El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El secreto de la mansedumbre es la relación diaria con el Señor a través de la oración franca.
¿Puede considerarse científica la idea de que el universo y la vida fueron diseñados por un creador inteligente? Un fragmento de “Nuevo ateísmo”, de Antonio Cruz (CLIE, noviembre 2015).
Dios es capaz de sacarnos de ese otro mar amargo de las tribulaciones humanas, en el que a veces nos metemos nosotros solos, para hacernos descansar en lugares tranquilos y espaciosos.
Humildad y mansedumbre son dos términos que no gozan de demasiado prestigio en plena era de la globalización.
El hecho de que podamos descargar nuestras inquietudes en Dios, no significa acomodarse en la vida y no hacer nada.
La perspectiva de la finitud de la vida humana es la principal responsable de la angustia vital que caracteriza a toda persona en lo más profundo de su alma.
Aunque nos duela reconocerlo, toda la creación gime a una y está con dolores de parto debido a la intervención poco inteligente del ser humano.
¿Cómo vivimos los cristianos este dolor espiritual por el mundo? ¿Será quizás que no influimos más en la sociedad porque nuestra vida no es como debiera ser?
¿Dónde nos alimentamos nosotros los creyentes? ¿Nos nutrimos de la Palabra de Dios o preferimos otro tipo de menús?
La verdadera Iglesia de Jesucristo está siempre preocupada y sufre por la maldad del mundo, vive acongojada ante el dolor que causa tanto pecado y tanta rebeldía a Dios.
El ser humano no es el único que manifiesta recelos ante el extranjero. Algunos animales son claramente xenófobos.
Es triste tener que reconocer que en ciertos ámbitos evangélicos se detecta un grave déficit solidario hacia los numerosos problemas de injusticia social que existen en nuestro mundo global.
La selección natural y las mutaciones aleatorias no podrán nunca sustituir la necesidad de un Dios Creador.
La teología de la prosperidad se nos revela como una idolatría religiosa que rebaja a Dios y a Jesucristo para ensalzar al hombre y lo diabólico.
Las zarigüeyas poseen el sorprendente hábito de “hacerse las muertas” cuando se asustan o están en peligro.
La pobreza sigue siendo un mal contra el que hay que enfrentarse y procurar erradicar.
A pesar de tal aislamiento, las focas no han perdido la sensibilidad ni la capacidad para hacerse caricias, como muestra esta pareja (Phoca vitulina) que sorprendí en el Zoo de Barcelona.
Una persona es pobre en espíritu cuando no se considera autosuficiente sino que sabe reconocer su necesidad de los demás para vivir.
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía” (Salmo 42:1). Algunas versiones de la Biblia hablan de “cierva” o “gacela”, ya que el verbo de esta oración está en femenino
Las bienaventuranzas se oponen a casi todos los valores convencionales del mundo antiguo, tanto del judío como del griego o el romano, pero también de la sociedad occidental contemporánea.
Hay olores que para nosotros suelen ser muy desagradables y, sin embargo, algunos organismos se valen de ellos con el fin de perpetuar su especie.
Si, como decimos, bienaventurado equivale a feliz podemos preguntarnos: ¿somos los cristianos conscientes de nuestra felicidad?
A veces, los cristianos nos parecemos a estos faisanes. Nos acostumbramos a la contaminación, no sólo de la carne sino también del espíritu.
No existe otro pasaje de la Escritura que haya sido tan escudriñado como éste y haya marcado tanto las diversas corrientes teológicas dentro del cristianismo a lo largo de la historia.
¿Cómo logra un ser tan frágil y vistoso sobrevivir siquiera un segundo entre los depredadores voraces? Pues porque la llamativa coloración que exhibe constituye una alerta de su gran toxicidad para el resto de los animales.
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