Debemos aprender a valorar esas formas de expresar el evangelio que, sin comprometer la verdad esencial acerca de Cristo, pueden no corresponderse con nuestro estilo. El gusto no es suficiente para cuestionar la sinceridad.
La semana pasada comenzamos a reflexionar sobre The Chosen, el fenómeno evangelístico audiovisual que han creado Dallas Jenkins y Angel Studios con voluntad de alcance global, y que plantea una representación de la historia de los cuatro evangelios a caballo entre la dramatización y el humor.
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La serie pretende competir al nivel de las grandes plataformas de streaming de la actualidad, por lo que se permite presentar una “lectura” del evangelio adaptada desde la cultura occidental. Parece que la relación de Jesús con sus discípulos y el resto de la gente se basa más en una aproximación a nuestras formas y maneras sociales, en general, que no a las de la época.
Como ya dije en el artículo anterior, el ‘Jesús’ de The Chosen parece diseñado para conectar con el público occidental del siglo XXI, declarándose, por ejemplo, fan del queso de cabra o bromeando sobre la cojera de un tipo que llevaba años en esa situación. Esto no es simplemente vulnerabilidad y humildad, sino toda una interpretación cultural del personaje que, en su esfuerzo por acercarlo al momento presente, acaba asimilándolo por completo a la actualidad y apela, sobre todo, al elemento emocional.
Ahora bien, el hecho de reconocer estos defectos (por cierto, muy habituales en cualquier representación de Jesús), no debe llevarnos a caer en un cinismo que nos ciegue ante el valor positivo que puede tener una iniciativa como esta.
[photo_footer]El 'Jesús' que plantea The Chosen está cargado de matices culturales occidentales. / Fotograma de la serie, Angel Studios.[/photo_footer]
De The Chosen hay que destacar en especial su carácter sencillo. Es irritante cuando uno se encuentra con una serie o una película que se presenta con unas aspiraciones determinadas y luego no resulta, ni de lejos, según lo esperado. No ocurre esto con la serie de Jenkins.
Sin renunciar a crear un producto audiovisual de calidad técnica, a la altura de los de las grandes plataformas, se presenta con un carácter sencillo que la lleva a conectar fácilmente con el espectador. Su reparto está formado por desconocidos, en su gran mayoría. Por otro lado, sus guiones son asequibles, fáciles de seguir en la trama, y consiguen citar y adaptar el texto bíblico dejando de lado las complejidades que pueden surgir de su propia lectura.
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Con un lenguaje y una estética minimalista y sencilla, es necesario reconocer en The Chosen la capacidad de llegar a toda clase de espectadores, incluidos aquellos que no han manifestado nunca un interés por leer el relato bíblico. Algo que se corresponde con la voluntad evangelística de la serie.
Si bien la apropiación cultural occidental puede frenar el alcance de la serie en países de Asia y África, sobre todo, donde podría ser fácil adquirir la visión de ‘otro Jesús’ blanco y de rasgos y expresiones del oeste, el carácter sencillo de la serie, además de su traducción a cientos de idiomas, la convierten en una herramienta de influencia potencialmente internacional. Sería bueno ver si la dirección y la producción de The Chosen corrigen ese marcado acento cultural desde el que han decidido comenzar.
Ahora bien, ante esta clase de fenómenos es completamente pertinente la pregunta del lugar que ocupa el evangelio. ¿Es emitir The Chosen lo mismo que predicar el evangelio? Nuestra respuesta al respecto es en enfático “no”. El evangelio no requiere alternativas, ni existe otro elemento con la capacidad de sustituirle en el proceso de salvación de cada persona. Por lo tanto, emitamos The Chosen o no, vamos a seguir siendo llamados a predicar el evangelio.
[photo_footer]Con o sin The Chosen seguimos llamados a predicar el evangelio. / Fotograma de la serie, Angel Studios.[/photo_footer]
No obstante, no podemos dejar de lado la ayuda que una herramienta como esta serie puede ser en el contacto con determinados grupos de población. Recuerdo que cuando estuve en un campo de refugiados en Lesbos, en 2017, a los niños y a los adultos los entretenían con unos videoclips malísimos de reggaeton y películas de acción viejas. ¡Quién hubiese pillado algo como The Chosen entonces!
Es evidente que cualquiera necesita primero escuchar el mensaje del evangelio. Pero ante la evolución de la misión y sus formas, creo que The Chosen tiene su espacio, y sin duda puede ayudar. De hecho, la propia serie se presenta con un carácter marcadamente evangelístico.
Debemos aprender a valorar esas formas de expresar el evangelio que, sin comprometer la verdad esencial acerca de Cristo, pueden no corresponderse con nuestro estilo. El gusto no es suficiente para cuestionar la sinceridad. The Chosen no es ni de cerca lo mejor que he visto acerca del evangelio o de la figura de Jesús, pero eso no justifica que cuestione la voluntad con la que se ha creado y se emite la serie.
Pablo conocía a quienes predicaban el evangelio por “envidia” y “contienda” (Filipenses 1:15). Y, desechando lo superficial, se gozaba por ver el evangelio predicado. No creo que estemos en el mismo caso ante The Chosen, sino que se trata más bien de un intento desenfadado y emotivo por retratar el evangelio en la pantalla. ¿Podemos reconocer esto y alegrarnos junto a aquellos que encuentran un impacto más profundo en la serie? Recordemos que la predicación del evangelio no va desligada del pastoreo y el acompañamiento.
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