La naturaleza sigue ganando enteros en la gran pantalla, y lo hace a través de propuestas bien variadas y originales, cabe reconocer. Desde ficciones que utilizan simplemente planos de paisajes introduciendo elementos escultóricos, como la apocalíptica Last and first men, hasta la reconstrucción de una improvisada relación de amistad con un pulpo que ganó el Óscar al mejor largometraje documental en 2021. 

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Bien sea por una marcada influencia del movimiento ecologista y el auge del debate sobre la crisis climático, o por ese regreso a la contemplación de lo natural desde determinados planteamientos filosóficos o, incluso, religiosos, el cine está llevando al planeta a una posición más allá de la de mero escenario.

Otra propuesta digna de mención es El leopardo de las nieves, de los franceses Vincent Munier y Marie Amiguet. El largometraje, presentado en Cannes en 2021, sigue al propio Munier, uno de los fotógrafos de naturaleza más reconocidos en el mundo, en su viaje por las montañas tibetanas para retratar al leopardo de las nieves. Una criatura difícil de avistar y que en la película representa, de forma metafórica, a todas esas especies y esa naturaleza que se ve amenazadas por el proceso de crisis climática. 

Junto a ellos viaja Sylvain Tesson, un escritor que después del viaje publicó un libro con el mismo título (en francés, La panthère des nieges), editado en España por Taurus, y en el que reflexiona desde una perspectiva contemplativa sobre su viaje, la soledad, el tiempo y la espera, y el valor de la naturaleza.

[photo_footer]La película, que dirigen el propio Munier y Marie Amiguet recoge parte de la experiencia que Tesson plasmó en su libro homónimo. / Fotograma del documental, Filmin.[/photo_footer]

Una contemplación

El largometraje es como una poesía enmarcada entre grandes espacios de contemplación de la naturaleza. El poeta (Tesson) se cansa del camino, detiene su paso y observa lo que está a su alrededor, mientras su amigo Munier parece exento de toda inclemencia climática, hambre o cansancio. Según el documental, parece que es en esos momentos en los que Tesson escribe lo que luego dará lugar a su libro con el mismo título que el documental.

Todo queda recogido en el prisma de la contemplación. Él describe cómo llega allí con prisas y dudas, y se encuentra con una realidad que, al ser contemplada, lo abruma y consuela al mismo tiempo, llevándole a experimentar otra dimensión del tiempo y del espacio. “La contemplación de los animales nos proyecto a nuestro reflejo invertido. Los animales encarnan la voluptuosidad, la libertad, la autonomía: aquello a lo que hemos renunciado”, dice un Tesson que, en algún momento de su narrativa se refiere a un “creador”.

Lo cierto es que Tesson sabe transmitir la admiración que le causa su experiencia, y engancha al espectador en un sentimiento simultáneo. La búsqueda del leopardo de las nieves se convierte ya no tanto en una empresa personal, sino en una cuestión compartida. Como si fuese algo que esta humanidad, sumida en el principio del caos ambiental, necesitara y mereciese.

[photo_footer]En la Biblia, la contemplación no es una experiencia mística, sino que da lugar a la quietud, la vivencia de la paz en completa confianza ante la presencia de Dios. / Fotograma del documental, Filmin.[/photo_footer]

Varios elementos acompañan a la búsqueda del leopardo. Por un lado está lo insondable de la belleza. Y eso es un rasgo característico de una creación que, tal y como dice Génesis 1:31, fue considerada “buena en gran manera” por el Creador desde el principio. Pero también esta la soledad de la yerma montaña. El hecho en sí de descubrirnos como extraños ante la mirada de los animales que ya poblaban las praderas antes de nuestras excursiones para fotografiarlos y observarlos. “Lo imprevisto nunca viene a nuestro encuentro, hay que acecharlo en todas partes”. Así justifican Munier y Tesson su viaje hacia la desolada y fría belleza de ese mundo en el que la huella humana todavía sigue siendo testimonial. 

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Quietud

Siendo honestos, la propuesta de la contemplación que evocan autores como Tesson contiene cierta mística, en parte heredada e influenciada por determinadas cosmovisiones religiosas de oriente, y también por algunas corrientes dentro de la filosofía posmodernista. Permea la presencia de la Deep Ecology en el imaginario colectivo, mientras algunos sectores cristianos lo reducirían todo a cenizas y fuego, en un pragmatismo simplista y que tiene por fundamento la influencia del dualismo neoplatónico (solo le espiritual es digno y provechoso).

[destacate]Desde la perspectiva del Creador que se da a conocer y salva, el leopardo de las nieves es una muestra más de la providencia que aplica a su creación.[/destacate]La Biblia nos ofrece una idea que va más allá de esa contemplación indefinida y de ese simplismo injustificado. Pienso en la quietud. Esto es algo mucho más profundo que un ‘inmovilismo’ místico y que una simplicidad reduccionista. Es la promesa futura del Señor a su pueblo (Isaías 33:20), como un lugar en el que encontrarse y “morar”. 

La misma quietud acompaña a la confianza en la promesa de salvación (Isaías 30:15), como perdurable, algo en lo que depositar la esperanza a buen recaudo. Y el salmista (46:10) se refiere a ella como la manera en la que conocer al Dios Creador.

Si a algunos, el avistamiento de un leopardo de las nieves les lleva a considerar la filosofía del tiempo, analizando su ritmo de vida y maravillándose de lo recóndito de la tierra, desde la perspectiva del Creador que se da a conocer y salva, es una muestra más de la providencia que aplica a su creación y con la que sostiene las condiciones necesarias para la vida. Y esto, dice la Biblia trae quietud. La quietud vivida desde la belleza, en completa paz y perfecta confianza.

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[title]Por un año más[/title]

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