A todos nos parece que nuestro dolor tiene algo de peculiar, y sobre todo por el hecho de ser propio. Es al observar esta vida que, necesariamente, debemos comprender que solo somos un grito del coro de voces.
Una de las ciudades que más han dado que hablar en los últimos años es Beirut. Y, precisamente, no por buenas razones. La capital de Líbano es hoy uno de los iconos de la crisis económica y social que vive el planeta. Sin un gobierno estable, con una recesión cada vez más pronunciada, una población juvenil desempleada en su gran mayoría y un sentimiento de insatisfacción generalizada que parece insufrible e irreparable.
[ads_google]div-gpt-ad-1623832500134-0[/ads_google]
Una situación a la que se suma la de la acogida de miles de refugiados, sobre todo procedentes de Siria, en condiciones inhumanas y lejos del ideal bíblico que se establece para los migrantes a lo largo de los dos testamentos, como recordaba recientemente Samuel Escobar en un artículo.
En esa Beirut filma Nadine Labaki su Cafarnaúm (2018), una película que conmociona. Y lo hace por muchos factores a la vez. De entrada, la original idea de estructurar su historia alrededor del hecho de un niño que denuncia a sus padres por traerle a esta vida. Pero igualmente llama la atención el elenco de actores no profesionales que la directora libanesa escoge para su obra. Y, por supuesto, la propia historia en sí, que mezcla cuestiones de gran magnitud, como la inmigración, el dilema de la familia y la cultura, la representación de la niñez en otros contextos e incluso una visión de la religión arraigada a la vida de la sociedad pero completamente ineficaz en su influencia respecto a ella. Y todo ello con el llamativo título que evoca el nombre de una de las ciudades que Jesús visita y menciona en el transcurso del evangelio.
[photo_footer]El jovencísimo Zain Al Rafeea da vida al protagonista de la película. / Fotograma de la película, Filmin.[/photo_footer]
Todo cuanto sucede en Cafarnaúm pivota en torno al dolor. Tanto el hecho del dolor en sí, lo que lo produce y lo causa, como la forma en la que se vive, se sobrelleva e incluso se llega a asimilar. Por eso es que llega a resultar una película peculiar, por el tratamiento que plantea y hace del dolor.
Cualquier historia que aparece en el relato se ve necesariamente planteada bajo este prisma y los personajes deben ser considerados por aquello de lo que se duelen. De manera que todo detalle, e incluso toda existencia en la historia que crea Labaki, apunta hacia el dolor como un lenguaje universal, aunque plagado de particularidades.
[ads_google]div-gpt-ad-1623832402041-0[/ads_google]
En este sentido, la directora también implica a la ciudad en el hecho del dolor, de manera que ésta aparece como una urbe enorme que se retuerce y que únicamente parece capaz de albergar sufrimiento y dolor. En toda su magnitud, la Cafarnaúm de Labaki solo parece poder recoger ese coro de gritos que emanan sus vecinos, y reproducirlos de forma impotente.
Y es que, a todos nos parece que nuestro dolor tiene algo de peculiar, y sobre todo por el hecho de ser propio. Ya no hay una ‘generación de cristal’, sino que la nuestra es la ‘realidad de cristal’, donde cada uno se enfoca en su propio dolor, comparándolo con el ajeno y, casi siempre, considerándolo como mayor y peor.
Es al observar esta vida que, necesariamente, debemos comprender que solo somos un grito del coro de voces. Pero la mirada de Labaki nos plantea el hecho de que quizá lo más relevante de nuestra vida en esta tierra sea precisamente nuestro dolor. Aquello que lo causa y la forma en la que lo vivimos. Me pregunto si podemos afirmar que en realidad somos lo que somos en nuestras circunstancias de dolor. Soy consciente de que no se trata de una fórmula tan sencilla, y también los tiempos de deleite son un don que se relaciona con el hecho de estar vivos en sí, pero en la cultura que rechaza cualquier forma de dolor, necesitamos considerar lo necesario de este como parte fundamental de la vida.
“Nuestro día crítico no es el de nuestra muerte”, escribe el célebre poeta y ministro anglicano John Donne en su último sermón, el Duelo por la muerte, que pronunció pocas semanas antes de su propio funeral. “Sino el curso entero de nuestra vida”. Dice mucho de nuestra comprensión de la vida en general la forma en la que consideramos nuestro dolor y nuestra muerte en el transcurso de nuestros años, porque, como indica Donne, “nacemos a la muerte”.
[photo_footer]Todo el elenco de personajes que selecciona Labaki son actores no profesionales. / Fotograma de la película, Filmin.[/photo_footer]
En el texto del evangelio, Cafarnaúm aparece como un lugar de diversas expresiones en cuanto al dolor. Allí Jesús sana al siervo de un centurión que se encontraba “gravemente atormentado” (Mateo 8:6), expulsa al espíritu inmundo de un hombre en la sinagoga (Marcos 1:23), y recibe al paralítico que es bajado desde el tejado de una casa para también sanarle (Marcos 2:4).
Al igual que la ciudad de la Biblia, la Cafarnaúm de Labaki refleja el devastador efecto del pecado y cómo la consecuencia del episodio registrado en Génesis 3 ha sido la de dar lugar a una existencia marcada por el dolor. Hasta tal punto que muchos han ignorado e ignoran a aquel que no quiere simplemente excusarles de su dolor, sino aliviarles, restaurarles y recibirles en su presencia, liberados ya de cualquier dolencia por la eternidad.
Es el lamento de Jesús por la ciudad de entonces, por nuestras ciudades de ahora: “Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy” (Mateo 11:23).
Pero el Señor también habla de otra ciudad en su Palabra. En ella no solo no hay ya dolor alguno, sino que ni tan siquiera tiene necesidad de sol ni de luna, “porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera”. Es paradójico que el camino que nos introduce a ella sea un camino de dolor sin igual, el camino de la cruz. Pero, precisamente, esa es nuestra esperanza y garantía.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o