El verdadero valor

Todos los años la revista Forbes anuncia cuales son los deportistas que más dinero ganan en todo el mundo. En este momento, el boxeador Floyd Marywather ocupa el primer lugar con más de cien millones de dólares al año. Le siguen Cristiano Ronaldo con 80 millones, Lebron James con 70 millones, Leo Messi con 65 millones, Kobe Bryant con 60 millones, Tiger Woods con 60 millones… ¿Y nosotros? ¿Nunca te has preguntado cuantos millones de dólares valemos nosotros?

¿Quién no ha soñado con ser uno de esos grandes deportistas que ganan millones? Déjame decirte que tu vales mucho más que eso, tu valor no medirse en millones de dólares. Esta noche, antes de acostarte (y si el tiempo meteorológico lo permite) mira a las estrellas, porque son parte de tu herencia ¡Sí! Dios es su dueño y Él es nuestro Padre; la Biblia dice que "A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre les dio el poder de ser hijos de Dios" (Juan 1: 12) y en otro lugar "Sí hijos, también herederos" ¿Nunca te habías dado cuenta de que vamos a heredar el Universo? ¿Nunca habías pensado que todo el dinero del mundo se quedará aquí un día, pero nuestra herencia nadie nos la puede quitar? ¡Herederos de la eternidad! Nada menos.

Dios no permite que tengamos un mal concepto de nosotros mismos. Es cierto que la mejor cualidad de un cristiano es la humildad, pero eso no quiere decir que pensemos que no valemos para nada. Ser humilde es depender única y exclusivamente de Dios en todas las situaciones y estar siempre dispuesto a aprender de Él, pero también significa reconocer que Dios nos ha creado de una manera diferente a cada uno ¡Dios nos ama, y lo que Él ama tiene mucho valor!

Él es nuestro Dios, no tenemos ningún derecho a creer que se ha equivocado al hacernos tal como somos. No podemos pensar: "Si hubiera nacido en otro lugar, en otra familia, en otra situación...”  Dios nos ha colocado aquí y ahora, porque admira lo que somos y lo que podemos llegar a ser. No es equivocado decir que Dios se alegra en nosotros y disfruta de nuestra presencia, como un padre y una madre disfrutan de cada uno de sus hijos.

Si eres un hijo o una hija de Dios, ¡Disfruta de lo que eres! Llevas contigo la imagen de tu Padre. Él es tu Dios, ¡El dueño del Universo!

Él te hará sonreír otra vez porque para Él, tu vales mucho. (salmo 43:5)