El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Ser santo es ser inmensamente feliz, porque así es Dios. ¡Lo opuesto a la santidad es la amargura!
En la vida cristiana todos estamos en la aventura de la competición para luchar y ganar.
Existen varios factores, tanto dentro como fuera del control de la persona, que contribuyen a esa condición que cubre la vida como una nube oscura.
Dios se ha especializado en usar a personas fracasadas, a los que han caído, a los que piensan que su vida no tiene valor.
Independientemente de cómo llegue, la depresión puede afligir el alma como lo hacen pocas experiencias personales.
Deberíamos tener una papelera de reciclaje en nuestro corazón para borrar todo lo que nos ha hecho daño: amargura, envidia, orgullo, palabras que otros nos han dicho, situaciones que nos hicieron daño, odio, malos pensamientos…
No nos engañemos, todos necesitamos afianzar nuestra lealtad. Todos necesitamos aprender a ser más fieles cada momento de nuestra vida.
El dolor humano se acerca al sufrimiento de Dios hasta un punto difícil de entender. Contra lo que algunos piensan, Dios no es insensible a nuestro mal.
Puesto que fuimos hechos para vivir para el Dios que nos hizo, nada está en su sitio hasta que lo encontramos.
Había ganado la medalla de oro en los 100 metros de atletismo en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, pero la colocó en las manos de su padre cuando este fue enterrado en 1987.
Establecer fuentes de quietud y crear hábitos pacíficos nos da recursos maravillosos para lograr la paz interior.
A veces pienso que las personas se parecen al vino, los años hacen agrios a los malos y mejoran a los buenos.
En la nueva página se encuentran clips de vídeo realizados por el autor que sirven de introducción a cada uno de los capítulos del libro.
Cuando vivimos en paz resistimos el estrés inducido por nosotros mismos, pero esa paz crece con el estrés que produce Dios.
Tenemos que seguir renovando nuestro compromiso, decidir si queremos luchar, o simplemente ser espectadores.
Yo no sé qué “cara” te ha dado la vida, pero sí sé cual puede ser tu rostro ahora mismo.
Nos hacemos esclavos de expectativas que no se pueden satisfacer, que nos frustran.
Dios trabaja en nosotros cada día de nuestra vida. Déjale que lo haga, ¡es lo mejor que puede ocurrirte!
Dios te llama a volver a formar parte de su historia y a reconectarte con la redención y la restauración que corren a lo largo del drama.
Cuando dejamos que la envidia llegue a nuestro corazón, estamos perdidos. Somos incapaces de disfrutar con nada ni de ir a ningún lugar o hacer algo que merezca la pena.
Al diablo le encanta imitar, porque debido a su orgullo y a su envidia es completamente incapaz de crear algo bueno.
El autocontrol por sí solo no resuelve los problemas fundamentales de esta lucha.
A menudo, detrás de la idolatría de un hombre hay un conflicto basado en la duda de si Dios podrá ofrecerle algo mejor que lo que él puede encontrar en el mundo de la pornografía.
Nadie puede perdonar a otros si no ha aprendido primero a perdonarse a sí mismo.
La sociedad, las mujeres, las relaciones conyugales, y los usuarios individuales sufren consecuencias devastadoras.
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