El museo del sol

Nuevas observaciones sobre el Sol han aparecido en nuestro mundo que jamás antes habían sido siquiera imaginadas. Conocimientos de vanguardia que cuestionan lo hasta ahora sabido de esta estrella.

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Cuenta de ello dio un museo afincado en la gran ciudad: El museo del Sol.

“¡Descubra lo desconocido hasta hoy de este astro! ¡Visítenos y lo comprobará por usted mismo!”

“¡Ni Galileo, ni Copérnico supieron lo que usted podrá averiguar en su visita!”

La condición para entrar es que el museo solo se abre en días soleados y en horas de luz.

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Los visitantes ascendían por una escalera de caracol de una inmensa torre, hasta llegar a un terrado circular donde estaban colocados unos asientos siguiendo la redondez.

Subían en grupos de ocho personas. Se les dejaba sentados durante veinte minutos con la misión de que observasen el Sol y anotasen en un bloc las impresiones que les producían.

Los visitantes se impacientaban porque no acababan de llegar al motivo principal de la visita.

Entregaron los blocs al guía y bajaron a toda prisa hasta una sala donde por fin descubrieron proyecciones en pantallas de textos escritos y dibujos que revelaban los nuevos conocimientos.

Tales textos decían cosas como:

“Hoy no agradecemos el Sol, hoy lo explicamos”

“¿Qué bueno era cuando el Sol giraba alrededor de la Tierra!”

“Nos recluimos en sombras para alabar al Sol”

“En cada criatura Dios concibe un Sol”

“Nada conseguimos escupiendo al Sol, pero nuestras faltas dañan a Dios”.

“Besé al Sol y se sonrojó”

“Si hoy se nos da el Sol, ¿qué no se nos dará mañana?”

“Hoy ha salido el Sol sin intermediarios”.

— ¿¡Esto es lo último que se sabe del Sol!? —exclamaron indignados los visitantes.

— Señores, estas son las ÚLTIMAS OBSERVACIONES del Sol, lo que ha escrito en el bloc el grupo de visitantes que les ha precedido. Lo que se llevarán del Sol es lo que ustedes mediten en privado de él. Olvídense de la ciencia. No se engañen.