En hebreo existe una quincena de términos que se refieren directa o indirectamente a las espinas.
Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: !He aquí el hombre! (Jn. 19:5)
Las espinas son formaciones agudas que presentan numerosos vegetales. Generalmente están formadas por tejidos vasculares y de sostén y, por lo tanto, suelen ser rígidas y punzantes.
A veces se originan a partir del tallo y son como pequeñas ramas (espinas caulinares), mientras que en otras especies pueden ser el resultado de la transformación de una hoja, como ocurre en los cactus (espinas foliares).
Más raramente, se dan también casos en que las espinas se originan a partir de las raíces, gracias a un proceso de endurecimiento o lignificación de éstas (espinas radicales).
En botánica se suele emplear frecuentemente el término “espina” para referirse a determinadas plantas “espinosas” (con espinas evidentes); o “espinulosas” (con espinas pequeñas); o “espinón” (con espinas grandes); o “espinar” para referirse a algún lugar poblado por espinos o plantas espinosas.
En Tierra Santa son muy abundantes las plantas espinosas, tales como las diversas especies de los géneros: Acacia, Anabasis, Aristida, Atraphaxis, Astragalus, Acanthodium, Alhagi, Berberis, Bunias, Calycotome, Carduus, Cnicus, Crataegus, Echinops, Eryngium, Fagonia, Forskalea, Lycium, Ononis, Onopordon, Paliurus, Poterium, Prenanthes, Prunus, Rhamnus, Rubus, Ruscus, Salsona, Sarcopoterium, Smilax, Solanum, Spartium, Tribulus, Zizyphus, etc.
La existencia de tantas plantas punzantes en Israel y países colindantes permite entender bien por qué las referencias bíblicas a los “espinos y cardos” sean tan abundantes y significativas, ya que constituyen una de las principales maldiciones, como consecuencia de la desobediencia de nuestros primeros padres (Gn. 3:18; cf. Is. 5:6; 32:13; Os. 10:8).
En hebreo existe una quincena de términos que se refieren directa o indirectamente a las espinas. Se trata de los siguientes:
1. joaj, חוֹחַ, (espina, cardo o abrojo) se usa para referirse a pequeños arbustos (2 R. 14:9; 2 Cr. 25:18; Job 31:40). En la Septuaginta, este término se traduce por akan, ἄκαν, ákantha, ἄκανθα, akkhukh, ἀκχούχ, knide, κνίδη. Mientras que en la Vulgata latina se traduce por paliurus, lappa, spina, tribulus. Una variante hebrea es jédeq, חֵדֶק (espinos, zarzas) tal como aparece en Miq. 7:4 y Prov. 15:19; Sept. ákantha, ἄκανθα, ses ektrogon, σὴς ἐκτρώγων; Vulg. spina, paliurus.
2. qots, קוֹץ, (espina, que pincha, aguijón) (Ex. 22:6; Jue. 8:7, 16; 2 S. 23:6; Sal. 118:12; Is. 32:13; 33:12; Jer. 4:3; 12:13; Ez. 28:24).
3. sallón, סַלּוֹן (Ez. 2:6) (púa, espina, espino); Sept. skólops, σκόλοψ; Vulg. offendiculum.
4. sarab, סָרָב, que es un término hebreo sinónimo del anterior y aparece una sola vez en la Biblia: “Y tú, hijo de hombre, no les temas, ni tengas miedo de sus palabras, aunque te hallas entre zarzas y espinos, y moras con escorpiones; no tengas miedo de sus palabras, ni temas delante de ellos, porque son casa rebelde.” (Ez. 2:6).
5. sirpad, סִרְפָּד (espino) (Is. 55:13).
6. shamir, שָׁמִיר (espino, por su agudeza), y también shaýth, שַׁית (Is. 5:6; 7:23, 24, 25; 9:18; 10:17; 27:4; 32:13). En sentido metafórico se aplica a las personas rebeldes (Is. 10:17; 27:4).
7. atad, אָטָד (espino) (Sal. 58:9); Sept. he rhamnos, ἡ ῥάμνος; Vulg. rhamnus. Se usa como nombre propio en Gn. 50:10, 11, mientras que se traduce por “zarza” en Jue. 9:14, 15.
8. boshah, בָּאְשָׁה, (planta espinosa); Sept. batos, βάτος; Vulg. spina (Job 31:40).
9. qimmashón, קִמָּשׁוֹן, (ortiga) presente en Pr. 24:31: “Ortigas habían ya cubierto su faz”.
10. naatsuts, נַעֲצוּץ, (matorral de espinos) aparece solo en dos pasajes (Is. 7: 18-19; 55:13).
11. tsen, צֵן, o tsenín, צְנִין, (espino puntiagudo) (Nm. 33:55; Jos. 23:13; Job 5:5; Prov. 22:5).
12. sekh, שֵׂךְ, (espino puntiagudo) es sinónimo del anterior en Nm. 33:55: “Ellos serán por aguijones en vuestros ojos, y por espinas en vuestros costados”.
13. seneh, סְנֶה, viene de una raíz que significa “pinchar” (Ex. 3:2-4).
14. sir, סִיר (espino) que brota rápidamente y también “gancho” (Is. 34:14; Os. 11:6; Am. 4:2; Nah. 1:10).
15. ákantha, ἄκανθα (espino, espina). Este término es el que se emplea en los evangelios para referirse a la infame corona de espinas que los soldados romanos colocaron en la cabeza de Jesús (Mt. 27:29; Jn. 19:2).
Existe la tradición en Tierra Santa de que dicha corona fue hecha con espinas de la famosa planta denominada vulgarmente “espina santa” (Paliurus spina-christi) (ver ACACIA).
El evangelista Juan narra la forma cruel en que la soldadesca de Roma se burló del Maestro galileo. Probablemente, después de oír las palabras de Pilato en relación a Jesús como rey de los judíos, aquellos soldados embrutecidos concibieron la idea y el motivo de su mofa.
Nadie sabe exactamente de qué planta improvisaron la infame corona ya que en Palestina existían muchas posibles candidatas con espinas.
Y finalmente, cuando Pilato lo presentó con aquella misteriosa frase: ¡He aquí el hombre!, Cristo no parecía ni mucho menos un rey sino un pobre hombre inocente, maltratado injustamente y a punto de ser ejecutado.
En efecto, así fue, el inocente murió crucificado y lleno de espinas por salvar a una humanidad culpable.
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