En muchos casos lo que dicen los cristianos es cierto, pero les falta la práctica de vida, el compromiso real con este discurso.
Jesús nos muestra un gran cristal con el que podemos verle: es aquel que nos dice que lo que hacemos por los más pequeños se refleja en su propio rostro.
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