El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Las principales evidencias bíblicas de la resurrección de Jesús demuestran la falsedad de todas las teorías naturalistas inventadas por los escépticos a lo largo de la historia.
La Biblia presenta a un único Dios, frente al politeísmo primitivo mesopotámico, y afirma que el mundo tuvo un principio, en contra de la idea de eternidad de la materia acuosa que tenía esta religión.
Frente a tanta pluralidad ideológica y tanta creencia vana, debamos conocer bien en qué creemos los cristianos y por qué lo creemos.
A la doctrina de la inspiración no le afecta que el Pentateuco pudiese haber sido un extenso núcleo originario de Moisés transmitido durante generaciones siendo editado y cerrado siglos después.
Los divulgadores y la gente común continúan creyendo y enseñando principios, por medio de los libros de texto, que fueron descartados hace ya tiempo por los expertos en evolución.
La Fundación RZ se transforma en una nueva entidad establecida en España. El proyecto se centrará en iniciativas evangelísticas conversacionales y en la formación a través de un instituto.
Al abandonar la idea de un creador sabio, providente y misericordioso, la ciencia se ha vuelto impersonal, inhumana, injusta y se ha convertido a su vez en un auténtico ídolo.
Si todos pretendemos honestamente llegar a la verdad, todos acabaremos acercándonos al mismo lugar.
¿Acaso el raciocinio humano no puede ir de la mano de la esperanza teísta?
¿Somos solo primates avanzados? ¿Somos máquinas? ¿Somos almas confinadas a un cuerpo? ¿O somos quizá una combinación de estas tres cosas?
Creer que la tradición judeocristiana tiene la culpa es fácil para el ser humano de hoy que tiende a alejarse de las cuestiones religiosas. Ahora bien, ¿es acertada semejante acusación?
La moralidad requiere también algún punto de referencia objetivo y estable. Y ese punto de referencia es Dios.
Lo que resulta evidente a través de los escritos de Marx es que nunca se enfrentó seriamente con la concepción bíblica de Dios, de Jesucristo y del propio ser humano.
La religión puede convertirse en una ilusión, en una especie de neurosis o de inmadurez mental, como señaló Freud, pero no tiene que ser necesariamente así.
La grosera cosmovisión politeísta nada tiene que ver con el fino tejido monoteísta, sobrio y elegante, que envuelve toda la Escritura.
La idea de que el creador, después de haber realizado su obra, continúa preservando a sus criaturas y actuando en todo aquello que sucede en el mundo para dirigirlo hacia un determinado fin, está profundamente arraigada en la Biblia.
Dios no quiso crear máquinas parlantes sin sentimientos ni libre albedrío, sino que asumió el riesgo de formar personas libres para amar, odiar o pecar.
El ser humano puede, mediante el uso de su razón y por medio de una analogía, llegar al conocimiento y la certeza de la existencia del Dios creador.
La definición bíblica de omnipotencia divina es la de un poder ilimitado e infinito empleado para realizar su eterna voluntad.
Dios no puede cambiar. Lo que ocurre es que sólo se puede comunicar con el hombre hablándonos en términos humanos.
La Biblia relata la destrucción de la cultura cananea como consecuencia del juicio divino a causa de su abominable maldad.
Siempre que la Biblia se refiere a los celos de Dios lo hace en relación a la idolatría en que a veces cayó el pueblo elegido.
Jesús manifestó públicamente que él no necesitaba el testimonio de testigos, como los antiguos profetas de Israel, porque tenía autoridad divina.
El concepto de eternidad es ajeno a nuestra propia naturaleza material finita, de ahí la dificultad de entenderlo completamente.
Hay sobre todo cuatro objetivos o funciones principales que tradicionalmente han sido importantes en apologética.
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