Lo rescatable, dicen algunos, de ese Concilio fue la discusión cristológica que derivó en la redacción de un Credo importante que se estableció como norma de las iglesias de la época. Pero el precio que debió pagarse fue la entrega total de la vida de la iglesia a los vaivenes y conveniencia de los emperadores.
Nicea (325) fue el primer concilio ecuménico de la Iglesia. Fue convocado por el emperador Constantino que sería saludado por los obispos como el decimotercer apóstol. Los intereses imperiales exigían la unidad de la Iglesia en el aspecto dogmático, a fin de que ésta, como organizaci6n ecuménica uniforme. pudiera garantizar la integración religiosa del imperio, compuesto por tantas naciones. Los intereses eclesiales por la ortodoxia en la doctrina y en-la liturgia y por la eliminación de la herejía corrían paralelos a los intereses imperiales por una religión homogénea en todo el imperio. La lucha por la ortodoxia cristológica se combinó con la lucha por la Iglesia imperial.[1]
Jürgen Moltmann
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Ahora que continúa el furor mediático por la asunción del nuevo obispo de Roma, la coincidencia con el aniversario 1700 de los inicios del Concilio de Nicea está llenando muchas páginas de sitios y plataformas especializados que destacan la importancia de esta conmemoración para la iglesia universal. Varias actividades notables se están realizando a propósito de esa fecha, entre ellas tres que ha señalado oportunamente el Consejo Mundial de Iglesias (CMI): la primera, celebrada por las iglesias ortodoxas en el Teatro St. Anba Rewis de la Catedral Ortodoxa Copta de Abbassiya, bajo el lema: “Unánimes y de un mismo sentir” (Filipenses 2.2). El programa incluyó una serie de himnos y segmentos documentales. “Previamente al evento, Su Santidad el Papa Tawadros II recibió a Su Santidad Mor Ignatius Aphrem II, Patriarca de Antioquía y de Todo el Oriente de la Iglesia Ortodoxa Siria, y a Su Santidad el Catholicós Aram I, Catholicós de la Iglesia Ortodoxa Armenia de la Gran Casa de Cilicia (Líbano), en la Residencia Papal en El Cairo”.[2]
También participaron otros dirigentes eclesiásticos: el Patriarca Teodoro II de Alejandría y de Toda África de la Iglesia Ortodoxa Griega; el Obispo Samy Fawzy de la Iglesia Anglicana en Egipto, África del Norte y el Cuerno de África; y el Rev. Dr. Andrea Zaki, presidente de la Iglesia Evangélica en Egipto. Estuvieron representantes de diversas iglesias de Egipto y Oriente Medio, junto con funcionarios del Consejo de Iglesias de Oriente Medio y del Consejo de Iglesias de Egipto, y el embajador de Venezuela en Egipto. Los patriarcas, líderes de las iglesias y representantes se reunieron en el patio de la catedral, donde escucharon la actuación de varios grupos corales en la escalinata de la catedral, precedida por un desfile.
[photo_footer]Celebración de las iglesias ortodoxas.[/photo_footer]
Los tres patriarcas ortodoxos orientales ofrecieron una conferencia de prensa conjunta antes de dirigirse al Teatro Anba Rewis para dar comienzo a la celebración principal. El evento incluyó la actuación del Coro de la Cosecha de la Iglesia de San Jorge en El-Manial, El Cairo, himnos sirio-ortodoxos por parte del coro de la Iglesia sirio-ortodoxa de la Virgen María en El Cairo; y cantos interpretados por los metropolitanos de la Iglesia armenia. El acto incluyó la presencia de dos documentales: El Concilio de Nicea, del convento de San Jorge Mártir en el Viejo Cairo, y Guardianes de la fe, producido por el Centro de Medios de la Iglesia Copta. En su discurso, el Patriarca Griego Ortodoxo de Alejandría “expresó su amor y unidad, anunciando que su iglesia dedicará el año 2025 a honrar a San Atanasio el Apostólico en conmemoración de los 17 siglos transcurridos desde el Concilio de Nicea”.[3] La velada concluyó con unas palabras de agradecimiento y reconocimiento del Papa Tawadros II.
El segundo evento se realizó del 14 al 17 de mayo en Bucarest organizado por la Iglesia Ortodoxa Rumana en la Facultad de Teología Ortodoxa “Justiniano el Patriarca” de la Universidad de esa ciudad. El evento “no es solo una ocasión para recordar un acontecimiento histórico crucial en la historia del cristianismo”, afirmó el Patriarca Daniel de Rumania en su discurso inaugural. Para él el evento es también “una ocasión para profundizar en un acto de conciencia eclesial y responsabilidad dogmática ante la herejía arriana, mediante el cual la Iglesia, en comunión, ha formulado y confesado solemnemente la fe apostólica de la Iglesia”.[4] “En una época en la que la unidad de la fe se ve a menudo puesta a prueba por las múltiples ideologías del mundo contemporáneo, por el secularismo agresivo y por el relativismo moral cada vez más dominante, un conocimiento profundo de las fuentes del pensamiento patrístico y de los grandes acontecimientos de la historia del cristianismo que han afirmado con fuerza y autoridad sinodal la verdad salvífica del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo es una necesidad teológica permanente y un deber pastoral y misionero para todos los ministros de la Iglesia, a fin de guiar a los fieles por el camino de la salvación”, añadió.
[photo_footer]Simposio en Turquía.[/photo_footer]
Por su parte, Ciprian Vasile Olinici, secretario de Estado para Asuntos Religiosos afirmó: “Unir el Evangelio y la filosofía, la regla del amor y los principios del derecho romano, la organización comunitaria y la integración en la sofisticada cultura romana son logros fundamentales del Primer Concilio Ecuménico que moldeó decisivamente el rostro de la fe cristiana”.
En el simposio se recibió un mensaje del Papa Prevost a través del secretario del cardenal Pietro Parolin: “Este aniversario del Primer Concilio Ecuménico es, para todos los cristianos, una oportunidad para reafirmar su fe común en la divinidad salvífica del Señor Jesucristo, Hijo de Dios, consustancial con el Padre. Es también una ocasión para redescubrir la sinodalidad inaugurada a nivel universal por el Concilio de Nicea, sinodalidad que siempre ha sido el camino indicado por el Espíritu Santo para que la Iglesia exprese y profundice la unidad. Como sugiere el título de la conferencia, la fe cristológica definida por el Concilio de Nicea es el fundamento de la unidad de la Iglesia y, para todos los cristianos, es un llamado a recuperar la plena comunión visible, según el Padre Nuestro: ‘Que todos sean uno’”.[5]
El Prof. Dr. Marin Preda, rector de la Universidad de Bucarest, destacó que el evento “ofrece un marco para la reflexión y el diálogo interdisciplinario, reuniendo a personalidades del ámbito académico, eclesiástico y cultural en un esfuerzo común por redescubrir el profundo significado de este momento fundacional no solo de la religión cristiana, sino también de la cultura común europea y global”.
El tercer evento, organizado por la Santa Metrópoli de Pisidia con el apoyo de la Asociación Internacional Corpus tuvo lugar en Antalya, Turquía, los días 6 y 7 de mayo bajo el título “Recomenzando desde Nicea: la importancia de la encarnación en la teología contemporánea”. La apertura estuvo a cargo del patriarca ecuménico Bartolomé, “quien enfatizó, por un lado, que ‘hablar de Dios —teologizar— es una tarea arriesgada’ y, por otro, recordó que ‘el espíritu de Nicea debe reavivar el mensaje cristiano’”.[6] La conferencia reunió a 25 ponentes de 11 países, académicos y pastores, profesores y jóvenes investigadores provenientes de diferentes iglesias. Se debatió sobre la relevancia de la encarnación de Dios para la teología cristiana contemporánea en ocho paneles temáticos. También se enfatizó “la necesidad de ampliar el diálogo teológico entre la Iglesia Ortodoxa y la Iglesia Católica Romana, así como con otras iglesias cristianas, recordando que el Concilio de Nicea fue un concilio de unidad cristiana”.
[photo_footer]El Concilio de Nicea, en la Capilla sixtina.[/photo_footer]
El CMI abrió un micrositio para recordar el suceso y anunciar las diversas conmemoraciones. Asimismo, realizó una conferencia en noviembre de 2024[7] y llevará a cabo otras actividades durante este año: el 27 de mayo, un webinar denominado: “Conectando Oriente y Occidente: Declaración conjunta sobre el Filioque”; el 1 de junio las “Vísperas Ecuménicas en conmemoración de los 1700 años del Credo de Nicea”, en el Berner Münster de Berna, Suiza; y del 24 al 28 de octubre la Sexta Conferencia Mundial de Fe y Constitución con el tema “¿Hacia dónde se dirige ahora la unidad visible?”.
Otros de eventos destacables han sido el de París, 20-21 de marzo, por parte del Instituto de Teología Protestante,[8] y los organizados en Suecia, Países Bajos y Friburgo, entre varios más. El número 75.2 de la revista The Ecumenical Review está dedicado íntegramente a este aniversario y pueden descargarse algunos de los artículos (“The Creed of Nicaea: Old questions, new answers”, de Wolfram Kinzig, y “Light from light’: A Nicene phrase and its use in the Early Church‘”, de Maria Munkholt Christensen).[9] También desde el ámbito católico romano se ha destacado la relevancia de este acontecimiento en varios espacios, señaladamente en Vatican News y en la revista La Civiltà Cattolica, que le han dedicado varios artículos.[10] Y en algunos medios “seculares” la noticia del aniversario también han generado notas interesantes.[11]
Convocado por el emperador romano Constantino, quien estaba enormemente preocupado por las divisiones teológicas, desde entonces se impuso el estilo del imperio de turno sobre las comunidades de fe. Debido a ello, hoy se denomina “constantinismo” a la frecuente tentación de mantener el maridaje entre las iglesias y los Estados o regímenes políticos. Mucho trabajo le ha costado a las diversas iglesias no ceder el terreno de lo eminentemente espiritual para estar al servicio de los intereses ideológicos de los gobiernos.
Ahora, al recordar las célebres disputas doctrinales que ocasionaron exilios, excomuniones y cismas, bien vendría a las cúpulas cristianas confesar abiertamente la sumisión que han exhibido ante los poderes terrenales. Aunque debe reconocerse también que nunca han faltado voces como las de los movimientos anabautistas del siglo XVI y posteriormente que denunciaron constantemente esas alianzas contra natura.
Una y otra vez estos grupos radicales se pronunciaron en contra de sumar los intereses espirituales a los políticos en perjuicio de la sana proclamación del Evangelio. Y también, una y otra vez, sus protestas fueron desoídas por las jerarquías enquistadas en los espacios de toma de decisión. Nicea fue apenas el principio de largos procesos de desviación de la Cristiandad para ponerse al servicio de otros proyectos ajenos a su naturaleza y misión.
Lo rescatable, dicen algunos, de ese Concilio fue la discusión cristológica (que condenó a los arrianos al exilio y el ostracismo) que derivó en la redacción de un Credo importante que se estableció como norma de las iglesias de la época. Pero el precio que debió pagarse fue la entrega total de la vida de la iglesia a los vaivenes y conveniencia de los emperadores. Después vendría la pluralización de imperios locales que también controlarían la existencia de las iglesias adaptándolas a sus planes para hacerlas instituciones funcionales al servicio de sus designios.
El historiador Ludwig Hertling, al referir lo sucedido en Nicea resume así la ambigüedad de elementos implicados como fruto de su balance del Concilio:
El concilio de Nicea produjo una profunda impresión en toda la Iglesia. No porque no hubiera habido ya antes grandes concentraciones de obispos, ni porque fuera la primera vez que se condenaba una herejía, pero que fuera el propio emperador quien convocara el sínodo, que pusiera la posta imperial a disposición de los obispos para facilitarles el viaje, que asistiera personalmente a las sesiones, honrara a los padres con toda clase de pruebas de respeto y empeñara su propia persona para conservar la pureza de la fe, todo esto parecía casi increíble a los cristianos, que como quien dice acababan de salir de la más sangrienta de todas las persecuciones. Entre los obispos asistentes al concilio, había muchos que aún ostentaban en su cuerpo las cicatrices de los tormentos.[12]
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Y concluye:
El giro de los acontecimientos había sido demasiado radical, para que todas sus consecuencias pudieran ser favorables a la Iglesia. Los obispos, sobre todo en Oriente, donde se veían las cosas más de cerca, sintieron desde entonces una devoción sin límites hacia el emperador, concediéndole en todos los asuntos eclesiásticos una confianza que pasaba ya de lo razonable. Sin embargo, Constantino no deseaba regentar la Iglesia; era demasiado alta la opinión que de ella tenía. Lo único que quería era actuar como su bienhechor. Pero en la práctica vino a convertirse en el creador de aquella curiosa situación que se conoce con el nombre de cesaropapismo y que, bajo los sucesores de Constantino, había de inferir a la Iglesia daños apenas inferiores a los provocados por las más duras persecuciones de los emperadores anteriores.[13]
Notas
[1] J. Moltmann, El camino de Jesucristo. Salamanca. Ediciones Sígueme, 1993, pp. 85-86.
[2] “Oriental Orthodox churches in the Middle East celebrate 17 centuries since Council of Nicaea”, en World Council of Churches, 21 de mayo de 2025. Versión propia.
[3] Ídem.
[4] “International symposium on Nicaea takes place in Bucharest”, en Consejo Mundial de Iglesias, 16 de mayo de 2025.
[5] Ídem.
[6] “Nicaea conferences bring forth relevance to contemporary theology”, en Consejo Mundial de Iglesias, 21 de mayo de 2025.
[7] “Towards Nicaea 2025: Exploring the Council’s Ecumenical Significance Today”, en Consejo Mundial de Iglesias.
[8] “Paris conference looks to significance of Nicaea for faith today”, en Consejo Mundial de Iglesias, 26 de marzo de 2025.
[9] “The Ecumenical Review looks to 2025 anniversary of the Council of Nicaea”, en Consejo Mundial de Iglesias, 8 de agosto de 2023.
[10] Cf. “El Credo de Nicea, documento de identidad del cristiano”, en Vatican News; Federico Piana, “Nicea, presentado documento para el 1700 aniversario del primer Concilio Ecuménico”, en Vatican News; Henryk Pietras, “Los 1700 años del Concilio de Nicea: Contexto histórico, convocación y principales decisiones”, en La Cività Cattolica, 9 de mayo de 2025.
[11] Cf. “A 1 700 años del Concilio de Nicea, un hito en la historia que cambió la doctrina cristiana en tiempos del Imperio Romano”, Infobae, 20 de mayo de 2025; José María Ballester Esquivias, “El día que el cristianismo selló su unidad: 1.700 años del Concilio de Nicea”, en El Debate, 20 de mayo de 2025; “Se cumplen 1 700 años del Concilio de Nicea, donde surgió el Credo Niceno-Constantinopolitano”, en El Informador, Colombia, 21 de mayo de 2025.
[12] L. Hertling, “El Concilio de Nicea”, en Historia de la iglesia. Barcelona, Herder, 1984, p. 95.
[13] Ídem.
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