El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Lo rescatable, dicen algunos, de ese Concilio fue la discusión cristológica que derivó en la redacción de un Credo importante que se estableció como norma de las iglesias de la época. Pero el precio que debió pagarse fue la entrega total de la vida de la iglesia a los vaivenes y conveniencia de los emperadores.
El libro Nosotros creemos. Comentario interconfesional al “Credo” del Concilio de Nicea, en el que participan varios autores evangélicos, se presenta este miércoles 7 de mayo en Barcelona.
En Nicea tenemos, siempre en mi opinión, el primer gran modelo de ejercicio y composición del poder terreno, usando medios imperiales y eclesiásticos: el trono y el altar, que tanto juego ha dado.
José Moreno Berrocal explica la controversia que resolvió este concilio hace 1700 años: “Nuestro señor Jesucristo no es como Dios, no es de Dios, sino que es Dios”.
¡Yo soy de Cefas, yo soy de Apolo!, se dice en la carta a los Corintios. Pero Pablo dice que todos somos de Jesús. Por Javier Domínguez Angulo
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