El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
“Lo que en verdad soy corresponde a la gracia de Dios" (José Míguez Bonino)
Cristianos básicamente conservadores, reunidos alrededor del Seminario Fuller y Billy Graham, rompió con los fundamentalistas y rechazó ese título.
Dos fuerzas en el escenario teológico evangélico que enfrentaron el liberalismo en el siglo XX.
El fundamentalismo traía desde su nacimiento un virus mortal, que era el reduccionismo.
Aparecieron diversos movimientos y hasta denominaciones eclesiásticas que se llamaban evangélicos, que no estaban de acuerdo ni con los ortodoxos ni con los liberales.
La teología liberal viene marcada por el moderno rechazo de la autoridad, incluso la de la revelación divina, y por la "duda metodológica" del pensamiento cartesiano.
Frente al racionalismo escéptico su confesión de fe era "Ningún credo, sino sólo Cristo". Su fundador era Philip Jakob Spener.
A diferencia del pensamiento dinámico y fluido de los Reformadores, ahora se tendía a reducir la fe a un sistema cerrado y estático.
En Lutero encontramos una impresionante combinación de firme convicción junto con una humilde flexibilidad.
"Evangélico" es ahora un término contaminado, que tenemos que "descontaminar" si vamos a seguir llamándonos por ese honroso título.
La mentira y la muerte: eso define la esencia de los diabólico. Miente para poder matar, y mata para imponer sus mentiras. Su reino es un reino de falsedad y violencia.
En muchas formas, este relato corresponde a la triste experiencia de muchas madres latinoamericanas.
¿Qué puede haber más angustioso que creer en Dios pero sentir sólo su ausencia, nada de su presencia?
El texto dice que el dragón representa al diablo y el niño a Jesús. El significado simbólico de la mujer es más complicado y muy discutido.
Tras los sucesos de Bélgica y París, damos algunas pautas para responder a este interminable conflicto global.
Sin la resurrección de Cristo, se desintegraría el conjunto cristológico.
Ante una visión tan grandiosa, sólo podemos exclamar "¡Cuán grande es El!" y ¡cuán grande es nuestra salvación (Heb 2.3)!
La meta de la salvación, y por ende de la misión, es la nueva creación que anticipan los profetas hebreos y que anuncia el N.T.
Es muy importante recordar que el Espíritu de Pentecostés es el mismo Espíritu de los profetas de tiempos antiguos. Ni hay otro Espíritu, ni se ha cambiado el Espíritu de Dios.
Evangelizar no es ofrecer una experiencia de liberación de sentimientos de culpa, como si Cristo fuese un superpsiquiatra sino proclamar a Jesucristo como Señor y Salvador.
Sólo el mensaje de la cruz nos puede salvar de caer en una evangelización egoísta, o en el "culto a la personalidad" de nuestros televangelistas-
La encarnación del Verbo nos propone un modelo indispensable para una misionología integral.
Una pequeña frase repetida dos veces en I Cor 15 inserta todo el mensaje del AT con la cruz y la resurrección. Dice Pablo que tienen que entenderse "según las escrituras".
El NT no restringe la visión de "misión integral" del AT sino, al contrario, la amplía más, incluyendo su transformación en misión centrífuga.
El primero de quien leemos que Dios le envió, y por eso el primer "misionero" de la Biblia, es José.
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