Todos los ejemplares de una bandada vuelan a la misma velocidad ya que parecen comunicarse entre sí mediante el ruido que generan.
El estornino común (Sturnus vulgaris) es un pájaro que mide aproximadamente un palmo de longitud y posee un plumaje oscuro característico.
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El negro iridiscente de sus plumas posee un brillo púrpura o verdoso, que en invierno se muestra salpicado de pequeñas espiguillas blancas.
El pico es negro durante la estación fría pero a medida que se acerca la primavera se va volviendo amarillo, mientras que las patas siempre son rojizas.
Su canto es variado y poco musical aunque es capaz de imitar los sonidos frecuentes del entorno en que vive. Es original de Europa y Asia pero posteriormente se ha introducido también en América, Australia, Sudáfrica y otros lugares.
Como la dieta de los estorninos es omnívora, se alimentan de una amplia gama de animales invertebrados y asimismo de frutas o semillas. Al formar grandes bandadas, pueden ser muy beneficiosos para la agricultura puesto que consumen aquellos insectos que constituyen plagas.
Sin embargo, a la vez, ellos mismos son susceptibles de convertirse en plaga cuando atacan los cultivos humanos.
Precisamente una característica notable de estas aves proviene de su gran instinto gregario ya que, durante los meses invernales, forman inmensos grupos que vuelan al unísono, generando sinuosas nubes durante los atardeceres.
Se trata sin duda de uno de los espectáculos más fascinantes de la naturaleza, al que los angloparlantes denominan “murmuration”. Este término no se refiere a hablar mal del prójimo -tal como lo concebimos en español- sino al curioso comportamiento de los estorninos y otras aves de volar juntas en bandadas que cambian de dirección bruscamente de manera sincronizada.
Las coreografías aéreas son tan extraordinarias e inesperadas que parecen servirles para despistar a sus depredadores.
Algunos estudiosos del comportamiento animal, así como físicos teóricos e informáticos, vienen estudiando desde hace años el fascinante vuelo sincronizado de los estorninos.
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Hasta ahora, se ha descubierto que todos los ejemplares de una bandada vuelan a la misma velocidad ya que parecen comunicarse entre sí mediante el ruido que generan.
También la intensidad de luz puede tener su importancia pues cada individuo tiende a seguir las formas oscuras generadas por las sombras de sus compañeros y evitar las regiones más claras por donde entra la luz.
Además, se ha podido comprobar que cada estornino adapta la dirección y velocidad de su vuelo a la de sus siete compañeros más próximos.
Esta capacidad perceptiva espacial, relacionada con el número siete, hace posible que ante cualquier amenaza de una rapaz imprevista, cada ave se comunique rápidamente con las siete más cercanas y cada una de ellas con otras siete y así sucesivamente hasta cambiar el rumbo de toda la bandada y evitar el peligro.
¿Por qué actúan así los estorninos? Hasta ahora, las posibles explicaciones se basaban en evitar o reducir el peligro de la depredación por parte de aguiluchos, halcones o gavilanes, a quienes de esta manera, al congregarse miles de estorninos en poco espacio, se les dificultaba centrarse en uno solo ejemplar para cazarlo.
Se trata de la llamada hipótesis de “juntos más seguros”. Otra posible explicación sería que las aves se congregaban en los dormideros para permanecer juntas y conservar mejor el calor. La hipótesis de ”juntos más calientes”.
Pues bien, en un trabajo científico llevado a cabo en el Reino Unido y en 23 países más, en el que se analizaron más de 3 000 bandadas de estorninos, se llegó a la conclusión de que la primera hipótesis (“juntos más seguros”) tenía más posibilidades de ser la correcta. [1]
No obstante, la cuestión que todavía permanece sin respuesta es cómo pudo lograr la selección natural no dirigida este comportamiento de los estorninos.
Atribuir el origen de tales bandadas a una mayor supervivencia requiere en primer lugar que existan las bandadas, pues cómo experimentar de otra manera que éstas aumentan la supervivencia de los estorninos. Lo cual genera un argumento circular.
El darwinismo intenta eludir este problema de circularidad invocando la supuesta “cooptación”. Es decir, quizás los antepasados de los actuales estorninos se congregaron con alguna otra finalidad y descubrieron por casualidad que al volar juntos no sufrían tantas bajas.
Sin embargo, no está claro cuál pudo ser esta otra finalidad que les hizo gastar tanto tiempo y recursos energéticos en sus migraciones diarias y en sus bellas “murmuraciones” vespertinas. De cualquier manera, a esa hipotética finalidad también podrían hacérsele las mismas críticas de circularidad.
Este curioso comportamiento para evitar a los depredadores parece todo un derroche de energía frente a otras posibles reacciones que serían más sencillas, como el camuflaje o la simple dispersión.
Además, ¿cómo es posible que aves rapaces como los halcones o los aguiluchos hayan sido engañados durante millones de años por esta estrategia de los estorninos y no hayan sido capaces de desarrollar a su vez otras maneras de cazarlos, tal como hacen por ejemplo los delfines, atunes y tiburones con los bancos de arenques?
Es evidente que el vuelo sincronizado de miles de aves tiene ventajas sobre el vuelo de individuos aislados. Esto es algo que también descubrieron los pilotos de cazas de combate.
Volar en formación aumenta el número de ojos vigilantes que identifican posibles obstáculos o enemigos. Los ingenieros humanos probaron varios tipos de vuelos en formación hasta descubrir los más eficaces para sobrevivir en las batallas aéreas y, por supuesto, esto requirió previsión e inteligencia frente a una necesidad concreta.
Por otro lado, es posible que los estorninos posean algún componente genético en su ADN que les haga actuar así. De hecho, vuelan en bandadas al unísono en cualquier parte del mundo donde se encuentren, mientras que otras especies de aves no lo hacen.
Estos pájaros están programados para volar largas distancias, congregarse en enormes bandadas antes de su descanso diario, navegar por el aire, percibir a las aves de su alrededor e interactuar con ellas y quizás muchas otras cosas que todavía desconocemos.
Lo cual indica que dicho mecanismo genético parece anticipar la necesidad de supervivencia que se consigue por medio de estos vuelos sincronizados.
Sin embargo, la evolución darwinista es ciega por definición e incapaz de anticipar el futuro, mientras que -según es sabido- la inteligencia sí resulta adecuada para generar tales soluciones.
Tomar decisiones para cambiar de rumbo en una fracción de segundo, en pleno vuelo y cuando se está rodeado por miles de aves, requiere que cada individuo posea un hardware y un software de navegación aérea exquisitamente precisos y programados de antemano para interactuar con sus congéneres.
A mi modo de ver, la inteligencia debió estar implicada en el origen de semejante comportamiento. Esa inteligencia, sabiduría, poder y consejo que -según Job- caracterizan al Creador de todas las cosas (Job 12:13).
1. Goodenough, A. E., Little, N., Carpenter, W. S. & Hart, A. G., 2017,Final del formulario Birds of a feather flock together: Insights into starling murmuration behaviour revealed using citizen science, PLOS ONE, https://doi.org/10.1371/journal.pone.0179277
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