La oveja aparece en la Biblia con frecuencia, sobre todo en relación al ritual de los sacrificios y a la clasificación entre animales puros e impuros.
El pasaje de la Escritura que leía era este:
Como oveja a la muerte fue llevado;
y como cordero mudo delante del que lo trasquila,
así no abrió su boca. (Hch. 8:32)
La oveja (Ovis orientalis aries) es un mamífero rumiante que camina sobre el extremo de sus dedos transformados en pezuña (ungulado) y que fue domesticado por el hombre desde la más remota antigüedad para usarlo como ganado.
El Antiguo Testamento se refiere a los jefes de las familias de Israel que servían al rey David, así como a sus profesiones, entre las que se menciona ya la de ganadero y criador de ovejas (1 Cr. 27:31).
Aunque el idioma hebreo es generalmente parco en palabras, muestra sin embargo una abundancia extraordinaria de términos relacionados con la vida de los pastores y sus rebaños.
Hay, por lo menos, seis palabras con sus correspondientes plurales para expresar las diferentes etapas de la vida de las ovejas. Esto indicaría hasta qué punto la cría y el cuidado de estos animales estuvo presente en los albores de la humanidad.
A una cabeza de ganado menor, como la oveja o la cabra, se le llamaba en hebreo, seh, שֶׂה, palabra que aparece en la Biblia con frecuencia, sobre todo en relación al ritual de los sacrificios y a la clasificación entre animales puros e impuros.
A la oveja madre se la denominaba rajel, רָחֵל; el carnero semental apto también para el sacrificio era áyil, אַיִל; los corderos recién destetados, de uno a tres años, que solían sacrificarse durante la Pascua, eran kebes, כֶּבֶשׂ; mientras que taleh, טָלֶה, o telí, טְלִי, eran los corderos jóvenes que todavía se alimentaban con leche materna.
La raza de ganado ovino propia de Tierra Santa y a la que se refieren generalmente los textos bíblicos es la oveja de Bujaria (Ovis orientalis laticaudata).
El término hebreo tson, צֹאן, o tseón, צְאוֹן, proviene de una raíz que significa “emigrar” y es el que dio origen a la palabra “rebaño”, tanto de ovejas como de cabras. Se tradujo a griego por melón, μῆλον, y al latín por pecus.
Las ovejas ya se habían domesticado en la época de Jacob, como indica la historia de la selección practicada en el rebaño de Labán, entre las ovejas manchadas y las claras (Gn. 30:37-42). La trashumancia del ganado ovino y caprino fueron una de las principales ocupaciones, así como fundamental fuente de sustento del pueblo hebreo.
Los rebaños de ovejas, vacas, asnos y camellos de los patriarcas hebreos constituían la principal fuente de ingresos (Gn. 12:16). Incluso sus descendientes, tanto en Egipto como después en Canaán, continuaron dedicándose a la ganadería (Ex. 10:9; 12:32, 38; 1 Cr. 27:31) hasta los tiempos del Nuevo Testamento (Lc. 2:8).
Desde las montañas rocosas de Galilea hasta el desierto de Judea, pasando por los campos de Samaria, Israel contaba con llanuras fértiles cubiertas de hierba todo el año y también con estepas áridas donde ésta era escasa, aunque nunca faltaba. Eran tierras adecuadas para que los rebaños pastaran durante todo el año.
La Biblia dice que “los hijos de Rubén y los hijos de Gad tenían una muy inmensa muchedumbre de ganado; y vieron la tierra de Jazer y de Galaad, y les pareció el país lugar de ganado” (Nm. 32:1; Jue. 5:16; 1 S. 16:11).
También indica que “en Maón había un hombre que tenía su hacienda en Carmel, el cual era muy rico, y tenía tres mil ovejas y mil cabras. Y aconteció que estaba esquilando sus ovejas en Carmel” (1 S. 25:2).
De la misma manera, se habla de determinados enclaves geográficos donde abundaban los rebaños, como “la tierra de los orientales” próxima a Harán (Gn. 29:2); el país de Madián (Ex. 2:16); la tierra de Uz (Job 1:1-3); la tierra de los agarenos (1 Cr. 5:20-21); los ganados de Cedar y los carneros de Nebaiot (Is. 60:7; Ez. 27:21).
El pueblo de Israel no sólo ofrecía a Jehovah el sacrificio de ovejas y carneros sino que también consumía su excelente carne ya que eran considerados como animales ceremonialmente puros (1 S. 14:32; 25:18; 1 R. 4:23).
Asimismo bebían su leche y elaboraban excelentes quesos (Dt. 32:14; 1 S. 17:18; Job 10:10; Is. 7:21; 1 Co. 9:7). Las pieles eran usadas para hacer vestimentas toscas y también para cubrir sus tiendas (Ex. 26:14; He. 11:37; Zac. 13:4).
De la lana de oveja bien tejida se realizaban telas muy valoradas (Lv. 13:47-48; Job 31:20; Pr. 27:26; Ez. 34:3). Los cuernos de los machos se usaban para hacer recipientes y bocinas (shofar, שופר) (Jos. 6:4, 16).
Durante los trabajos de esquilar o cortar la lana a los rebaños se realizaban festejos populares (Gn. 38:12; 1 S. 25:4, 11, 36; 2 S. 13:23). La Biblia se refiere a la oveja como a un animal familiar, dócil y afectuoso (1 S. 12:2); que conoce bien la voz de su pastor (Jn. 10:3-4); manso y silencioso (Is. 53:7); incapaz de valerse por sí misma (Mt. 10:6) por lo que debe ser siempre guiada por el pastor (Nm. 27:17).
El Nuevo Testamento se refiere frecuentemente a los cristianos como “las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mt. 10:6), mientras que los gentiles son también metafóricamente como “otras ovejas que no son de este redil” (Jn. 10:16).
Sin embargo, tanto unos como otros, todos están bajo la misericordia y el cuidado protector de Jesucristo, el Buen Pastor (Mt. 26:31; Jn 10:1-27).
El salmista escribió: “Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor. Porque él es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano. Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón” (Sal. 95:6-8). Muchos años después, el gran teólogo, Agustín de Hipona, comentando estas mismas palabras, en el siglo IV d. C., hizo las siguientes reflexiones:
“Somos el pueblo de su prado, y ovejas de su mano. Ved de qué manera tan elegante el salmista invierte el orden de las palabras, prescindiendo del significado de cada una para que comprendamos bien que “las ovejas” y “el pueblo” son una misma cosa. No dice “las ovejas de su prado y el pueblo de su mano”, como parecería lógico, puesto que las ovejas se corresponden con el prado; sino “el pueblo de su prado”, dando a entender con ello que los que son pueblo son también ovejas.
Y puesto que las ovejas de las que habla no son como nuestras, adquiridas, sino ovejas creadas por él, y que en el versículo anterior había dicho: “arrodillémonos delante de nuestro Hacedor”, es propio que diga también “ovejas de su mano”.
Pues ningún hombre crea ovejas; puede comprarlas, regalarlas, buscarlas, encontrarlas, juntarlas, puede incluso robarlas; pero no puede crearlas. Sin embargo nuestro Señor nos creó, nos hizo; por tanto: “el pueblo de su prado, y ovejas de su mano”, somos las ovejas propiamente suyas, aquellas que por su gracia se ha dignado crear para sí mismo.”[1]
[1] Spurgeon, C. H. 2015, El Tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, Barcelona, p. 1532.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o