El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Desde la conquista musulmana (711) hasta la reconquista por los reyes católicos (1492) la impronta árabe en Hispania es tan amplia como innegable. El terrorismo en nombre de Alá contraría esa influencia.
El dios de este siglo ataca desde el principio a las iglesias locales. Con su menú de tentaciones y mentiras busca corromper a los miembros del cuerpo de Cristo que son santificados por el Espíritu Santo.
La persona que se aleja de la Palabra de Dios pierde la guía del Espíritu Santo y niega a Jesucristo. Vive una religión a la medida de sí misma; esclavizada por su codicia, el sistema mundano y el diablo.
Aquellos que hemos creído en Jesucristo como nuestro salvador personal, estamos llamados a esa clase de madurez espiritual que nos permita tener los sentidos ejercitados para discernir el bien del mal.
‘Donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón’ afirmó Jesús. Dios Padre nos ama de tal manera que pone en nosotros su tesoro. No es por méritos humanos que el Hijo de Dios mora en nosotros.
Los móviles, los ipods, las tablets y los ordenadores van desplazando a los libros. Sirven para leer, pero se los usa más como distracción que para educación. Escribir sigue siendo un arte para pocos valientes.
Cuando el pecador ha recibido la nueva vida del Espíritu experimenta un cambio radical; se ha convertido en una nueva criatura. ¿A quién pertenece la salvación? ¿Puede un genuino cristiano dejar de serlo?
Desde mediados de los 60, se han estado proponiendo árboles evolutivos que pretendían reflejar cómo habían ocurrido las transformaciones entre las especies
Miles de judíos convertidos a Cristo en Jerusalén, celosos de guardar la Ley, acusaron a Pablo de enseñar a apostatar de Moisés. La iglesia ideó y puso en marcha un plan que generó un tremendo escándalo.
Nunca creamos saberlo todo. Siempre alguien nos sorprenderá usando un vocablo de nuestro lenguaje cotidiano al que imprime un significado diferente y hasta opuesto al original.
Las históricas divisiones se fortalecen en las visiones antropológicas de la naturaleza de Jesús y de la Biblia; reducen la Cristocéntrica Revelación de Dios a meras proposiciones ontológicas.
Síntesis histórica de Juan Crisóstomo Varetto acerca de quien sentó las bases de la Iglesia Católica Apostólica Romana y el monárquico Estado de Vaticano. Diferencia entre ‘iglesia’, ‘las iglesias’ e Iglesia.
La idea de que el nivel de diversidad genética de la especie humana excluye la historicidad de Adán y Eva puede ser fácilmente refutada.
Diocleciano inició la quema de las Escrituras. Hay falsos maestros que, simbólica y realmente, lo imitan 17 siglos después; y contribuyen a que “el camino de la verdad” sea blasfemado.
Para los historiadores no hubo emperador romano más cruel que Diocleciano. Su fiebre de poder le llevó a despreciar la vida humana para cumplir sus propósitos. La Historia se repite.
El nuevo nacimiento por obra del Espíritu confirma que la muerte y resurrección de Jesucristo nos libran de la segunda muerte. Pensar en ello nos hace anhelar el regreso del Señor.
Se atribuye a Teresa de Jesús la frase “Vivir se debe la vida de tal suerte que viva quede en la muerte”. ¿Viviríamos como lo hacemos cada día si supiésemos la fecha de nuestra muerte?
Hay iglesias que sufren por causa de la inestabilidad espiritual, emocional o social, tanto de miembros como de líderes. Los que nunca se van ¿son los únicos que se salvan?
No hay respaldo bíblico para que los cristianos nos escondamos y no demos testimonio de nuestra fe en Jesucristo en la sociedad imperfecta en la que vivimos.
No somos mejores que Adán y Eva porque, además de la inocencia, hemos ido perdiendo otras muchas cosas por el camino.
“Haz pues, mi querido Lucilio, lo que dices que tú mismo me dices que haces.” Séneca. “Consejos vendo y para mí no tengo.” Refrán popular
Se escribe por amor a los lectores o por otros intereses. Amamos a Dios o al dinero; amamos a la Palabra de Dios o a la nuestra. Nos guste o no reconocerlo, somos lo que escribimos.
Así como una letra cambia el significado de una palabra, las elucubraciones antropocéntricas de los que se creen sabios tuercen el Libro de Dios. Pero no pueden cambiar la revelación de Dios.
La verdad bíblica llama a analizar lo que escuchamos y leemos de los que hablan y escriben. Y también a pensar antes de hablar y escribir, pues seremos juzgados por nuestras palabras.
El libro se enfrenta con muchos enemigos. Tiene defensores, pero también detractores. Hasta en las propias iglesias cristianas se puede comprobar un creciente desapego de la Biblia.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.