El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Una crítica de la película La última sesión de Freud (2024).
La obra del neoyorquino Mark St. Germain es ahora llevada a la pantalla por Anthony Hopkins como Freud y Matthew Goode como Lewis.
La religión puede convertirse en una ilusión, en una especie de neurosis o de inmadurez mental, como señaló Freud, pero no tiene que ser necesariamente así.
Freud aprendió más de los grandes maestros de la literatura universal que de los grandes psicólogos. Entre estos maestros no pudo faltar Cervantes.
Los discípulos del Señor Jesús ya habían asumido la realidad de cierto “inconsciente” en su relación con el Maestro.
Existen mecanismos de defensa frente a la angustia que podemos clasificar en “normales” y “psicopatológicos”.
Lo maravilloso de ‘La sesión final de Freud’, que vuelve ahora a una pequeña sala de Madrid, es que presenta los argumentos de la fe, sin que resulten amenazadores.
No he visto nunca exponer con tanta claridad las ideas apologéticas de Lewis. Su compasión por un Freud va unida a una lucidez tal, que hace una de las presentaciones más brillantes de la fe cristiana que he visto sobre un escenario.
En ‘La sesión final de Freud’ (Teatro Español, Madrid) se produce un genial e insólito diálogo entre dos titanes del pensamiento del siglo XX.
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